La asistencia sanitaria urgente se hace a través de la atención telefónica en el Centro Coordinador de Urgencias con la evaluación del paciente atendiéndole desde el lugar donde se produce la necesidad. También los médicos de Atención Primaria y Especializada pueden prescribir esta prestación ante la necesidad de asistir al enfermo en otro hospital.
El transporte sanitario obedece únicamente a causas médicas, y no se puede usar como taxi por razones económicas y sociales, como se hace en muchos casos, pues el sistema deberá facilitar otros medios para estas situaciones. Aunque no es fácil definir el abuso sanitario, porque encontraríamos múltiples causas, muchas veces es producto del mal funcionamiento de la asistencia sanitaria y otras, por el desconocimiento de la trascendencia que pueden ocasionar algunos síntomas en las personas.
Es evidente que el problema existe y que desborda, en ocasiones, la capacidad del transporte sanitario, como es el caso de las constantes salidas que hacen las ambulancias para asistir casos que no son urgentes, especialmente las intoxicaciones etílicas voluntarias, cuando en otros puntos se necesita urgentemente este servicio. Muchas personas que han bebido más de lo adecuado se han habituado a llamar a la ambulancia para que las trasladen al hospital, y no hablo de comas etílicos, que sí son graves y necesitan asistencia.
Si esto no se controla, pueden aparecen propuestas tan desproporcionadas como la de una ciudad del norte de Italia en la que se desató una fuerte polémica por una normativa que excluye el transporte gratuito en ambulancia para personas en estado de embriaguez, al no considerarlos casos urgentes. Las personas que presenten tasas de alcohol en sangre superior al 1,5 por 1.000 y sean trasladadas al hospital tendrán que pagar 200 euros para cubrir gastos de vehículo. Estas propuestas, populares y demagógicas, pueden ocasionar mucho riesgo para los jóvenes que no llamarán por no pagar la multa.
Entiendo que la solución no pasa solo por hacer responsable al usuario o introducir copagos como medida disuasoria por el abuso que se hace de estos recursos. Sería discriminatoria, porque ¿quiénes son las personas que indican la conveniencia de la utilización de una ambulancia? Todos conocemos que muchos servicios que se hacen no son necesarios.
Un servicio tan importante como éste necesita una correcta organización y coordinación. La solución sería hacer una buena organización, con medidas de uso racional del transporte sanitario por todas las personas implicadas: políticos y gestores, como responsables de la organización asistencial; profesionales sanitarios, como prescriptores de su necesidad y usuarios, como responsables de la demanda.
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