La hepatitis C es una enfermedad causada por un virus que provoca inflamación en el hígado. En la actualidad, solamente entre el 15 y el 30% de los pacientes que sufren una infección aguda logran eliminarla por completo de su organismo sin necesidad de tratamiento.
En el 70% restante, el virus permanece y provoca una infección crónica. Con el objetivo de concienciar sobre la hepatitis C, cuyo Día Internacional se conmemora este sábado, desde la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) se explica la importancia de realizar diagnósticos que permitan tratar y erradicar la enfermedad antes de que llegue a estadios más avanzados, especialmente, entre los grupos poblacionales con mayor prevalencia (entre 40 y 70 años). Con una detección a tiempo y un tratamiento adecuado, la mayoría de los pacientes que sufren hepatitis C se curan en poco tiempo y sin efectos secundarios relevantes.
Con esta iniciativa, la FEAD apoya la campaña de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que planteó el objetivo de eliminar la hepatitis C antes de 2030.
Cómo se contagia la hepatitis C
La transmisión de la hepatitis C se produce, fundamentalmente, por el contacto a través de la sangre con una persona infectada, tal y como destaca el Dr. José Miguel Rosales Zábal, experto de la fundación y especialista en Aparato Digestivo en el Hospital Costa del Sol de Marbella (Málaga). De hecho, la vía sanguínea fue la principal forma de contagio hasta 1990, momento en el que se descubrió la existencia del virus y se empezaron a rechazar las transfusiones en estos pacientes.
Además de la sangre, el contagio de este virus también puede producirse por el uso compartido de utensilios de contacto punzantes o cortantes (como jeringuillas, maquinillas de afeitar, etc.) o la realización de tatuajes, piercings o acupuntura sin los controles sanitarios adecuados ni los materiales esterilizados. Asimismo, la transmisión de la hepatitis C “también se puede ver favorecida por relaciones sexuales sin medidas de protección, por familiares directos, por parejas con hepatitis C o de madres a hijos durante el parto, especialmente si estas están contagiadas por VIH”, explica el experto de la FEAD.
Principales síntomas de la hepatitis C
La infección aguda por hepatitis C suele ser asintomática, aunque en algunas personas puede producir dolor abdominal, náuseas, vómitos o color amarillento de la piel.
Como se indica desde la fundación, la infección crónica tampoco suele mostrar síntomas (aunque no es raro que el paciente sienta cansancio o incluso signos depresivos), por lo que pueden pasar años sin que la persona afectada sepa que padece la enfermedad y hasta que el especialista la diagnostique. Esto facilita que el virus provoque en el hígado una inflamación sostenida y que pueda derivar, incluso, en cirrosis. De hecho, el desarrollo de cirrosis puede dar lugar a mayores complicaciones en el estado de salud del paciente, como ascitis (líquido libre en el abdomen con riesgo de infección), varices en las venas del esófago y del estómago que pueden provocar hemorragias graves, encefalopatía hepática (alteraciones del comportamiento o el nivel de atención) o incluso cáncer de hígado.
“Además, no debemos olvidar que el virus de la hepatitis C no solo puede afectar al hígado, sino que es capaz de producir diabetes u otras enfermedades en el riñón o la sangre”, indica el Dr. Rosales.
Hepatitis C, una enfermedad que tiene cura
Gracias a la llegada de los nuevos tratamientos antivirales orales, los pacientes con hepatitis C pueden superar infección de forma rápida y sin efectos secundarios relevantes. No obstante, “la curación de la infección no implica la curación del daño hepático si este está avanzado, aunque sí disminuye el desarrollo de sus complicaciones”, manifiesta el experto.
Por ello, el Dr. Rosales incide en la importancia del diagnóstico de la hepatitis C, especialmente, en los grupos de edad en los que es más frecuente la enfermedad (de 40 a 70 años) a través de un sencillo análisis de sangre que detecte la presencia o no de anticuerpos frente al virus y, por tanto, infección activa.
“La hepatitis C puede tenerse sin presentar ningún tipo de síntoma, y este colectivo de población podría tener la infección sin saberlo. Por ello es recomendable consultar al médico de Familia para realizar la prueba contra este virus si nunca se ha hecho el test o lo desconoce”, explica el especialista de la FEAD.
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