El país del mundo donde vivimos tiene todavía mucho peso en las estadísticas de mortalidad. Una cruda realidad que se hace todavía más cruel si hablamos de niños y adolescentes.
El Grupo Interinstitucional de Naciones Unidas para la Estimación de la Mortalidad Infantil (IGME) ha publicado hoy un informe que recoge datos demoledores: más de cinco millones de niños murieron antes de cumplir cinco años durante 2021 -último año estudiado- y 2,1 millones de niños y adolescentes entre cinco y 14 años perdieron la vida, una muerte cada 4,4 segundos.
En el informe también se recoge que 1,9 millones de bebés nacieron muertos durante este período y resalta que muchas de estas muertes podrían haberse evitado con un acceso adecuado a una atención sanitaria materna, neonatal, infantil y adolescente de calidad.
“Una tragedia tan generalizada y evitable no debería aceptarse nunca como inevitable. Es posible avanzar con una voluntad política más firme y una inversión específica en el acceso equitativo a la atención primaria de salud para todas las mujeres y todos los niños”, ha dicho durante la presentación de informe la directora de la División de Análisis de Datos, Planificación y Seguimiento de UNICEF, Vidhya Ganesh.
Buena evolución en tasas de mortalidad
Pese a estas negativas estadísticas sobre la muerte en niños, también se ha constatado una buena evolución en las tasas de mortalidad, ya que desde el año 2000 la tasa mundial de mortalidad de menores de cinco años se ha reducido en un 50%, y la de niños mayores y jóvenes y la de mortalidad fetal disminuyó un 36% y 35%, respectivamente, lo que refleja el aumento de las inversiones en el fortalecimiento de los sistemas de salud primaria en beneficio de las mujeres, los niños y los jóvenes.
Respecto al futuro, el informe detalla que al menos 54 países no alcanzarán la meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible relativa a la mortalidad de menores de cinco años, y si no se toman medidas rápidas para mejorar los servicios de salud, casi 59 millones de niños y jóvenes morirán antes de 2030, y casi 16 millones de bebés nacerán muertos.
En este escenario, son los países del África subsahariana y Asia del sur los peor parados. Valga como ejemplo que sin bien en África subsahariana se produjo solo el 29% de los nacimientos vivos del mundo, la región registró el 56% de todas las muertes de menores de cinco años en el 2021. En Asia meridional, se produjo otro 26% del total. O que el riesgo de que una mujer que vive en el África subsahariana dé a luz un bebé muerto es siete veces superior al que se registra en Europa y América del Norte.
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