CRISPR es el acrónimo –propuesto por el español Francis Mojica– de lo que en español son las ‘repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente espaciadas’, en realidad sistemas inmunitarios bacterianos. En las dos últimas décadas ha cautivado la imaginación de científicos y profanos por su potencial para editar genes, y ha valido un Premio Nobel para Jennifer Doudna y Emmanuel Charpentier.
