Apenas un día después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara el fin de la epidemia de ébola iniciada en marzo de 2014 en África Occidental, Sierra Leona ha confirmado una nueva muerte atribuida a ese virus. La noticia concede especial relevancia a la cautela mostrada por la propia OMS, así como al mensaje lanzado por Médicos Sin Fronteras (MSF), que ha instado a la comunidad internacional “a aprender las lecciones y estar mejor preparada ante futuros brotes”.
Tras 42 días sin nuevas infecciones por ébola en Liberia, un hecho que marcaba el fin oficial de la epidemia en África Occidental, la organización humanitaria hacía este llamamiento a la comunidad sanitaria internacional, y anunciaba que mantendrá su presencia en Liberia, Sierra Leona y Guinea a través de clínicas de apoyo para supervivientes del virus.
“Todos debemos aprender de esta experiencia para dar una mejor respuesta en las futuras epidemias y para atender de manera adecuada a los pacientes afectados por enfermedades olvidadas. La respuesta al ébola no se vio limitada por la falta de medios internacionales, sino por la falta de voluntad política para implementar rápidamente medidas que sirvieran para ayudar a las comunidades. Las necesidades de los pacientes y las comunidades afectadas deben permanecer en el corazón de cualquier respuesta por encima de los intereses políticos”, explicaba Joanne Liu, presidenta Internacional de MSF.
“Es el momento para recordar a los muchos profesionales sanitaros que perdieron la vida mientras luchaban en la primera línea de la batalla contra el ébola. Esta devastadora epidemia golpeó África Occidental casi 40 años después de que se identificara por vez primera el virus, en 1976; sin embargo, la falta de investigación y desarrollo para luchar contra esta enfermedad se traduce en que todavía a día de hoy, después de haber hecho diferentes pruebas médicas y de que se haya declarado el final de la epidemia, no exista aún un tratamiento eficaz para acabar con ella. Además, aún es necesario obtener la licencia para producir la nueva vacuna que se ha desarrollado”, ha afirmado Brice de le Vingne, director de Operaciones de la organización.
Escasos recursos
Por su parte, Luis Encinas, experto en ébola de MSF, ha explicado: “Durante mucho tiempo se pensó en el ébola como un problema de países africanos, y hasta finales de 2014, con un retraso de meses, no se activaron los recursos para responder a la epidemia. Estados Unidos, Reino Unido y Alemania asumieron más del 60% de los recursos destinados a la lucha contra el brote. Es llamativo que España quedara en el puesto número 23 de la lista de donantes, destinando menos fondos a la lucha contra la epidemia en terreno que a la respuesta en nuestro propio país (con solo tres casos)”.
Médicos Sin Fronteras intervino en los países más afectados (Guinea, Liberia y Sierra Leona) desde el principio de la epidemia. La organización médico-humanitaria instaló centros de tratamiento, prestó servicios de apoyo psicológico y llevó a cabo actividades de promoción de la salud, vigilancia y seguimiento de contactos. En el pico del brote, MSF empleó simultáneamente a casi 4.000 trabajadores humanitarios nacionales y más de 325 internacionales para combatir la epidemia en los tres países. Ingresó en sus centros a un total de 10.376 pacientes, de los cuales 5.226 dieron positivo en las pruebas de ébola. De todos ellos, 2.478 lograron salir adelante. Desde el inicio del brote, la entidad ha invertido más de 96 millones de euros a la lucha contra la epidemia.
Como recuerda la organización, con una enfermedad tan impredecible “es crucial que se mantenga la vigilancia en toda la región y que se disponga siempre de los recursos necesarios para responder rápidamente a nuevos casos”. Además, señala que los supervivientes de la enfermedad “son particularmente vulnerables y se enfrentan a continuos desafíos de salud, como dolor en las articulaciones, fatiga crónica y problemas auditivos y de visión”, además de sufrir de estigmatización en sus comunidades y necesitar “una atención específica y personalizada”.
“El brote de ébola es un caso extremo y evidente de todo lo que puede salir mal cuando nos enfrentamos a una enfermedad cuyo tratamiento desconocemos. Es crucial que se revisen las capacidades para responder de modo adecuado a futuras alertas”, concluye Luis Encinas.
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