La miocardiopatía hipertrófica (MCH) es la enfermedad hereditaria más común del corazón y la padece uno de cada 500 adultos. Afecta a la función cardiaca, y los pacientes son diagnosticados cuando presentan hipertrofia ventricular izquierda que no puede ser explicada por otra causa. Se debe a mutaciones en las proteínas del sarcómero, encargadas de los movimientos de sístole-diástole, provocando una contracción y relajación anormal del corazón.
Esta dolencia será una de las que se analizarán durante la III Reunión de Cardiopatías Familiares de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), que se celebrará mañana y pasado en A Coruña, y en la que se abordarán las principales novedades en cuanto a la investigación y tratamiento de las cardiopatías familiares y hereditarias.
El doctor Pablo García Pavía, coordinador del Grupo de Cardiopatías Familiares de la SEC y director de la Unidad de Cardiopatías Familiares del Hospital Universitario Puerta de Hierro (Madrid), explica que las mutaciones de los genes implicados en la correcta función del sarcómero, “formado por actina y miosina, se han identificado en el 70% de los pacientes con miocardiopatía hipertrófica familiar”. En el caso de la miocardiopatía hipertrófica, “las mutaciones que se producen en el sarcómero provocan un exceso de fuerza en la contracción del corazón, lo que conlleva un aumento del tamaño del músculo cardiaco para poder compensar este esfuerzo”. Esto causa, produce “muerte celular y puede conllevar el desarrollo de fibrosis y arritmias, además de aumentar el riesgo de fibrilación auricular, ictus, insuficiencia cardiaca e incluso muerte súbita”.
Durante la reunión se van a tratar, entre otros, temas como la importancia de abordar de manera multidisciplinar estas patologías, así como la necesidad de aplicar terapias individualizadas en función del defecto genético que provoca la enfermedad familiar. El doctor García Pavía comenta que en el tratamiento actual de las cardiopatías familiares “se considera a todos los pacientes de la misma manera, indistintamente de la mutación genética que presenten en su patología”. Sin embargo, prosigue, “los avances genéticos nos están permitiendo desarrollar tratamientos individualizados y unidades especializadas que se dediquen al tratamiento de estas patologías de forma individualizada, tal como ocurre en otras especialidades, como la Oncología, donde el tratamiento individualizado según la genética de la enfermedad está muy desarrollado”.
En esta línea, el desarrollo de unidades multidisciplinares permite abordar al paciente y las familias con estas enfermedades de una manera integral, mediante la intervención de pediatras, cardiólogos, genetistas, enfermeras y cirujanos. No obstante, hasta el momento solo hay ocho unidades de referencia designadas por el Ministerio de Sanidad en nuestro país, “una cifra que evidencia la necesidad de poner en marcha más unidades de este tipo”. En España “hay un déficit en este tipo de unidades, ya que, si juntamos toda la prevalencia de las enfermedades genéticas del corazón, estamos hablando de más de 116.000 personas, una cifra que los cardiólogos clasificamos como muy elevada”, matiza el experto.
Analizando la acción de las fibras musculares cardiacas
La estandarización de los tratamientos para las patologías hereditarias puede provocar el alivio de los síntomas, pero en muchos casos no logra detener la progresión de la enfermedad. Ante esta realidad, el doctor García Pavía defiende que “ofrecer al paciente un tratamiento u otro según su afección genética determinará en gran manera su éxito, así como la óptima evolución del paciente”.
En el marco de la reunión, y ante la necesidad de tratar estas patologías mediante terapias personalizadas, se han presentado los resultados de un estudio en el que la molécula MYK-461 suprimía el desarrollo de la MCH cuando ésta era causada por una mutación en la cadena pesada de la ß-miosina del corazón, uno de los genes donde más frecuentemente se encuentran las mutaciones que causan la MCH. La investigación llevada a cabo en ratones ha sido publicada este mes de febrero en la revista Science, y ya están en marcha los primeros estudios para ver si este medicamento es efectivo también en humanos.
Ante el exceso de contracción que provoca la MCH en las células cardiacas, el Dr. García Pavía explica que “la molécula MYK-461 actúa sobre la ß-miosina cardiaca”. Esta acción “incide directamente en la fuerza de las células -en este caso de ratones-, lo que provoca que la alteración genética esté bajo control”, lo que supone “que las células de las fibras musculares se contraigan con menos intensidad y por tanto, también se evita el desarrollo de los mecanismos compensadores característicos de la miocardiopatía hipertrófica, como es el aumento del tamaño del corazón”.
Identificar la alteración genética según cada caso de patología familiar supondrá un gran avance en el campo de las cardiopatías hereditarias a la hora de elegir el tratamiento más óptimo para el paciente, incluso en aquellos casos que ya han desarrollado la patología hereditaria. “La investigación demostró la efectividad de la molécula MYK-461 incluso en ratones que ya han desarrollado la hipertrofia y presentan problemas cardiacos. Se observó que cuando se les administra este compuesto, el grado de hipertrofia disminuye”, concluye el doctor.
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