La crisis provocada por la pandemia del COVID-19 está teniendo graves consecuencias laborales, económicas y sociales en muchas familias, especialmente en las más frágiles que han visto como sus condiciones de vida empeoraban y, en la mayoría de los casos, se hundían, al perder sus empleos y sus exiguos ingresos.
Las dificultades en la vivienda, el ensanchamiento de la brecha educativa y digital, los problemas de salud y de convivencia en el hogar provocada unas veces por la dificultad de conciliar la vida laboral y familiar, otras por el hacinamiento al vivir varias familias juntas o en una habitación todos los miembros de la unidad familiar y otras, por el agobio ante la falta de ingresos para hacer frente al pago del alquiler, suministros, alimentación, medicamentos… son algunos de los aspectos que el impacto de la crisis ha traído a las familias.
Fondo social dotado con 500.000 euros
Ante esta situación la Diócesis de Salamanca ha creado un fondo social dotado de 500.000 euros que se destinará íntegramente a apoyar a las familias más afectadas por esta crisis y que será gestionado por Cáritas diocesana de Salamanca. Esta decisión de la Diócesis es una manifestación del orden de prioridades en el uso de los bienes económicos de la misma, como indica Carlos López, obispo de la diócesis: “Consideramos más conforme a la fe y la misión de la Iglesia en las circunstancias actuales de emergencia laboral y económica que afectan a tantas familias. Afrontamos de forma consciente y decidida la previsión de una situación económica negativa al final del año 2020. Consideramos que la caridad con los hermanos en grave necesidad es ahora más importante y urgente que la inversión en obras siempre necesarias de restauración de iglesias o centros trabajo pastoral”.
Desde el mensaje del 1 de mayo, sobre el Día del Trabajo en Riesgo, se hizo pública la intención de la Diócesis de Salamanca de “promover una red de protección social, a través de Cáritas Diocesana, con una aportación significativa de fondos diocesanos a la que podrán sumarse libremente otras instituciones o personas”, como señalaba el obispo de la Diócesis en su escrito. Un fondo social con la finalidad de atender “las necesidades de quienes han perdido empleo, salario y subsidios, de manera que nadie quede en desamparo y exclusión social. Es una exigencia imperiosa de nuestra fe en tiempos en que el Señor Jesús padece hambre, sed, falta de vestido y casa, soledad y enfermedad en tantos hermanos con los que él se ha identificado y a los que ha declarado hermanos suyos y nuestros”.
El Domingo del Corpus Christi, Día de la Caridad, monseñor Carlos López anunciaba la creación de este fondo social en su homilía en la que indicó que “es el momento de la unión en la caridad efectiva para que el Señor no pase hambre”, ni esté sin hogar en ninguno de “sus hermanos más pequeños” (Mt 25,40). El obispo advertía sobre la evolución de la situación laboral y económica “va a seguir haciendo necesaria una fuerte colaboración económica con Cáritas, para paliar las necesidades de las familias que se han quedado sin medios de subsistencia”.
Cáritas Diocesana ante el coronovirus
Desde que comenzó el estado de alarma, Cáritas Diocesana de Salamanca organizó su labor para no dejar a nadie al margen, ofreciendo respuesta desde todos sus recursos. Durante este período, de 15 de marzo al 15 de julio se ha atendido a 1.507 familias, realizando con ellas 7.154 intervenciones. Por importe de 629.054 euros, un 121% más que en el mismo periodo del año anterior.
A nivel nacional el impacto en los ingresos en los hogares ha sido de tal envergadura que ha provocado que 3 de cada 10 hogares no dispongan ahora mismo de ningún ingreso, aproximadamente 450.000 personas que residen en hogares acompañados por Cáritas, representando un incremento del 136%.
La paralización de una parte importante de la economía ha provocado una rápida destrucción de empleo y por consiguiente un incremento del paro. En Salamanca, a principios de julio había 26.053 personas en situación de desempleo (de los cuales 11.452 cobraban algún tipo de prestación) y 20.600 trabajadores están afectados por los ERTES.
Particular gravedad reviste el tema de los inmigrantes irregulares que viven entre nosotros y que se han quedado sin trabajo y sin posibilidad de acceder a ninguna prestación social, salvo la ayuda que podamos prestar las instituciones del tercer sector. Se calcula que, en 2020, residen en Salamanca 520 inmigrantes irregulares de los 719 que residían en 2019, muchos han regresado a sus países ante la dureza de su situación existencial.
La necesidad de ayuda a personas que viven en la zona centro se ha triplicado. La crisis y el confinamiento tienen un impacto negativo en el tema de la salud más acusado en los hogares con múltiples carencias. 1 de cada 4 ha visto como empeoraba el estado general de sus miembros. En 6 de cada 10 ha provocado un incremento de la ansiedad y una dificultad para dormir.
Y en estrecha relación con el estado de salud, a veces como causa y a veces como efecto, se han incrementado los conflictos en la familia. La realidad de inseguridad e inestabilidad en el que se desenvuelven muchas de las familias que se acompañan desde Cáritas, ha provocado miedo y preocupación de cara al futuro inmediato. “Esto nos exige estar más cerca, si cabe, para sostener, motivar y mantener la esperanza de poder avanzar hacia un horizonte de vida mejor y fundamentalmente reconstruir el sentido de sus vidas”, afirma Carmen Calzada, directora de la institución.
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