La inteligencia emocional de la que todo el mundo habla como la mejor vía para canalizar nuestras emociones y ser más felices en relación con los demás no es baladí, pero la realidad es que las emociones no son iguales para todos, ni todos las percibimos de la misma manera. No es el mismo el sentimiento de desprecio en Estados Unidos o Reino Unido, donde casi ni utilizan este sustantivo, que en España o en los países hispanohablantes.
Lo sabe muy bien quien lleva décadas estudiando las emociones, entre ellas, y de manera profunda, el deprecio; pero sobre todo la forma de validar un test universal que pueda medir estas emociones en el contexto en el que se mueve cada individuo. La catedrática en el área de Metodología de Ciencias del Comportamiento en la Facultad de Psicología de la Universidad de Salamanca, Ana Rosa Delgado (Vitoria, 1963) trabaja en el diseño de un test de vocabulario emocional en español, fundamental para avanzar en las teorías más actuales de la emoción humana. Luego, podrán llegar las terapias o las investigaciones más avanzadas, pero Ana Rosa Delgado tiene muy claro que la “ciencia es un proceso”, más allá de los resultados, y sobre todo, mucho más importante que lograr financiación a toda costa.
Un camino, el de la investigación, claramente vocacional, por eso es defensora a ultranza de políticas que garanticen la estabilidad, el repuesto con jóvenes investigadores y la consistencia de los objetivos, porque entender “la ciencia por encima de sus posibilidades, es pan para hoy y hambre para mañana”.
Quizá fuera aquel profesor de Filosofía en el instituto de Logroño, de donde realmente se siente, quien le dejara marcada para siempre la necesidad de perseguir la evidencia científica dudando de todo y, sobre todo, midiendo los procesos con precisión, pero lo que está claro es que no dará su brazo a torcer para convertirse en “representante comercial de mi investigación”, sino que utilizará el tiempo y la voluntad que sea necesaria para aportar su granito de arena en revertir la evidente realidad de que “en Psicología, en Ciencias Sociales y en Ciencias de Salud, nos falta hacer mejor medición”.
Cuando nos encontramos ante una mujer que desde Salamanca ha viajado a medio mundo exponiendo sus conocimientos, hablando de las emociones y de métodos para medirlas, con publicaciones en revistas de gran prestigio internacional, como Plos One, por citar alguna, es un placer preguntar, con la respuesta ya dada, ¿Ellas Investigan, sin género de dudas?
Sin duda, y en Psicología las mujeres somos mayoría. Es verdad que no en puestos de poder, en cátedras o en rectorados, pero es porque la historia viene así desde hace siglos. Cuando yo estudiaba en el colegio, todavía era sólo de niñas, y era una escuela pública nacional. En estos años, ha cambiado muchísimo el mundo y hemos avanzado bastante. En ámbitos académicos, casi hemos avanzado del todo.
Después de caminar de la mano de muchas otras mujeres investigadores, sí hay una constante que se repite en este sentido a la hora de descartar conflictos de género en el ámbito universitario. ¿De verdad no hay situaciones de desigualdad en la Universidad?
Yo diría que, cuando existen, no se deben tanto a cuestiones académicas como a que socialmente el mundo tiene ya ciertos sesgos machistas y a veces aparecen en nuestro contexto porque formamos parte de la vida social. No aparecen por el conocimiento en sí, sino por cómo son las personas. A lo mejor lo atribuimos a que es una cuestión de sesgo, y es simplemente porque a esa persona le caemos mal. Yo diría, en principio, que no hay ningún problema especial por ser mujer; además, estoy en una carrera donde hay muchas mujeres.
La Psicología también parece enmarcarse en una rama de conocimiento muy femenina, como las Ciencias de la Salud o la Educación.
La mayor parte de nuestras alumnas son mujeres, a veces me da hasta por pensar que estamos en un colegio como los de antes.
¿Por qué?
Teorías hay para todo. Aunque no haya mucha diferencia en aptitudes cognitivas entre varones y mujeres, y no hay demasiadas, porque esto se mide y se sabe, parece que importa más la motivación, que es lo que verdaderamente marca el futuro. Hay estudios que reflejan cómo mujeres que son verdaderamente buenas en Matemáticas no se dedican a ellas, sino a la aplicación de cuestiones matemáticas en ciencias que tengan que ver con personas, teniendo en cuenta la distinción con las ciencias que tienen que ver con objetos. Entonces, para un mismo nivel de aptitud, son las motivaciones las que llevan a las mujeres a elegir más unas carreras que otras. Incluso en las sociedades más avanzadas, cuando se puede elegir, las mujeres se dedican a lo que más le apetece, y acaban por decantarse menos por lo tecnológico.
“Para un mismo nivel de aptitud, son las motivaciones
las que llevan a las mujeres a elegir más unas carreras que otras,
y casi siempre son las que están relacionadas con personas”
Por ejemplo, en la sociedad soviética, tenía que haber la mitad ingenieros y la mitad ingenieras, y en cuanto han tenido la posibilidad de elegir, han decidido no ser ingenieras en mayor número. En cuanto a la explicación, si es biológica o tiene que ver con el ambiente, si se debe a la naturaleza o a la sociedad, ahí está abierto el campo de la investigación; pero lo cierto es que la diferencia se da y la motivación, venga de donde venga, nos dice que hay más interés de las mujeres en relación con las áreas de conocimiento en torno a las personas.
Igual nos empeñamos en que haya mujeres en carreras técnicas en contra de su voluntad…
La psicóloga canadiense Doreen Kimura, con la que trabajé un poquito al final de su vida, decía que ni es justo, ni es deseable, ni apetecible que tengamos que estar al 50% en todas las profesiones, porque eso significa que va a haber mucha gente descontenta con la profesión a la que le toca ir. Si uno puede elegir y le apetecen más las Ciencias Sociales, ¿por qué se va a ir a la Ingeniería?
La clave está en poder elegir.
Claro, otra cosa es que se pongan los medios para que no haya sesgos, que se pueda elegir y que cuando una mujer vaya a una carrera o a un trabajo, no se encuentre con que la señalan con el dedo. Hay historias que cuenta la gente de mi edad… cómo en carreras donde casi todos eran chicos y las miraban como marcianas, incluso las trataban fatal los propios profesores, y tenían que escuchar comentarios del tipo: “Con lo mal que está el servicio, que tengamos aquí a estas mujeres perdiendo el tiempo”. Ese tipo de cosas que ahora, afortunadamente, han desaparecido del mapa. Hemos cambiado mucho y a mejor, y yo creo que mientras haya igualdad de oportunidades, por definición, no tenemos que estar al 50% en todo, porque eso significa hacer a la gente infeliz.
“No me parece justo, ni siquiera deseable ni apetecible,
que las mujeres tengamos que estar al 50% en todas las profesiones,
porque eso significa que podría haber mucha gente infeliz”
Sin embargo, más allá de poder elegir en el ámbito académico, hay una realidad social machista que está ahí y que cada día, además, nos ofrece noticias trágicas. Desde el punto de vista psicológico, ¿se puede explicar por qué todavía hay una parte importante de la población que sufre la falta de igualdad de oportunidades?
No es una pregunta a la que se pueda responder científicamente. Porque aunque haya pequeñas diferencias cognitivas, unas veces a favor de los varones y otras a favor de las mujeres, la sociedades modernas occidentales tienden en la educación a dar igualdad de oportunidades y apoyar a mujeres y varones para que cada vez nos parezcamos más, mientras que hay otras sociedades en las que se intenta todo lo contrario, mediante la educación, que se separen cada vez más. Pero el problema de la violencia machista se da en las dos. A lo mejor es una cuestión de tiempo. Yo veo que las nuevas generaciones han avanzado mucho en este terreno, aunque es verdad que en las relaciones afectivas se ve que sigue habiendo problemas y maltrato, incluso en las sociedades del norte de Europa, que son las más avanzadas, hay más maltrato. Hay algo que se nos está escapando, pero en el machismo del día a día se ha avanzado mucho. Cuando yo era pequeña, todavía las mujeres no podían firmar cuentas bancarias ni recibir herencias, en poco tiempo hemos avanzado bastante, y estas cosas no se resuelven sólo sacando la pancarta, se resuelven trabajando; no digo que no que haya que sacarla, pero, sobre todo, lo que tenemos que hacer todos, en nuestro terrenito, es dedicarnos a que haya mayor igualdad.
¿El peso de la historia no se puede cambiar en un siglo?
Eso está claro. En la URSS se hizo lo posible porque hubiera mujeres ingenieras, médicas, científicas… en la misma medida que los hombres; las había y eran muy buenas. Y sin embargo, ahora hay muchísimas menos, en cuanto han podido elegir lo que quieren hacer. Lo importante en todos los casos es disminuir la brecha en aspectos verdaderamente importantes. Parece claro que si sigue habiendo tantísimo maltrato es porque algo no se está haciendo bien, y no sabemos afrontar las causas. Quizá pensar que con un poquito de educación se acabará resolviendo no sea suficiente, pero son los políticos los que se tienen que encargar de poner en marcha los planes para que esto se resuelva.
Algo se hace mal, eso está claro
Fácil no va a ser ni resolverlo, ni conocer todas las causas, sino ya las sabríamos, porque éste es un problema de todos los países…
Por eso preguntaba si se puede explicar psicológicamente, por ejemplo, por la vigencia de la teoría del macho dominante…
Seguro que se pueden dar muchas explicaciones al respecto en Psicología, incluida ésa, pero otra cosa es la evidencia científica. Ciertamente, en la historia evolutiva eso ocurre, pero eso no significa que en nuestra especie tenga que ser así, ni que con la educación no pueda revertirse. La biología no es el destino. ¿Puede haber bases biológicas? Las habrá, las hay para todo, lo absurdo sería pensar lo contrario. Se sabe que los varones son más agresivos que las mujeres, y también se dice que las mujeres parecen más afectivas, aunque los meta análisis no lo corroboran.
Interesante. Porque a veces se hacen afirmaciones en temas muy serios con bases demasiado superficiales…
Cuando dicen que hay que poner la ciencia en valor, a mí me asusta un poco, porque parece que la ciencia es un resultado, y que tenemos que estar dando resultados todo el rato, pero la ciencia no es un resultado, es un proceso. La gente va a acabar creyendo que somos unos charlatanes, porque lo que decimos hoy, igual mañana no es cierto. Pero es que en ciencia no se llega a la verdad, eso es en las religiones; en ciencia se van descubriendo cosas progresivamente o nos vamos acercando a ellas, así es como se plantea. A veces la difusión de la investigación es contraproducente; de hecho, existe una amenaza a la validez de los resultados de una investigación que se llama difusión de los objetivos de una investigación. Un átomo no cambia de trayectoria porque el investigador cuente lo que está haciendo, pero mis alumnos sí pueden cambiar la forma en la que responden a un test en un área experimental si saben que estoy haciendo, y eso afecta a los resultados.
Y, sin embargo, cada vez hay más difusión de resultados, muchas veces engañosos.
Yo tendría cuidado con eso de que vamos a difundirlo todo, porque hay objetivos de investigación que es mejor que, mientras se está trabajando, no se difundan, incluso en Ciencias de la Salud. Por una parte, se acaba pensando que lo que decimos es la verdad, y cuando dos años después se afirma otra cosa, se pierde reputación en la Ciencia; y por otra parte, porque en Ciencias Sociales, cuando el sujeto es un humano, éste puede cambiar; no tanto una rata, aunque también, hay estudios en los que el animal ve la cara del investigador y le puede condicionar a que haga determinada cosa en lugar de otra, pero en ese caso, la difusión de la investigación no es un problema, porque las ratas no leen….
Esto es un proceso para intentar llegar a la verdad, para saber si se explicará así…
Fíjate en Nutrición: ayer la sardina era pésima y hoy es excelente. A mí lo que me da miedo es que se venda la ciencia por encima de sus posibilidades. Claro que la ciencia es importantísima, pero cuando todavía no hay estudios suficientes, querer dar ya recomendaciones a la población…
“Parece que en Ciencia tenemos que estar dando resultados
todo el rato, pero la Ciencia no es un resultado, es un proceso.
La gente va a acabar creyendo que somos unos charlatanes,
porque lo que decimos partiendo de los conocimientos de hoy,
mañana igual ya no es cierto”
Ahí estamos, en la investigación, que es un proceso que no acaba nunca y que se enfrenta cada día a muchos retos y muchos problemas, no sólo por la falta de financiación. ¿Qué necesitamos para que esto marche bien?
No querría decir financiación, porque al final parece que todo es dinero y, por ejemplo, mis proyectos son baratos, aunque lo son porque yo he acabado adaptándome a pedir aquellos proyectos que sé que voy a poder hacer. Pero más allá del dinero, no tenemos ayudantes; en mi área, por ejemplo, somos todos funcionarios y bastante mayorcitos. Para poder hacer investigación en condiciones, se necesita saber si se contará con personas en formación con estabilidad, porque tampoco me sirve de nada tenerlas una temporada. Yo las he tenido, me han ayudado mucho, y al final se van, porque aquí no encuentran nada. Me da bastante pena que una persona formada en el sistema público, con una beca del sistema público, se tenga que ir a una universidad privada porque aquí no encuentra salida. Una carrera investigadora necesita que entre gente, nuestros buenos alumnos se van a ir y esto se va a acabar, mucho más en esta rama del conocimiento, Metodología de las Ciencias del Comportamiento, que no es la que más gusta a los alumnos, porque incluye cuestiones de Estadística, Epistemología…
Una amenaza importante: la falta de repuesto.
La falta de repuesto y la falta de estabilidad. Si yo me he especializado en hacer estudios baratos, en los que no se necesita apenas personal, es porque es la única forma en la que puedo mantener una línea de investigación estable, porque si ahora tengo mucho y pasado mañana no tengo nada, frustración asegurada. Por eso no quiero nombrar sólo la financiación como problema, porque también hubo una época, y eso me molestó mucho, en la que se pedían proyectos sólo con la idea de lograr mucho presupuesto, e incluso te reprochaban que pidieras proyectos baratos. Cuando en las universidades se habla de que los investigadores tenemos que traer dinero, yo sinceramente creo que lo importante es que tu objetivo sea relevante, no que el proyecto sea caro o se necesiten grandes aparatos, que van a estar obsoletos en cuatro años, y si no tenemos estabilidad, no vamos a poder comprar el siguiente, y ése se nos va a quedar ahí descalibrado. El problema de verdad es conseguir financiación estable asegurada.
Financiación, financiación estable y repuesto, tres claves de futuro.
Sí, digo financiación, digo financiación estable para tener repuesto y digo también que esté destinada a objetivos reales, porque en los últimos tiempos parece que, como lo más importante es captar fondos, hay que hacer un excesivo marketing de la investigación. Yo no lo hago, sinceramente; propongo mi proyecto, que sé que es importante desde el punto de vista científico, y si a los revisores también se lo parece, adelante. Lo que no parece serio es que como hay que conseguir proyectos de mucho dinero, se investiga en lo que sea, como si la función del científico fuera ser representante comercial de su investigación. Yo no soy una representante comercial, yo soy docente e investigadora, pero sobre todo investigadora.
“Me da miedo que se ‘venda’ la Ciencia
por encima de sus posibilidades”
Ahora lo que no se vende no existe…
La ética de la investigación me impide decir que voy a hacer lo que no puedo hacer, entonces me limito al objetivo científico. Sé que el objetivo económico es importante y que los países occidentales ahora se empeñan en asegurar que la I+D es la que va a hacer avanzar el país, pero a veces tengo la sensación de que quienes lo están diciendo no saben lo que es la I+D, y están vendiendo tecnología que todavía no existe y no va existir. Veo mucho marketing de la Investigación y el Desarrollo, como si sólo por invertir dinero se fueran a resolver todos los problemas del mundo. Si se invierte mucho y no hay buenos investigadores, porque no hay recambio, ¿qué se va a conseguir? Nada, sólo que en unos años la Ciencia pierda reputación y se vuelva al chamanismo, que siempre está ahí, y es mucho más barato y más fácil.
No todo es dinero, eso está claro, sino saber hacia dónde vamos y qué queremos conseguir…
Si el científico nuevo no tiene vocación investigadora y honradez, si no estamos formando para un futuro estable, si solo nos centramos en saber cómo conseguir dinero y lograr una publicación aquí y otra allá, no llegaremos a ninguna parte; pan para hoy y hambre para mañana.
Vocación: la clave de un científico; si no parece imposible perseguir objetivos a largo plazo y aprender ese camino de frustración. ¿Había ya una clara vocación investigadora en su infancia?
Siempre he leído muchísimo; además, de pequeña tuve asma, y era la típica niña que leía y leía, me encantaba ir al colegio y sacaba muy buenas notas, así que, investigadora o no, siempre me ha gustado y me he sentido muy cómoda en el ambiente académico. Además, tuve grandes profesores de Ciencias en el instituto Sagasta de Logroño y me recomendaron la ruta de estudio adecuada para hacer Psicología, con Matemáticas, Biología… Recuerdo también en Primaria a una profesora de Matemáticas que era licenciada en Química, que no era lo habitual en una escuela pública. Así que me enseñaron muy bien las Matemáticas, fundamental para no tenerles miedo y sentirse cómoda en un área como la que estoy ahora.
“Me da bastante pena que una persona formada
en el sistema público, con una beca del sistema público,
se tenga que ir a una universidad privada
porque aquí no encuentra salida”
Tuve además un profesor de Filosofía –siempre hay un mentor en nuestra vida–, José Manuel San Baldomero, que fue decisivo para mi futuro en la Psicología. Leí las obras completas de Ortega y Gasset y él tutorizó un trabajo; además sus clases era casi todo Psicología, nos hablaba de la Psicología evolucionista, de la memoria… A partir de ahí yo tuve muy claro lo que iba a estudiar. También hay cuestiones de personalidad; soy bastante introvertida, no es que no sea sociable, pero me gusta leer y me produce mucha satisfacción resolver problemas. Todo esto ayuda, porque la científica es una carrera muy solitaria, aunque tengas mentores que te orienten y te supervisen.
¿Y la vocación continúa?
Nunca se me ha ocurrido ser otra cosa que investigadora, y para ello tenía que ser docente. Es verdad que, aunque quede mal, dar clases no es mi vocación inicial, sin embargo, con el tiempo valoras lo positivo, como aprender a captar mejor los conceptos porque tienes que explicarlos, o conocer de primera mano aquello de lo que otros dudan, algo que igual no se me ocurre planteármelo, pero a mis alumnos sí. Cuando eres más joven quieres aprender, quieres investigar, quieres resolver problemas, pero llega un punto en que ves que también te gusta enseñar a otros para que puedan hacerlo ellos y, si hay suerte, que alguno siga investigado.
Al final es un acto de generosidad y de agradecimiento, enseñar a otros. Empezando por decirles que lean a Ortega y Gasset, como hizo usted, algo inaudito para estas generaciones, que leen mucho menos y aborrecen la Filosofía y las Matemáticas, casi lo fundamental para saber pensar… Pensamiento y lenguaje matemático…
No sólo el lenguaje matemático. Yo veo algunos alumnos en la Universidad con serias dificultades para entender textos científicos, que no cumplen la competencia mínima, que es poder leer y escribir al nivel requerido. No les echo la culpa sólo a ellos, es el sistema educativo actual, que no debería permitir que se llegue así a la Universidad.
También cambiaron los planes de estudios hacia los Grados… ¿Perdimos?
Como todo, la Universidad ha evolucionado para bien en muchas cosas, y en otros no tanto. Por ejemplo, si comparo Bolonia con las licenciaturas, lo cierto es que antes las asignaturas más largas permitían matizar más los procedimientos, y eso era una ventaja. Menos mal que siempre hay un grupo de alumnos excelente, pequeñito, que además ahora puede aprovechar las ventajas de las nuevas tecnologías. Antes, realizar un análisis estadístico nos llevaba mucho tiempo, y ahora se hace más fácilmente; claro que también tiene inconvenientes, porque se hacen análisis a lo tonto que no sirven para nada….
De hecho, su objetivo principal de investigación se centra en el interés por mejorar la validez de las medidas psicológicas y neuropsicológicas de las emociones humanas, que aparecen desde el minuto uno en su investigación. Con una dedicación destacada, además, al término desprecio.
Es un proceso largo para llegar hasta donde estoy ahora. En la tesis ya trabajé sobre dos sentimientos morales, la culpa y la vergüenza como consecuencia de la atribución de responsabilidades. A partir de ahí, durante mi estancia en Inglaterra, trabajé en la atribución de responsabilidades en delitos de celos, y enseguida supe que me iba a dedicar a la metodología por algo muy sencillo: me di cuenta de que en Psicología se sumaban puntos, pero no se medía bien. En muchas investigaciones en las que hay una serie de cuestiones arbitrarias se ponen puntos, y al final resulta una puntuación y se asume que eso es un número, lo que implica magnitud, y no es cierto.
“El término ‘desprecio’ tiene mucho más campo semántico
en España que en EEUU; es más, en Inglaterra, el término concreto,
‘contempt’, no lo entiende mucha gente”
Me acuerdo de que estaba con los test de responsabilidad, en los que se le preguntaba al sujeto: “¿Te has sentido culpable?, ¿te has sentido responsable?”. En el lenguaje ordinario se repetían más o menos las mismas preguntas, aunque no sean comunes en Filosofía del Derecho, pero normalmente una persona se siente culpable si se siente responsable, y se siente responsable si se siente causante. Al final, yo pensaba: “Lo que está respondiendo es la misma pregunta ocho veces”. A mí aquello no me encajaba. En general, la investigación que se hacía en Psicología en términos de medida dejaba mucho que desear, porque veníamos de una época conductista, y en Psicología social o de la personalidad se utilizaban cuestionarios sin suficiente validez. Todavía hoy se sigue asumiendo que contar puntos es lo mismo que medir, y no es cierto. Por otro lado, la cuestión más cualitativa –hacer test, contar puntos y concluir– se hace partiendo de una teoría que no refleja la realidad del entorno.
¿Por ejemplo?
Concretamente, el término desprecio tiene mucho más campo semántico en España que en EEUU; es más, en Inglaterra, el termino concreto, contempt, no lo entiende mucha gente. Allí utilizan el verbo despise (despreciar), pero el sustantivo aparece menos, optan más por el asco moral o la rabia. Si de partida estamos midiendo con mucho ruido o infra representando el constructo, por ejemplo, midiendo el desprecio como lo consideran los americanos, y no como lo consideramos nosotros, nuestras conclusiones no van a ser las mejores posibles. Es decir, que si el problema en sí son los datos, si no se está midiendo bien, no valdrá todo lo que se haga después: estadísticas, teorías sofisticadas, visualización cerebral… Sigo teniendo claro que en Psicología, en Ciencias Sociales y en algún área de Ciencias de Salud nos falta hacer mejor medición.
¿Cómo se mide el desprecio? ¿Cómo se mide una emoción?
Cada vez es más importante la medida de las cuestiones afectivas, no sólo las cognitivas, y con las nuevas corrientes teóricas de la Psicología, esto se ha podido incorporar a la Psicología científica. En 2008, fui la investigadora principal del proyecto La expresión del desprecio, financiado mediante una acción EXPLORA del programa CONSOLIDER-INGENIO 2010, y que dio lugar en 2010 al proyecto Las variedades del desprecio, un proyecto inusual, pero cuyos resultados cualitativos y cuantitativos están en la base del diseño de los tests de aptitudes emocionales sobre los que actualmente investigo. No sólo la manifestación facial del desprecio, sino también a qué nos referimos cuando se habla de desprecio. Porque en los textos americanos, en general, se refieren al desprecio por falta de aptitud, porque alguien es peor, y de hecho hay un componente de superioridad cuando desprecias a alguien, pero en España el desprecio surge mucho más en situaciones sociales: la abuela que estaba en la boda y a la que no saludaron, y le “hicieron un desprecio’… Pero, además, cuantitativamente, hice un análisis de las emociones en el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) de la Real Academia y también vi que en España se utilizaba el desprecio más que en otros países, incluso dentro del castellano, lo cual no es un experimento, es una indicación de que el desprecio aquí podría ser más importante. Así que entre el aspecto cualitativo y esa primera descripción ordinal, aquello nos sirvió para plantear hipótesis de cara al futuro sobre cómo podría medirse, por ejemplo, en qué situaciones se da el desprecio para poder hacer ítems.
Habla de las variedades del desprecio, que son muchas…
No es lo mismo el desprecio que uno siente por un amigo que no le llama que el que siente por un violador, o el que siente por un banquero que ha dejado el banco desplumado. Y si sólo se hacen visualizaciones cerebrales, ves a alguien que pone cara de desprecio, pero no es lo mismo si en ese momento lo que tiene más presente el sujeto es que esa mañana ha visto un violador por la tele o que si se ha encontrado con una amiga que ha mirado para otro lado. No puede ser lo mismo. Por eso exploramos el desprecio de muchas maneras. Incluso con una becaria que trabajó mucho y con la que logramos una publicación conjunta abordamos la diferencia entre el desprecio, el asco y la rabia, la tríada del reproche, porque también estos sentimientos se utilizan para reprochar a los otros cuando hacen algo mal. Ahora hay mucha investigación psicológica sobre esas tres emociones. Con todo, mi idea seguía siendo profundizar en cómo se está midiendo todo esto en Psicología y Neuropsicología y plantearme la construcción de un test de medición de emociones, no sólo la del desprecio, aunque era la menos explorada de todas y tuvo mucho sentido trabajar con ella.
¿Hacer un test para medir las emociones?
Para medir el conocimiento de las emociones. En relación con la inteligencia emocional, de la que tanto se habla. Si las nuevas teorías de la emoción dicen que lo conceptual es muy importante, y la parte que mejor miden los test de inteligencia emocional resulta que tiene como base el conocimiento emocional, pues midamos conocimiento emocional. Teniendo en cuenta, además, que en este contexto ahora ya no es suficiente el conductismo; porque si yo veo una sonrisa en tu cara no tengo por qué pensar que estás contenta. Así que si uno quiere medir cómo está una persona, respecto a las emociones afectivas o sociales, tendremos que afinar más, con términos y etiquetas para categorías conceptuales que son muy precisas, no sólo es tristeza o alegría, el castellano es muy rico en este sentido.
¿Tendremos un test de medida de conocimiento de emociones en castellano?
Mi trabajo se centra ahora principalmente en eso, en desarrollar esas pruebas de conocimiento de emociones en español por medio de modelos de medición invariante, en colaboración con Gerardo Prieto, catedrático emérito con el que llevo trabajando muchos años, y Debora I. Burin, que fue una doctoranda nuestra y continúa este trabajo en Argentina. El hecho de que las teorías más actuales de la emoción humana consideren el conocimiento conceptual apoyado en el lenguaje como constitutivo de las emociones hace que una adecuada medición del vocabulario emocional en español no solo sea un objetivo científicamente relevante, sino también una tarea de interés cultural.
“El vocabulario emocional es un buen indicador de lo que denomina
inteligencia emocional: los conceptos son mucho más importantes
de lo que se pensaba previamente, tanto para comunicar las emociones
como para que sean constitutivos de ellas”
Tenemos la suerte, además, de que hay un Corpus excelente de la Real Academia, que ofrece datos descriptivos de la frecuencia de uso de los término por países. A partir de él, ya construimos un test anterior y ahora hemos pedido un nuevo proyecto para seguir trabajando en esta línea con un modelo de medida, que es moderno, avanzado y realmente es válido, el modelo de Rasch, que consideramos que tiene características especiales para dar mejor respuesta a esa vinculación entre las nuevas teorías de la emoción y los modelos avanzados de medida con ítems para que las personas hablen de las emociones en su ámbito, en su sociedad…
¿Para que servirá un test del vocabulario emocional en español?
El vocabulario es un buen indicador de inteligencia cristalizada (“capacidad de utilizar el conocimiento y la experiencia aprendidos”) y la inteligencia emocional correlaciona con la inteligencia cristalizada; al final las definiciones que se hacen son sobre conocimiento de emociones, y una de las mejores formas de mediarlas es el vocabulario emocional. No hay ningún test de vocabulario en español –bueno, ni en ningún otro idioma– para medir las emociones, casi siempre se trabaja con datos normativos, que también son importantes. Por ejemplo, cuando le preguntan a un padre a qué edad aprendió su niño una palabra o cuando se pregunta a los alumnos a qué edad aprendieron determinada palabra, estamos hablando de estimaciones subjetivas de la dificultad, pero nosotros queremos desarrollar un test; ya lo hemos hecho, y ahora queremos uno mejorado, en el que se mide precisamente la dificultad, el sujeto debe saber el significado de la palabra en términos asociativos. Objetivamente, medimos vocabulario emocional, pero es indicador de conocimiento emocional, al final medimos un aspecto de las emociones. Los conceptos son muchos más importantes de lo que se pensaba previamente, tanto para comunicar como para constituir las emociones.
¿El propio lenguaje nos determina las emociones?
Hasta ahora hemos funcionado mucho a la manera conductista o más ingenua sobre la realidad: aquí está el mundo y aquí estamos nosotros, nos pasa algo, hay un estímulo, nosotros respondemos, ponemos cara de pena, en nuestro organismo pasa algo, y ya está, pero estos modelos son más complejos y hablan de un proceso constructivo. También se puede hablar incluso de la realidad aumentada por el lenguaje. El lenguaje no es sólo una forma de comunicarnos, sino que también contribuye a la percepción de la realidad.
¿Conocer las emociones ayudará a conocerse mejor a uno mismo?
Lisa Feldman Barret (La Vida Secreta del Cerebro. Cómo se construyen las emociones, Paidós, 2018) –que ha sido una pionera, sus teorías han subido como la espuma y tiene los mejores proyectos de Psicología en EEUU– cuenta en varias entrevistas cómo ha pasado de que se rieran ella porque hablaba de que lo importante en las emociones es la variedad y los conceptos, cuando lo que se medía eran las caras, a que ahora ella sea la que edita los principales manuales de teoría de la emoción. Lo que plantea precisamente es que incluso aprender vocabulario emocional de otros países nos ayuda a partir mejor el dominio de nuestras emociones. Por ejemplo, la vergüenza ajena en español, que no existe en otros países; tú se lo cuentas a un extranjero y enseguida reconoce esa emoción: tener conocimiento emocional suficiente como para aprender a partir el dominio de manera más fina, con contextos y secuencias. No es lo mismo resignarse que odiar, son elementos muy diferentes. Hay términos que son mucho más finos, incluso en otras lenguas. Hay gente que sólo se siente o bien o mal: por un lado, solo tiene rabia, asco y odio, y por otro, sólo está contento. Le pasa a mucha gente en estadios leves, y en las entrevistas que hacemos pensamos que algunas personas van a ofrecer muchos elementos emocionales, y no es así. No sabemos si existe alguna razón o es que realmente no tienen el conocimiento suficiente como para partir la realidad en situaciones que exijan una respuesta.
“El lenguaje no es sólo una forma de comunicarnos,
sino que también contribuye a la percepción de la realidad”
Hay muchas patologías en las que existen problemas del conocimiento del medio. Es algo socio-afectivo; si no sabes bien cómo va a reaccionar una persona, no puedes relacionarte bien en tu mundo. En Neuropsicología hay muchos tipos de lesiones que cursan con problemas para adaptarse a la vida social, pero también en la vida diario es importante aprender a regular las emociones. Yo no me dedico a la clínica, pero saber utilizar adecuadamente las emociones te sirve. Igual los psicólogos partimos más fino en este sentido, pero hay mucha gente que dice: “¿Por qué me tratan así, si yo trato a todo el mundo bien?”, y tú te preguntas: “Dios mío, ¿se dará cuenta de cómo se está comportando realmente?”.
¿Se podrían aplicar los test en un diagnóstico o una terapia?
Nosotros hacemos investigación básica, pero por el tipo de teorización de la que venimos sí tiene aplicación, en el ámbito terapéutico y en el ámbito escolar, pero yo esto lo dejaría para más a largo plazo.
Me gustaría incidir, además, en que se trata de un test en castellano.
Muchas veces se traducen los test de otros idiomas, sobre todo del inglés, y no es lo mismo. Nosotros estamos usando el español en Ciencia y lo estamos haciendo con la perspectiva de que lo vamos a poder emplear en todas las zonas hispanoparlantes, incluido Estados Unidos. Pero para eso hay que trabajar, no se puede vender que ya está, tenemos que mejorarlo. Imagínate que ahora mis alumnos quieren decir: “Soy súper inteligente emocionalmente”, y como ellos saben que yo me dedico a esto, estudian este diccionario emocional, y entonces ya no mediría lo que tiene que medir. Es como el que estudia los test para ir a los psicotécnicos, sacará buena nota, pero no está midiendo, el test deja de ser válido.
Muy prudente. ¿Cuándo se va a poder utilizar este vocabulario en español que mide las emociones?
Pues si nos conceden el proyecto, en tres años lo tendremos hecho, y en cuatro estará publicado en abierto y se podrá emplear.
¿Por qué en España el desprecio es un concepto muy saliente?
Es un dato. Simplemente la frecuencia de uso del término desprecio en castellano es mayor que en otros países hispanoparlantes, y si lo comparas con Inglaterra, allí al principio, como concepto, no saben muy bien ni lo qué es.
¿Por qué siente desprecio la gente?
Tenemos bastantes publicaciones al respecto en abierto, en dos tipos de estudios, tanto de entrevistas como con textos del Corpus de la RAE. Por ejemplo, en EEUU se usa mucho el asco por cuestiones sexuales, y aquí es más por objetos: “me da asco”; la rabia la usamos sobre todo con personas cercanas, y el desprecio se siente más bien respecto a papeles sociales, como contra un violador, si hablamos de cierta distancia. Y si hablamos de algo más cercano, entonces se desprecia a alguien que te hizo un feo. También se aprecia, pero muy poquito, el desprecio altruista, que es el desprecio moral.
También tiene varios trabajos de diferencias de género en cuanto a aptitudes. ¿Somos tan diferentes desde punto de vista psicológico?
Entre mi tesis sobre cuestiones emocionales y el inicio del proceso, en el año 2000, para elaborar estos test, realicé trabajos sobre visualización espacial, en los que me interesaba observar las diferencias sexuales. En aptitud de visualizaciones había muchos estudios y se consideraban, en muchos casos, una prueba de validez. Sin embargo, no es lo mismo la rotación mental de figuras, donde siempre salen diferencias sexuales a favor de los varones, que otras pruebas que se pueden resolver con estrategias analíticas, y ahí no hay tantas diferencias. En esa línea, lo que nos planteamos fue si había explicaciones instrumentales de esas diferencias, porque todo el mundo habla de si es la biología o el ambiente o la sociedad; hay discusiones sobre un fenómeno, cuando el fenómeno no está suficientemente replicado o sólo replicado con una pobre medida. Si las medidas son pobres, no representan adecuadamente el constructo.
“En Neuropsicología hay muchos tipos de lesiones que cursan
con problemas para adaptarse a la vida social, pero también
en la vida diaria es importante aprender a regular las emociones”
El científico tiene que dudar, y tiene que intentar mejorar lo que hay. Con estas premisas, lo que sí encontramos fue que incluso cambiando las formas de aplicar los instrumentos, por ejemplo, dejar más tiempo a las mujeres, que ya lo hicieron en Suecia en la Selectividad para los exámenes de Geografía, no notamos que en rotación mental se mejorase. Vimos que las condiciones de ejecución de las tareas mentales no servían para explicar las diferencias entre varones y mujeres. Luego pasamos a las matemáticas, aunque no es lo mismo la geometría que la aritmética o los aspectos verbales de los problemas. Lo que sí observamos fue la importancia del lenguaje.
Diferencias muy matizables, entonces…
La Ciencia tiene muchas limitaciones, es importantísima, pero no pretendamos sacar el beneficio al día siguiente, porque matamos a la gallina de los huevos de oro. La Psicología se ha ganado a pulso la reputación que tiene, y hay que tener mucho cuidado con lo que se hace a partir de ahora.
Científicamente, ¿la Psicología nos va ayudar a vivir mejor?
No me cabe ninguna duda, siempre y cuando no nos pongamos en manos de chamanes, porque igual que estamos viendo problemas con las pseudociencias en Medicina y en centros sanitarios, probablemente también las haya en Psicología. Con el tiempo iremos mejorando, pero tampoco se le puede pedir a la Psicología que resuelva todos los problemas. En el ámbito afectivo queda mucho por hacer, mucha investigación, pero veo buen pronóstico.
En su caso, además, es una investigación que ayuda a investigar, con test que valdrán para seguir midiendo emociones.
Son instrumentos que se han desarrollado a partir de teorías científicas y servirán para poner a prueba otras teorías científicas. En diez años es cuando se ha empezado a investigar de manera más científica con las emociones, antes era casi todo teoría cognitiva. En la medida de que hay más personas, más medios y más instrumentos, es un campo que va a florecer, pero yo no soy nada intervencionista. Ahora no vamos a hacer instrumentos para que todos los niños sean muy buenos emocionalmente y volvamos a la catequesis de cuando yo era pequeña y era obligatoria. Me gustaría mucho que cuando hablo de instrumentos y de investigación básica se viera realmente en ese sentido, y otros van a poder utilizarlos, algunos para objetivos que me parecen interesantes y otros no, pero ése ya no será mi trabajo.
Parece que la Psicología es un campo más vulnerable para especular; quizá en Medicina es más difícil, un medicamento cura o no cura, pero con las emociones….
Pero eso es porque se tiene una idea falsa y el marketing de la Ciencia está haciendo mucho daño. Se tiene la idea de que un fármaco cura, y eso no es cierto. Un fármaco cura en un número de casos y no cura en otro número de casos, y no se sabe muy bien por qué en unos sí y en otros no, pero se ofrece un porcentaje, igual que en terapias psicológicas. Luego nos encontramos con noticias en las que se habla de fallos en las prótesis o de que un investigador había recibido millones de dólares para promocionar un fármaco y no lo había contado, y al final la gente, que tenía esa idea ingenua de la Ciencia, de que es buena y me resuelve los problemas, empieza a perder la confianza y se pasa al chamanismo.
“Estamos perdidos si hacemos divulgación diciendo que la Ciencia
nos lo va a resolver todo pasado mañana, porque no es cierto”
Por eso con la divulgación tengo mis reservas, estamos perdidos si hacemos divulgación diciendo que la Ciencia nos lo va a resolver todo pasado mañana, porque no es cierto. Hay muchas vías de investigación que van a ser un callejón sin salida, pero la Ciencia es así: pones a prueba tu hipótesis y puede salir sí, o puede salir no, y es tan Ciencia en un caso como en el otro.
Un “entrenamiento para la frustración”, como decía Arantxa Tabernero en esta misma sección, Ellas Investigan…
Con toda la razón; no sólo es una tarea solitaria, por mucho que trabajes con compañeros, porque al final pensar y escribir lo haces tú, es que, además, cuando tenemos que publicar, encontramos obstáculos por todas partes. Te vas entrenando para llevarte disgustos, y hasta hay esquemas de lo que hay que hacer para no frustrarte a medida que va pasando el tiempo. Así como en algunas carreras uno va subiendo y nadie te evalúa continuamente, aquí sí. Igual después de muchos años no tienes los resultados que esperabas, pero yo, como me considero científica, investigadora, no creo que si llego a un resultado que no esperaba eso sea un problema.
Entre estancias y congresos, ha viajado por medio mundo, desde Buenos Aires a San Diego, pasando por Viena, Lisboa, Cambridge, Aalborg, Milán, Londres, Montreal, Canadá, Angers… ¿Hay muchas diferencias para los investigadores?
Hace unos años no había muchas diferencias más allá de la financiación, y ojo, que en España hubo unos años en los que estaba muy bien financiada. También hay cuestiones relacionadas con la carrera científica que son bastante diferentes en otros países, pero no necesariamente siempre mejores. Hay centros de investigación muy punteros, con muchas publicaciones, que hay que tener, pero a veces se pone demasiado el acento en publicar mucho, y no en publicar bien. Incluso hay una lista sobre revistas depredadoras, que publican mucho pero en las que también hay que pagar mucho. Aquí ahora estamos muy centrados en esto y no pasa en todos los países, mucho menos en Reino Unido. En Estados Unidos, donde son punteros, en los últimos años se han vuelto demasiado competitivos; hay profesores a los que dejan caer con mucha alegría, sobre todo en Letras, donde incluso muchos dependen de los cupones del Estado para comer, y otros son millonarios; una carrera demasiado despiadada y competitiva. Eso sí, luego tienen los mejores resultados. También la comunidad científica antes era mucho más amigable, con grandes maestros referentes… Recuerdo a uno de California… te mandaba sus publicaciones fotocopiadas, sin conocerte de nada, si se las pedías.
¿No se cambiaría por ellos?
En Ciencia hay que dudar. Mi compromiso es con los conocimientos científicos, y esta actividad, si es vocacional, es muy satisfactoria. Al final leo lo que me interesa, acabo pensando en lo que me parece interesante resolver y trabajo sobre ello. Y quitando que tengo demasiados alumnos y debo repetir la misma clase muchas veces, creo que estoy muy satisfecha con mi carrera. No me veo dedicándome a otro tipo de actividad.
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