Al contrario de una inflamación aguda, como la provocada por una herida o una infección, la inflamación crónica se refiere a un estado de inflamación general de baja intensidad que se mantiene en el tiempo. Este tipo de inflamación se ha asociado con enfermedades prevalentes como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, la disfunción renal o el cáncer, donde puede favorecer la progresión tumoral y la metástasis.
Aunque la relación entre estos procesos inflamatorios y el cáncer de mama no es todavía del todo clara, sabemos que la inflamación puede ser promovida por el exceso de peso, mientras que la actividad física ejerce un efecto antiinflamatorio. Este estado de inflamación crónica ha sido propuesto como un factor que podría influir no sólo en la aparición del cáncer de mama, sino también en su pronóstico una vez establecido el diagnóstico.
Ahora, un estudio realizado por el IDIBELL y el ICO en colaboración con la Agencia Internacional de Investigación en Cáncer, la IARC, ofrece nuevas pistas sobre este fenómeno. Publicado en el British Journal of Cancer, se trata de un estudio prospectivo en el que se ha analizado la asociación entre los niveles de varios marcadores de inflamación en sangre, medidos en más de 1500 mujeres antes de que recibieran un diagnóstico de cáncer de mama, y la supervivencia a largo plazo de las propias pacientes.
Un estudio con más de 1.500 mujeres con cáncer de mama
El análisis ha incluido a 1.538 mujeres pertenecientes a la cohorte europea EPIC procedentes de ocho países diferentes y que han sufrido cáncer de mama a lo largo del seguimiento del estudio. Por un lado, se han cuantificado los niveles en sangre de una serie de citocinas, moléculas relacionadas con la inflamación, a partir de muestras extraídas antes del diagnóstico de cáncer.
Tras un seguimiento medio de 7 años, se ha analizado el riesgo de supervivencia y mortalidad a causa del cáncer de mama o por otras causas de acuerdo a los niveles en sangre de estas moléculas.
Los resultados han mostrado que los niveles elevados de algunas citocinas, como la interleucina 6 (IL-6), la interleucina 10 (IL-10) y el factor de necrosis tumoral alfa (TNFα), están asociados a una menor supervivencia, con un impacto mayor en las mujeres que eran postmenopáusicas en el momento del diagnóstico.
Mayor mortalidad
“Se ha observado una asociación entre el aumento de los niveles de estos biomarcadores y un incremento en la mortalidad global. Concretamente, las mujeres con niveles más altos de IL-6, IL-10 y TNFα presentan un incremento del riesgo de mortalidad global (por cualquier causa) de entre un 20% y un 40%”, comenta la Dra Carlota Castro, primera autora del estudio e investigadora postdoctoral en el grupo de nutrición y cáncer del IDIBELL y el ICO. “Además, los niveles elevados de IL-6 también se han relacionado con una mayor mortalidad específica por cáncer de mama“, añade.
Este descubrimiento avala la hipótesis de que la inflamación crónica puede tener un papel importante en la progresión del cáncer de mama, aunque los investigadores subrayan la importancia de realizar otros estudios que recojan y analicen muestras de sangre tomadas en diferentes momentos antes y después del diagnóstico de cáncer.
Además, es fundamental que estos estudios tengan una representación suficiente de todos los subtipos de cáncer de mama para poder establecer conclusiones más específicas en relación a estos mecanismos biológicos.
La cohorte EPIC
El estudio de investigación europeo prospectivo sobre nutrición y cáncer, EPIC por sus siglas en inglés, es un proyecto colaborativo de gran escala y a largo plazo que investiga las relaciones entre la dieta, la nutrición, el estilo de vida, los factores ambientales y la incidencia de cáncer y otras enfermedades crónicas en diferentes países de Europa. Considerado uno de los estudios de cohortes más grande y más detallado que existe, cuenta con datos sobre el estilo de vida, alimentación, medidas antropométricas y muestras de sangre de 519.978 participantes de 10 países europeos. El análisis de los datos de EPIC ha dado lugar a la publicación de más de 3.000 artículos científicos, revelando asociaciones relevantes entre los factores ambientales, dietéticos y de estilo de vida y el cáncer.
En España, la implementación y el seguimiento de la cohorte EPIC están coordinados por el grupo de investigación en nutrición y cáncer del IDIBELL y el ICO.
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