Problemas de ruido, suciedad, estrés, desaparición del pequeño comercio o encarecimiento de la vivienda. Estas son algunas de las consecuencias, pero no las únicas, que sufren los habitantes de barrios y las ciudades con excesivo turismo.
Este fenómeno problemático de la gentrificación y la turistificación será abordado por varios expertos en la jornada previa a la XLII Reunión Anual de la Sociedad Española de Epidemiología, que reunirá en Cádiz a cerca de 800 profesionales entre el 10 y el 13 de septiembre.
La mesa precongreso, con acceso abierto a la ciudadanía, tendrá lugar mañana, a las 18:00 horas, en el Salón de Grados de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cádiz. En ella participarán Esther Sánchez Ledesma, de la Agència de Salut Pública de Barcelona (ASPB); David Cifredo, presidente de FACUA-Consumidores en Acción Cádiz; y Juan A. Córdoba Doña, del Servicio Andaluz de Salud, que reflexionarán sobre estos fenómenos desde distintos puntos de vista.
Se trata de procesos que no son nuevos -el término gentrificación se utilizó por primera vez en la década de 1960- pero que en los últimos meses han hecho saltar las alarmas en algunos vecindarios.
Impacto de la gentrificación turística
“Está muy estudiado cómo la gentrificación turística impacta sobre el contexto físico y socioeconómico de las ciudades y sus barrios afectando a las condiciones de vida de los residentes de toda la vida, pero quizá no está lo suficientemente estudiada la relación de este fenómeno y la salud”, señala Esther Sánchez Ledesma, autora de un estudio cualitativo sobre la percepción de la gentrificación turística y la salud que se llevó a cabo en el barrio Gótico de Barcelona entre 2018 y 2019. El estudio, del que se hablará en este encuentro científico, se realizó con la técnica de Fotovoz y con la participación de vecinos y vecinas del barrio.
Los resultados del estudio muestran las consecuencias de la gentrificación en distintos ámbitos. En primer lugar, los vecinos de este barrio catalán experimentaron la pérdida o el deterioro de sus redes y contactos de apoyo, así como de espacios de encuentro vecinal.
En segundo lugar, señalaron la desaparición de los comercios locales y de proximidad en favor de otros establecimientos orientados al turismo que no satisfacen las necesidades de los vecinos. Esto conduce a una pérdida de identidad de quienes tradicionalmente han habitado estas zonas, que puede dar lugar a sentimientos de tristeza, rabia, soledad, estrés e incluso alienación.
Estos cambios en el entorno físico, mucho más masificado, dificultan su día a día en las calles, aunque también en las comunidades de vecinos en las que hay pisos turísticos, según los resultados del estudio. También trae consigo más contaminación ambiental, como la acústica, vinculada al ocio nocturno, produciendo en quienes la sufren cambios en los patrones de sueño, ansiedad y estrés.
Limitación y planificación, medidas necesarias
Los expertos también advierten de las consecuencias económicas de la gentrificación y el turismo de masas, pues está suponiendo el encarecimiento de la vivienda de muchas zonas. En Cádiz, el precio medio de la vivienda de alquiler supera los 900 euros, mientras que en Barcelona roza los 1.200, según los principales portales inmobiliarios.
“Durante muchos años, el casco histórico de Cádiz sufrió de un cierto abandono por la falta de mantenimiento de la vivienda. En paralelo a la rehabilitación de la zona, determinados inversores vieron la oportunidad de comprar vivienda a un precio muy barato y hacer negocio con ella, presionando y expulsando a muchos vecinos con tácticas abusivas para que abandonaran sus casas”, explica David Cifredo, presidente de FACUA Cádiz. “Ahora estamos viviendo una situación similar con el desahucio de muchas familias que históricamente vivían en esa zona porque al propietario le renta más tenerla destinada al uso turístico que al alquiler”, lamenta.
Ante este escenario, Cifredo es partidario de medidas como la limitación y la planificación. “Si falta vivienda, no podemos destinarla a otros fines. La actuación privada no puede condicionar el uso de las ciudades”, apunta.
Esperanza de vida: hasta ocho años de diferencia entre barrios
La gentrificación y la turistificación no es lo único que preocupa a los y las expertas. Las desigualdades en salud que existen entre los diferentes barrios de una misma ciudad también será objeto de debate en la mesa abierta. Y es que, el código postal determina la salud de quienes habitan en él.
En las zonas más deprimidas es mayor la incidencia de enfermedades como los infartos, determinados tipos de cáncer, infecciones como el VIH, la tuberculosis, la diabetes, la obesidad o la cirrosis. Esto afecta directamente a la esperanza de vida de sus moradores.
“En Cádiz, entre un barrio y otro, hay diferencias de hasta 8 años en la esperanza de vida de los hombres. En Jerez, 7 años”, reflexiona Juan A. Córdoba Doña, del Servicio Andaluz de Salud. En Barcelona, la diferencia es de aproximadamente cinco años entre distritos.
Estas diferencias entre unos y otros barrios se explican por las desigualdades de nivel educativo y socioeconómico: a mayor nivel de renta y estudios, mayor nivel de alfabetización y acceso a los recursos de salud, más información sobre alimentación saludable y ejercicio físico, etc.
Cinco pilares para modelos urbanos
Para que la planificación urbana y de vivienda garantice el máximo nivel de salud de las personas, Córdoba señala los cinco pilares a tener en cuenta, en el marco de lo que propone ONU-Habitat, como fomentar modelos urbanos compactos, en los que tanto el trabajo como los servicios estén cerca; que estén bien conectados con el resto de la ciudad; que favorezcan la interacción social de personas de todas las edades; que sean sostenibles y resilientes al cambio climático; y que esta planificación se realice integrada dentro de las instituciones, en este caso, los ayuntamientos.
Por ello, el experto es partidario de que las administraciones locales escuchen lo que la Salud Pública tiene que decir en materia de salud urbana, aunque dotarla de recursos humanos y económicos es todavía una asignatura pendiente: “En la mayoría de las comunidades autónomas no tenemos el suficiente personal formado para asesorar, evaluar y proponer a quienes toman las decisiones”, concluye.
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