Hace casi un año y medio a Lourdes Mateos le descubrieron tres tumores de mama. Poco después del diagnóstico se sometió a una mastectomía total bilateral, una intervención en la que también se efectuó la reconstrucción mamaria y tras la que inició un largo tratamiento de quimioterapia. Con los dos pechos operados, los drenajes y la ayuda de dos seres queridos -uno a cada lado- se plantó en una ortopedia para buscar un sujetador quirúrgico. Más allá de la escasa oferta -un par de modelos poco atractivos- recuerda como “difícil, doloroso y claustrofóbico” el instante en el que intentaron entrar en un probador demasiado estrecho para tres personas y demasiado frío para un momento en el que estás “desconcertada y asustada” por todo lo que te está tocando vivir.
Fue entonces cuando esta joven fue consciente de todas las dudas y necesidades que iban surgiendo en el día a día y para las que no siempre es fácil encontrar respuesta, porque los profesionales, aunque quieran, “no siempre pueden explicarte todo lo que necesitas saber” y porque las búsquedas en internet no ofrecen, la mayoría de las veces, resultados fiables y apropiados para alguien lleno de incertidumbres y miedos. “Oyes la palabra cáncer y lo primero que piensas es: me voy a morir. Son todo dudas y curiosidades, y necesitas apoyo y asesoramiento. Desde el primer ciclo de quimioterapia pensamos: ojalá hubiera un sitio”, recuerda Lourdes.
Fue así como ella y su pareja, José Pedro Corredera -un verdadero “pilar” durante su enfermedad- comenzaron a masticar la idea que hace dos meses cobró forma bajo el nombre de HALIA, el primer espacio de cuidados y estética oncológica existente en Castilla y León y uno de los pocos que funcionan en España, todos ellos impulsados por afectados. De hecho, el proyecto ha ido dibujándose durante todo el proceso de quimioterapia de Lourdes, etapa en la que, mientras luchaban juntos contra el cáncer y los efectos del tratamiento, ambos se implicaron en un intenso periodo de formación especializada.
“Hemos querido abarcar todas las necesidades reales que pueden plantearse desde que te diagnostican cualquier tipo de cáncer”, cuenta Lourdes Mateos en el centro, ubicado en el número 6 de la avenida de Los Maristas (Salamanca), donde el equipo trata de facilitar “que nadie tenga que quedarse en casa por verse mal”. Su filosofía es clara. “Si te ves bien, te sientes mejor y afrontas tu enfermedad con mucha más valentía. Porque si te miras al espejo y no te reconoces, no tienes fuerzas para luchar”, sostiene su promotora, mientras repasa todos los productos y servicios que los pacientes pueden encontrar en HALIA, donde se ofrece asesoramiento gratuito, aunque siempre recordado a los afectados que son los médicos que les tratan quienes deben determinar si algo es conveniente o no para cada caso.
Paliar los efectos de los tratamientos
Así, en este espacio de cuidados y estética oncológica es posible adquirir, “de la manera más económica posible”, cosmética 100% natural y específica para las necesidades y los condicionantes de los enfermos, como maquillaje, hidratación, tintes, geles y champús, jabones o cremas solares…, así como productos de parafarmacia recomendados por los oncólogos, los radiólogos y el personal de Enfermería de los hospitales salmantinos -que han proporcionado apoyo y orientación a los promotores del proyecto-, para paliar los efectos que en algunos casos producen los tratamientos de quimio y radioterapia, como sequedad de la piel y las mucosas, llagas en la boca o grietas y dolor en las uñas, e incluso la caída de las cejas, que puede inetntar prevenirse mediante la utilización de un gel de silicio que actúa como regenerante celular.
Del mismo modo, HALIA dispone de una sección de peluquería y posticería en la que los afectados pueden acceder a distintas soluciones para sentirse mejor si pierden el pelo durante el proceso terapéutico, ya sea mediante postizos específicos o maquillaje semipermante para cejas y pestañas, o mediante pelucas naturales, sintéticas o de última generación en el caso de la pérdida del cabello, uno de los efectos secundarios de algunos tipos de quimioterapia que más temen los afectados, y al que también es posible hacer frente mediante complementos como turbantes, gorros y pañuelos oncológicos, realizados en fibras naturales que no dañan el cuero cabelludo ni obstruyen el folículo piloso.
Para responder a las demandas de los enfermos en este sentido, el centro cuenta con Teresa Hernández, una peluquera posticera que acumula tres décadas de experiencia y que también se hace cargo de una zona de peluquería en la que los afectados y sus seres queridos pueden disponer de total intimidad en instantes difíciles.
El ‘lujo’ de llorar
“Cuando te tienes que rapar el pelo por primera vez vives un momento muy doloroso, porque es cuando realmente te ves enferma. Aquí tratamos de que se sientan a gusto; que hablen, que rían si quieren, que lloren, si tienen que llorar. Les digo que soy compañera de fatigas, que he pasado por ello, que sé cómo se sienten y por eso les puedo ayudar, y si puedo evitar que alguien pase por lo que yo pasé…”, comenta Lourdes Mateos, antes de reconocer que eso de “tranquila, que eres fuerte” lo escuchan “a todas horas”, pero no siempre es lo que se necesita.
“Nuestra cabeza va a mil por hora, y te tienes que permitir el lujo de poder llorar”, subraya. Los afectados pueden hacerlo, y expresarse como mejor les sirva, en este rincón de peluquería en el que se utilizan champús específicos para cada momento del proceso terapéutico y tintes totalmente naturales para que los pacientes puedan sentirse mejor con su aspecto, siempre que el médico no lo desaconseje.
Lo mismo ocurre con la sala de estética, donde el equipo HALIA utiliza los utensilios y las cremas o ceras de depilación recomendadas en cada fase de la enfermedad, siempre naturales, y también ofrece tratamientos que ayudan a que la piel esté hidratada y nutrida antes y después de los ciclos de quimio o radioterapia.
Prendas “bonitas”
Por otro lado, el centro cuenta con un amplio abanico de posibilidades en relación a la lencería protésica y a la ropa deportiva y de baño que deben utilizar las mujeres mastectomizadas. “Quise traer de todo; desde el sostén quirúrgico hasta sujetadores y bañadores bonitos para que las mujeres operadas se sientan un poco mejor”, destaca. Y como no olvida su dolorosa experiencia, Lourdes se ha ocupado de que las afectadas dispongan de un amplísimo probador en el que, si lo desean o se ven superadas por la emoción o la debilidad, pueden sentarse y tomar un té relajante.
“En todo momento hemos querido ver la cara humana del cáncer. Por eso no pretendemos hacer una venta, sino cubrir una necesidad real; convertirnos en un lugar en el que los afectados puedan decir que hemos respondido a sus necesidades, siempre con su oncólogo como profesional de referencia”, explican Lourdes Mateos y José Pedro Corredera, que subrayan que la intervención del equipo tiene en cuenta “el antes, el durante y el después del tratamiento”, fases que ambos han atravesado, lo que les permite poner en su labor ese matiz humano y empático tan relevante cuando la palabra cáncer irrumpe en la vida de una persona y la pone patas arriba. Es entonces cuando sentirse bien, también delante del espejo, es imprescindible para afrontar la lucha con las máximas fuerzas.
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