
“Comienzas a escuchar cuando quieres saber algo. Cuando crees que lo sabes todo, escuchar resulta más difícil”.
Escucho estas palabras de Tim Gallwey en un vídeo atrasado de Nick Askew y me quedo pensando.
Es cierto, digo para mí. En el curso de esta mañana decíamos que vemos el mundo que creamos, el que procede de nuestra interpretación y que desde ahí actuamos. Y añadía yo: “Y lo que ocurre a nivel individual, ocurre también en las organizaciones. Y de igual modo que actuamos y respondemos desde y hacia nuestra particular visión del mundo a nivel individual, así hacemos dentro de nuestras organizaciones”.
El mundo, según cada uno de nosotros, da lugar a una forma particular de actuar, más o menos acertada, mejor o peor adecuada a las circunstancias, más o menos útil para lo que está ocurriendo.
Las organizaciones, a su vez formadas por individuos, se comportan también según lo que buenamente permite la visión o interpretación del mundo que proponen.
Reflexionábamos sobre un ejemplo concreto, el de un director que desconfiaba de todo el mundo y sobre cómo esa actitud -que le llevaba a no escuchar, a interrumpir, a asumir que él era el único que podía hacer y hacía todo bien- acaba suponiéndole un grave perjuicio, pues no quedaban horas en el día para poder hacer todo aquello de lo que, según él, nadie más quería ocuparse, necesitaba poner en marcha sistemas de control múltiple (por aquello de la desconfianza) y, además, se sentía muy solo.
De un pensamiento a otro, como en el Juego de La Oca, me acordé de esta pequeña institución en la que uno respira la necesidad de control desde que entra en la misma. Informes, evaluaciones, confirmaciones, autorizaciones, “la realidad es así”, “esto es lo que hay que hacer”, “así es como debe de hacerse”… Una institución en la que, al igual que el director, no parece que confíen demasiado en los empleados. Y las consecuencias… nadie tiene tiempo, todo el mundo corre, hay poca energía disponible, no se llega a nada…
El drama es que ni en la una ni el otro, a pesar del perjuicio para ambos, caben comportamientos diferentes. Y no es que no quepan por cabezonería, sino por incapacidad de ver el círculo vicioso en el que se encuentran.
Sería más útil para todos que pudieran vislumbrar el permanente jaque, pero claro, para eso hay que saber escuchar… Y saber qué es lo que realmente queremos.
¡Feliz semana!
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