Comentábamos hace unos días que para el diagnóstico de la EPOC es imprescindible realizar una espirometría y que la realización de esta prueba presenta algunos problemas de fiabilidad cuando se realiza en Atención Primaria. Otro examen importante para valorar la gravedad de la enfermedad es el denominado test de la marcha de 6 minutos, que consiste en hacer caminar al paciente durante seis minutos y medir la distancia que recorre en ese tiempo, la fatiga respiratoria y de las extremidades inferiores y la evolución de la saturación de la sangre mientras camina.
Esta prueba no solo se realiza para valorar la gravedad de los pacientes con EPOC, sino que es también esencial para poder prescribir oxígeno para deambular a los pacientes que lo necesiten, y así está indicado en una circular interna de la propia Gerencia Regional de Salud. En otras enfermedades muy prevalentes, como la enfermedad pulmonar intersticial, la hipertensión pulmonar, la fibrosis quística y la insuficiencia cardiaca exigen también la realización de dicha prueba, que es también imprescindible en la valoración preoperatoria de pacientes candidatos a trasplante cardiaco o pulmonar.
El problema es que, hoy por hoy, la estandarización del examen exige que, a pesar de ser una técnica muy sencilla, se realice en los servicios especializados (habitualmente en Neumología). Mientras que la indicación de la prueba se ha ampliado en los últimos años y la demanda ha crecido considerablemente, los recursos destinados a poder realizarla no han aumentado, y se puede llegar a producir una situación en la que la espera para la realización de este test se convierta en un periodo prolongado, lo que limitaría su utilidad práctica y dificultaría la valoración de los pacientes con EPOC y la evaluación de las indicaciones de oxígeno para la deambulación.
En ocasiones, incluso en tiempos de crisis económica, resulta más fácil la introducción de técnicas más complejas y costosas que la realización de procedimientos más sencillos, como es el caso del denominado test de la marcha de 6 minutos, que aportan, sin embargo, criterios de calidad en la evaluación de los pacientes, son baratas y permiten gestionar mejor los recursos necesarios para atenderlos. Las Guías de Practica Clínica por las que nos solemos guiar los clínicos en nuestra actividad diaria recomiendan su uso, y señalan que esta técnica aporta calidad asistencial y es eficiente.
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