El próximo jueves, Adolfo García-Sastre intervendrá en el XVIII Simposio Internacional sobre Nidovirus para hablar de cómo se regula la respuesta inmune innata a los virus y de determinados factores del huésped que están involucrados en combatir infecciones víricas. A pesar del intensísimo programa del encuentro científico, este prestigioso virólogo, formado en la Universidad de Salamanca bajo la dirección del profesor Enrique Villar, ha concedido unos minutos a ‘Salud a Diario’ para charlar de virus, vacunas e investigación. Es profesor de Microbiología y Medicina y director del Instituto de Patógenos Emergentes de la Facultad Monte Sinaí de Nueva York, a la que se incorporó hace más de dos décadas para estudiar el virus de la gripe, convirtiéndose en uno de los mayores y más reconocidos expertos en este ámbito.
Como director del Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes del Hospital Mount Sinai de Nueva York, ¿diría que tenemos que temer la aparición de alguna amenaza vírica, similar a la surgida con la llamada gripe A?
Bueno, eso nunca se sabe. La gripe siempre es muy impredecible; ahora mismo siguen circulando las cepas H5, y hay una nueva cepa circulando en China, la H7N9, que está causando problemas. Es muy difícil predecir si va a seguir causando problemas muy limitados o si se va a expandir más, si va a salir de China o no.
¿Cree que se actuó de forma correcta ante la pandemia de gripe A o que se generó una alarma desmesurada?
Cuando se detectó el problema, no se sabía todavía lo que estaba pasando. Lo que se oía en México es que había muchos casos de enfermedad severa; luego se ha comprobado que lo que había era muchos casos, algunos de ellos de enfermedad severa, pero muchos otros de enfermedad que no lo era tanto. Se pensaba que se trataba de algo mucho más grave de lo que al final fue. Lo que pasó es que al final mucha gente no estuvo de acuerdo con vacunarse; sin embargo, si la gripe se hubiera vuelto más virulenta, algo que es muy difícil de predecir, hubiese sido todo lo contrario, y se habría dicho que no había vacunas suficientes.
Entonces, en estos casos, ¿es mejor pasarse que no llegar?
Lo que pasa es que a veces se produce un problema de comunicación. Lo que tendría que haberse hecho es exponer los hechos más o menos como son: es muy difícil predecir qué va a pasar, no sabemos todavía cuánto de severo va a ser esto, pero vamos a prepararnos para lo peor, aunque a lo mejor no es tan malo como parece. Eso hubiese generado, quizás, otro tipo de reacción.
A pesar de que muchos virus son patógenos poco agresivos y que incluso no necesitan de tratamiento, existen algunos potencialmente muy peligrosos. ¿Estamos preparados para afrontarlos?
No hacemos todo lo que se puede contra todos los virus. Todavía existe el virus del sida, por ejemplo, que ahora mismo está bajo control, pero que precisa para ello de muchas drogas que son muy caras y que no causan buenos efectos en los afectados; todavía no tenemos vacuna frente al VIH… Lo mismo ocurre con la hepatitis C y la hepatitis B; hay muchas personas afectadas, contamos con drogas muy buenas ahora mismo, pero son muy costosas y tienen efectos secundarios. Luego están los virus respiratorios esporádicos o hemorrágicos, que de vez en cuando causan brotes. Y la gripe sigue siendo un problema importante; hay mucha gente que muere cada año por gripe común, sin necesidad de que se produzca una pandemia.
¿Cuáles son las líneas de investigación más prometedoras en relación a las vacunas y los tratamientos antivirales?
Las vacunas contra los virus respiratorios tienen que ser específicas; no existe una vacuna que sea capaz de proteger contra todos los virus respiratorios. En cuanto a la gripe, tiene el problema de que cambia mucho de año en año, por lo que la vacuna debe ser actualizada prácticamente de forma anual para tener cierta seguridad de que se logra protección. Hay nuevas posibilidades de diseñar vacunas que protejan contra más cepas, más allá de las circulantes; cepas futuras o cepas potencialmente pandémicas, además de las estacionales. Pero todavía se necesitan bastantes años para ver si esas vacunas funcionan o no.
¿El reto contra la gripe es, entonces, descubrir vacunas que ofrezcan una protección más amplia?
Sí, que protejan, no sólo contra las cepas circulantes, sino contra otras nuevas y las potencialmente pandémicas. Sí es cierto que todos los virus de la gripe tienen regiones conservadas contra las que, en teoría, se podrían diseñar vacunas. El problema es que son muy poco inmunogénicas, por lo que hay que buscar nuevas formas de cómo exponer esos antígenos para que den lugar a una respuesta protectora contra esas zonas conservadas del virus de la gripe. Es decir, puede ser posible, pero se va a necesitar mucho tiempo antes de saberlo. Si es así, entonces serían necesarias una o dos vacunas en tu vida y estarías protegido contra la gripe.
En España los científicos no dejan de advertir sobre los enormes recortes que se están produciendo en los presupuestos para investigación. ¿Sucede lo mismo en Estados Unidos?
Aquí el problema es mucho mayor, pero en Estados Unidos también ha habido -y hay- bastantes recortes, y se ha reducido el nivel de financiación de proyectos. Antes, en torno al 20% de los proyectos conseguían financiación, y ahora mismo es menos del 10%. Aunque en España es todavía más complicado. Yo creo que el problema es que ahora mismo no se tiene en cuenta el concepto de que la investigación básica da lugar a frutos que llevan años, pero que, al final, generan productos de aplicación clínica. Como comentaba, para desarrollar una vacuna universal contra la gripe los conceptos básicos existen ahora mismo, pero de ahí a conseguir una vacuna en humanos y hacer todos los estudios y ensayos clínicos necesarios se van a necesitar por lo menos 15 años. Es muy difícil ver en este momento resultados tangibles de algo que se está haciendo en el laboratorio pero, al final, la mayor parte de la tecnología y de las drogas que existen han venido a través de investigaciones básicas que han permitido descubrir cómo funcionan los patógenos y cómo somos capaces de afrontarlos mediante respuesta inmune o con una droga contra una proteína determinada. Eso es investigación básica, y es necesario financiarla.
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