La identificación temprana, el apoyo emocional, la colaboración con la justicia y la adopción de actitudes críticas frente a la pornografía son claves para frenar la violencia sexual entre menores, de acuerdo con la Sociedad Española de Epidemiología (SEE).
A través de su Grupo de Trabajo sobre Género, Diversidad Afectivo-Sexual y Salud, la sociedad científica ha advertido de que la violencia sexual entre menores es un grave problema de salud pública en todo el mundo, y España no es una excepción.
En este sentido, la SEE ha manifestado que la prevención y el abordaje de la violencia sexual que se da entre menores requiere una acción coordinada y multidisciplinar, y ha reclamado más recursos para ello. “La identificación temprana, el tratamiento adecuado, la colaboración con la justicia y el apoyo emocional son fundamentales para proteger a los niños y niñas de este problema social”, señalan.
La violencia sexual ejercida por y hacia menores, un problema de salud pública
También el sector de la salud juega un papel fundamental en la respuesta a este problema para proteger el bienestar de los y las menores. Los y las profesionales de la salud, especialmente de la Pediatría, la Psicología y la Atención Primaria, deben contar con la formación necesaria para detectar precozmente estas situaciones y brindar apoyo y tratamiento a los niños y niñas afectados. Además, la sociedad científica señala la necesidad de implantar “protocolos claros” para la atención sociosanitaria de las víctimas, así como garantizar que estas reciban el apoyo emocional y psicológico que puedan necesitar.
Las familias, la comunidad educativa, y otras personas que puedan tener menores a cargo también deberían recibir información sobre cómo prevenir y detectar la violencia sexual infantil. En este sentido, la SEE apuesta por fomentar una actitud más crítica hacia el uso y el abuso de la pornografía desde edades tempranas, ya que puede ser una estrategia clave en la prevención de este problema.
Asimismo, la justicia tiene una función importante en el abordaje de la violencia sexual entre menores. Por ello es fundamental la colaboración intersectorial entre el ámbito de la justicia y el de la salud, no solo para perseguir estos delitos, sino también para evitar la revictimización que sufren las víctimas en los procesos judiciales.
Educación con perspectiva de género
En el plano educativo, la SEE señala que la educación afectivo sexual, tanto de menores, como de personas adultas, es vital para acabar con esta problemática. Y es que, la educación en sexualidad puede contribuir a mejorar las actitudes de confianza y autoidentidad, así como las relaciones equitativas. Por este motivo, la SEE es partidaria de que la educación afectivo-sexual forme parte del currículo escolar, para que los niños, niñas y adolescentes reciban información y formación sobre sus derechos, los límites de la conducta sexual, y sepan identificar situaciones de violencia.
Dado que la violencia sexual está fuertemente enraizada en estructuras patriarcales, es importante que los planes y programas para acabar con estos delitos se lleven a cabo desde una perspectiva de género que ayude a evitar la reproducción de los machismos cotidianos. “La perspectiva de género y la importancia de lograr una igualdad de género son importantes en la elaboración de estas estrategias, desde la prevención hasta el tratamiento de las víctimas, de sus necesidades y las de sus familias”, manifiestan.
La mayoría de las víctimas son niñas y mujeres adolescentes
En cuanto al perfil de las víctimas de este tipo de violencia, la SEE advierte que la gran mayoría son niñas y chicas adolescentes, mientras que, por lo general, los perpetradores son chicos adolescentes. De hecho, una de cada dos víctimas de delitos contra la libertad sexual cometidos en 2020 era menor de edad, según datos del Ministerio del Interior.
Todas las formas de violencia sexual contra menores tienen un impacto devastador sobre las víctimas, que incluye daños físicos y psicológicos a corto, medio y largo plazo. A pesar de ello, la SEE lamenta que, a menudo, estos casos pasan percibidos y no son denunciados, lo que dificulta su prevención y su tratamiento.
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