En múltiples ocasiones he escuchado lo brillante que es mi pequeña y la facilidad de aprendizaje que tiene. Y sí, parece cierto. Al menos hasta hace poco. Mi pequeña tiene mucha suerte y, en general, tiene que hacer poco esfuerzo. Siempre ha disfrutado compartiendo con nosotros lo que hace, hablando sobre ello y mostrándolo. Bueno … hasta hace poco.
Recientemente, su entusiasmo habitual por compartir comenzó a disminuir. No debí prestar demasiada atención, pues no me di cuenta. Tampoco noté que, gradualmente, seleccionaba con cuidado qué me enseñaba de sus trabajos y qué no. Meses atrás, por primera vez, había encontrado múltiples ejercicios sin terminar.
Empezó a tener dificultades para dormir… Pero yo encontré una explicación razonable (para mí, claro). Volvió a repetirse la escena de ejercicios con errores y sin terminar. Comprendí entonces que quizá aquello no era circunstancial, pero no entendía nada.
Decidí dedicarle más atención y trabajar con ella. Y comencé a preguntar sin parar: “¿por qué hay ejercicios sin terminar? Después de un tiempo me dijo que determinadas cosas no le resultaban fáciles, y que otras no las entendía muy bien… Y que no pedía ayuda porque todo el mundo daba por hecho que ella “lo hacía todo bien” y “prácticamente nada le costaba esfuerzo”.
Lo que yo no vi, tampoco lo vieron otros. Muchos adultos parecíamos no haber sintonizado con lo que estaba ocurriendo… Y la bola de nieve no dejaba de aumentar de tamaño.
Ejemplos para ilustrar hay múltiples. Sintonizar con el otro no aparece en los primeros puestos de importancia. Desafortunadamente, esto tiene consecuencias, variables en alcance y gravedad. No sintonizar nos empuja a funcionar desde la idea que nos hemos formado de cómo son las cosas, cuál la intención de Pedro, hasta dónde tiene capacidad Marta para progresar o la calidad del trabajo que presentará Juan… Sin cuestionarnos nada. Recibimos todo -y a todos- convenientemente filtrado por nuestras suposiciones. No sometemos nuestras hipótesis a escrutinio alguno.
Y, desde mi experiencia, me pregunto: ¿no sería estupendo tomar las riendas y abandonar el piloto automático? ¿Beneficiarnos todos de lo que sintonizar hace posible?.
Sintonizar de verdad hace que, en instantes, aumentemos nuestra capacidad de comprender lo que está ocurriendo y a quien tenemos delante. Tomamos las riendas y dejamos de funcionar con el piloto automático. Comprendemos más y mejor. Nos hacemos más conscientes… Y, desde ahí, adquirimos mayor capacidad para responder de forma apropiada. ¡Menudo regalo para todos!
Entonces, ¿vamos a decidimos pilotar en la próxima ocasión que se nos presente?
Recordamos que SALUD A DIARIO es un medio de comunicación que difunde información de carácter general relacionada con distintos ámbitos sociosanitarios, por lo que NO RESPONDEMOS a consultas concretas sobre casos médicos o asistenciales particulares. Las noticias que publicamos no sustituyen a la información, el diagnóstico y/o tratamiento o a las recomendaciones QUE DEBE FACILITAR UN PROFESIONAL SANITARIO ante una situación asistencial determinada.
SALUD A DIARIO se reserva el derecho de no publicar o de suprimir todos aquellos comentarios contrarios a las leyes españolas o que resulten injuriantes, así como los que vulneren el respeto a la dignidad de la persona o sean discriminatorios. No se publicarán datos de contacto privados ni serán aprobados comentarios que contengan 'spam', mensajes publicitarios o enlaces incluidos por el autor con intención comercial.
En cualquier caso, SALUD A DIARIO no se hace responsable de las opiniones vertidas por los usuarios a través de los canales de participación establecidos, y se reserva el derecho de eliminar sin previo aviso cualquier contenido generado en los espacios de participación que considere fuera de tema o inapropiados para su publicación.
* Campos obligatorios