El Dr. José María Domínguez Roldán es, desde finales del pasado diciembre, el nuevo presidente de la Comisión Central de Deontología del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM), un reto que aborda en esta entrevista publicada en el suplemento de los sábados de Médicos y Pacientes.
Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Sevilla, especialista en Medicina Intensiva y jefe clínico en el Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Virgen del Rocío, forma parte de esta Comisión desde diciembre de 2017. Además, es presidente de la Comisión de Ética y Deontología del Colegio de Médicos de Sevilla.
En la charla se adentra en aspectos como la medicina no presencial, la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia, el papel de los colegios de médicos en la sociedad y la profesión, la necesidad de promover la formación ética en las facultades y la actualización del Código de Deontología de la corporación que, según adelanta, podría aprobarse en el primer semestre de este año.
¿Cuáles son sus objetivos y propósitos en esta nueva etapa al frente de la Comisión Central de Deontología?
La principal misión de la Comisión es la de convertirse en el auténtico referente para la ética y deontología médica, no solamente para todos los médicos españoles, sino también para nuestra sociedad. La Comisión Central, cuyos ámbitos de competencia se extienden actualmente a la deontología, compartiendo algunos espacios comunes con el derecho sanitario, verá ampliada su dimensión competencial a la ética médica, ya que ética y deontología médica son áreas esencialmente vinculadas. El diseño, configuración y actualización del cuerpo de doctrina de la ética y deontología médica del siglo XXI es una tarea primordial para nuestra Comisión. Además de esa misión, la Comisión Central de Deontología del CGCOM tiene como objetivo más inmediato la aprobación del nuevo Código de Deontología Médica, cuya discusión quedó paralizada como consecuencia de la pandemia.
¿Hay fecha para la actualización del Código de Deontología?
Durante este primer trimestre del año, se trabajará intensamente, tanto por parte de la Comisión Central de Deontología como de las comisiones de deontología de los colegios de médicos, en una revisión de la última versión de dicho código. Existe el compromiso de la asamblea de trabajar duramente para que para que, salvo causa mayor, el nuevo Código de Deontología Médica esté aprobado e implantado en el primer semestre de 2022. Estoy convencido de que, con la motivación que he detectado en las comisiones de deontología, así como en los colegios de médicos, ese objetivo será una realidad. Para la agilización del trámite de discusión y aprobación del código, en la pasada asamblea se ha acordado nueva dinámica de debate del mismo, que busca conseguir un código que sea expresión del consenso razonado de todos los colegios de médicos.
¿Cree que lo vivido y padecido a causa de la pandemia puede tener impacto en la ética médica? ¿Qué lecciones éticas hemos sacado de la covid-19?
Sin duda alguna, se ha modificado la percepción de la profesión que teníamos antes de la pandemia. Una de las facetas que ha cambiado es la manera de acceder al conocimiento; la epistemología médica, tras la pandemia, ha traído nuevos paradigmas, ha modificado conocimientos factuales y ha generado novedosas aproximaciones técnicas de tipo biológico, clínico y social.
Pero, además de ello, la pandemia ha traído una revolución del mundo de los valores aplicados a la salud, valores que posiblemente considerábamos consolidados antes de la covid-19. El acceso a los recursos terapéuticos para el abordaje de la enfermedad ha sido, y sigue siendo, asimétrico en el mundo, y esa inequidad se ha mostrado también evidente con la desigual distribución de medidas preventivas, como son las vacunas. Podemos ver actualmente cómo las tasas de vacunación son excepcionalmente diversas entre los países. A nivel clínico, también se ha podido observar cómo la sobrecarga asistencial, sobre todo durante las primeras olas de la pandemia, obligó a los profesionales sanitarios a distribuir los recursos entre todos los pacientes afectados por la covid-19, lo que conllevó, en algunos casos, a desarrollar prácticas asistenciales en niveles subóptimos. Esa detracción de recursos (estructurales y humanos) se extendió también a la actividad clínica con pacientes no covid.
La relativa bonanza sanitaria prepandemia no nos dejaba observar algunas de las virtudes de nuestro sistema sanitario, pero tampoco nos permitía ver algunos de sus defectos. La pandemia nos ha obligado a una profunda reflexión ética de los valores de nuestro sistema. Equidad, accesibilidad, justicia y transparencia han sido algunos de los valores objeto de reflexión durante la pandemia.
¿Cuáles son los retos de la deontología médica para el presente y el futuro inmediato?
En los últimos tiempos, los temas de ética y deontología médica relevantes para los médicos en su práctica habitual han crecido de modo significativo. En algunas ocasiones, ha sido debido al desarrollo científico técnico: medicina de precisión, trasplantes de órganos y tejidos, gestación subrogada, etc. En otros casos, esa ampliación del marco ético viene derivada de la modificación del modelo clásico de la relación médico-paciente, el cual, hasta no hace demasiado tiempo, se limitaba a un acto presencial. Actualmente, el acto médico no presencial (telemedicina) se ha convertido en una realidad. La cirugía robótica, el trabajo médico del equipo o el almacenamiento de información clínica en grandes bases de datos sanitarias son temas de indudable trascendencia ética, sobre alguno de los cuales el nuevo Código de Deontología Médica ya se había hecho eco.
Existe otra razón para el crecimiento de los espacios de la ética médica, y es el cambio en los principios de la sociedad y los valores de las personas que la conforman. El mínimo común de los valores de una sociedad estructura la ética cívica, que es la piedra angular sobre la que se sustentan las éticas profesionales, como la ética médica. De hecho, podemos observar cambios en esos valores. Así, no hace muchos años, la fecundación in vitro género una importante discusión desde el punto de vista ético y moral; sin embargo, actualmente se ha convertido en una práctica asumida por la mayoría de la sociedad sin contestación ética.
La ética y la deontología médica deben estar atentas y vigilantes a todos aquellos cambios que se puedan producir en los principios de la medicina, así como a todos aquellos desarrollos tecnológicos que puedan ponerlos en cuestionamiento. Pero igualmente, la ética y la deontología médica deben ser sensibles a los valores de los profesionales de la medicina y del contexto social en que se encuentran, a fin de detectar posibles desavenencias entre los marcos legales, sociales y éticos.
¿Es la telemedicina el gran desafío de la profesión en lo que respecto a la ética y la deontología? ¿Cuáles son las claves para desarrollarla de una manera ética y eficiente?
La telemedicina o medicina no presencial, como posiblemente sea más correcto llamarla, ha tenido gran expansión coincidiendo con la pandemia de covid-19. No obstante, la medicina no presencial ya venía desarrollándose en algunos ámbitos clínicos, como la telerradiología, el teleictus o los centros de coordinación de emergencias sanitarias, cuya toma de decisiones se realizaba, y se realiza, por profesionales médicos ubicados en puntos muy distantes de donde se encuentra el paciente.
Esta medicina no presencial se ha extendido a múltiples áreas, tanto de la medicina primaria como la hospitalaria. Ello ha conllevado la necesidad de un desarrollo tecnológico que asegure la eficacia del acto clínico no presencial, así como la seguridad para el paciente. Pero, además de los mencionados aspectos clínicos, todos los aspectos vinculados al correcto desarrollo de la ética y deontología médica tradicional deben asegurarse en los casos de medicina no presencial. De hecho, en el borrador del nuevo Código de Deontología, pendiente de aprobar y que se redactó antes de la pandemia, ya se hacía constar que la telemedicina “es conforme a la deontología médica siempre que sea clara la identificación de quienes intervienen, se asegure la confidencialidad y se usen vías de comunicación que garanticen la máxima seguridad disponible”. Por otra parte, en ese mismo borrador del código, se enfatiza el hecho de que cuando se realice medicina no presencial, el comportamiento del médico debe regirse por los preceptos del código de deontología médica acerca de la relación médico?paciente, la defensa de los derechos y la seguridad del paciente, así como el respeto y autonomía de los profesionales sanitarios.
No podemos olvidar que la medicina no presencial, correctamente desarrollada, mejora la accesibilidad de los pacientes en determinados campos diagnósticos (teledermatología, telerradiologia, etc.). Igualmente, en un futuro no muy lejano, la terapéutica a distancia guiada por robótica facilitará la accesibilidad terapéutica en determinados ámbitos. No obstante, nunca debe olvidarse que la medicina no presencial no debe conllevar un detrimento de la calidad asistencial ni tampoco de la calidad humana del acto médico. Por otra parte, y como se ha mencionado anteriormente, todos los principios universales de la medicina deben mantenerse en los actos médicos no presenciales.
¿Cree necesario reforzar la formación en aspectos éticos? ¿Cómo?
La ética médica se encarga de reflexionar sobre el sentido de la existencia humana y de su actuar, así como del deber en relación consigo mismo y con los demás (pacientes, compañeros, etc.). La deontología médica es una parte de la ética médica que trata sobre el conjunto de deberes y principios éticos que conciernen a la profesión médica. La palabra deontología deriva del griego deóntos, que significa “el deber”, y del sufijo logía, que significa “tratado” o “ciencia”.
Le preguntaron al gran matemático árabe Al- Khawarizmi sobre el valor del ser humano, y éste respondió: “Si tiene ética, entonces su valor es 1; pero si además es inteligente, agréguele un cero y su valor será 10; si también es rico, súmele otro cero y su valor será 100, y así sucesivamente. Pero si pierde el 1, es decir, el valor ético, solamente le quedarán los ceros”. Lo mismo ocurre con la ética aplicada a la medicina: cualquier acto médico que falla en sus aspectos éticos pierde su valor.
La formación médica integral requiere no solamente de una gran implantación y entrenamiento del marco científico-técnico, sino, de modo imprescindible, de una formación ética y deontológica. Es por ello que, en las facultades de medicina, así como en los planes de formación continua de los médicos, la ética debe estar como un área doctrinal de aprendizaje permanente.
¿Cómo definiría el papel de los colegios de médicos en nuestra sociedad?
La principal razón de ser de los colegios profesionales y, en concreto, de los colegios de médicos, es ratificar el compromiso que la profesión médica tiene con la sociedad. El contrato social de Rousseau puso énfasis en esa vinculación y relación bidireccional entre ciudadano-sociedad y profesiones, como la medicina.
Los colegios de médicos aseguran a la sociedad la calidad científica y humana de los médicos en su quehacer profesional, y son los garantes de ese compromiso adquirido por la profesión. No olvidemos que la palabra profesión deriva del latín professio, que significa no solamente “ejercer una doctrina”, sino también “comprometerse con ella”. Los colegios de médicos certifican a la sociedad que el médico colegiado reúne requisitos científicos y humanos con los que, además, está comprometido. La deontología médica demarca los límites de los comportamientos éticos de los médicos, siendo por ello que los colegios de médicos tienen como elemento nuclear las comisiones de deontología.
Por otra parte, aunque la calidad científica asistencial está asegurada mediante los títulos universitarios, especialidades médicas, etc., en un futuro no muy lejano, los colegios de médicos, en un compromiso con la calidad asistencial, reforzarán esta mediante procesos de recertificación, que vienen a añadir un plus de nivel de excelencia a la actividad médica.
La ley de eutanasia ha abierto un importante debate en la comunidad sanitaria. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Los profesionales sanitarios, y especialmente los médicos, estamos sometidos a una doble normativa de conducta; por una parte, la que proviene de las leyes del Estado, como cualquier ciudadano y, por otra, las obligaciones de comportamiento ético que vienen definidas en el Código de Deontología Médica. La Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia recoge la opinión del Parlamento español en relación a la solicitud de aquellos pacientes que desean morir en función de sus enfermedades y nivel de sufrimiento. La opinión de los parlamentos no necesariamente coincide con los principios universales de la medicina ni con las normas de la deontología médica. De hecho, actualmente existe una discordancia entre el contenido de las leyes españolas y las actuaciones derivadas de los principios incluidos en el Código de Deontología Médica en relación a la eutanasia. El Código de Deontología Médica expresa que el médico “no deberá provocar ni colaborar intencionadamente en la muerte del paciente”.
Debe tenerse en cuenta que, aunque los principios de la medicina vayan en contra de la práctica de la eutanasia, pueden existir médicos que, en función de sus valores, la consideren una práctica aceptable y que actúen en base a la legalidad vigente. Aunque el Código de Deontología Médica español está basado en principios universales de la medicina, al ser la Organización Médica Colegial una corporación de derecho público, incluye en el contenido del Código de Deontología Médica una disposición final por la cual “el médico que actúa amparado por las leyes del Estado no puede ser sancionado deontológicamente”.
Fuente: CGCOM
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