Estamos continuamente siendo bombardeados con promesas de reducción de listas de espera, pero con escasos anuncios de medidas y, desde luego, con ninguna acción eficaz. Se dice que se va a hacer algo, pero no qué, como si nuestros políticos y gerentes estuvieran faltos de ideas, como si no hubiera técnicos y gestores que sí conocen las estrategias que harían posible una disminución de las mismas.
Quizás se me puede decir que exagero, porque sí que se les ocurre concertar atención con la Sanidad privada, premiando el negocio de la salud y abandonando la Sanidad pública.
El Dr. Fuertes, hace unos días, nos señalaba la importancia de la Atención Primaria en este camino, y no estaría mal que siguiéramos insistiendo en ello. También hace unos días, el presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) lamentó “las dificultades que tienen los médicos de Atención Primaria para garantizar la continuidad asistencial de los ciudadanos… lo que ocasiona despilfarro y descoordinación”.
Recordemos nuestra Ley de Sanidad, que organiza el sistema sanitario siguiendo tres criterios: funcional (coordinación de los recursos), territorial (delimitación de áreas de salud) y estratificado (en niveles). De este modelo de organización se deriva que el nivel primario (el equipo de Atención Primaria) se convierte en la puerta de entrada al sistema, cuyas funciones son: cubrir la mayor parte de las necesidades sanitarias de la población a su cargo y coordinar la actuación de los especialistas cuando es necesario llegar hasta ellos. Lo que supone, entre otras consecuencias, una utilización más adecuada de los recursos de la comunidad, mayor espectro de posibilidades terapéuticas (al considerar todas las variables influyentes en la salud), menor necesidad de camas hospitalarias, acercamiento a la comunidad de los problemas de salud (haciéndola más partícipe de su solución, eso que llamamos ahora empoderamiento), e integración de la medicina curativa y preventiva en el mismo equipo.
Todo este preámbulo viene porque para conseguir una acción eficaz sobre las demoras en la atención hay que empezar por acciones en el nivel primario. La Atención Primaria ha venido siendo castigada por los recortes, entre otros, la ausencia de sustituciones, duplicando consultas y aumentando las demoras en la atención (hasta una semana en las citas).
Esta situación repercutirá en todo el sistema: más derivaciones a especialistas, mayor asistencia a Urgencias… Empecemos la casa por los cimientos y cuidemos nuestra atención primaria: dotémosla de recursos humanos y técnicos adecuados (informáticos, herramientas exploratorias..), reforcemos el papel de Enfermería, mejoremos la coordinación con el nivel secundario (especialistas) y terciario (hospitalización) y consigamos aquel lema que llevamos años reivindicando de “10 minutos por paciente”.
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