El gerontólogo biomédico conocido mundialmente por su teoría del final del envejecimiento, Aubrey de Grey, ha inaugurado esta mañana Las Conversaciones en Salamanca con las que el Centro Internacional sobre el Envejecimiento (CENIE) pretende establecer un foro de reflexión internacional ante los retos de una sociedad cada vez más envejecida.
Los datos del informe Perspectivas de la Población Mundial son claras en este sentido: el número de personas mayores de 60 años en el mundo se duplicará en 2050 y se triplicará en 2100, pasando de 962 millones en este 2017 a 2.100 y 3.100, formando el grupo de población que crece más rápidamente.
Sin duda, una gran noticia para todos, pero que exige un cambio de actitud, de políticas y de prácticas para aprovechar el enorme potencial de estos millones de personas en el siglo XXI y en los siglos posteriores. En este contexto, De Grey ha revolucionado a la comunidad científica con su absoluta convicción de que podemos frenar y atajar las señales de la vejez con terapias innovadoras en las que él trabaja desde su fundación benéfica SENS Research Foundation.
No se trata, como ha explicado en numerosas ocasiones, de entrar en el debate moral de la vida eterna o en la ciencia ficción de los hombres robots, sino sólo de “salud”, de salvar la vida cada día a “las 100.000 personas” que se mueren sólo porque su cuerpo no aguanta el paso del tiempo.
Hablamos de un envejecimiento activo, de un físico activo, de una posibilidad de ser viejos pero sanos… ¿vivirían ustedes así 150 o 1.000 años?
Lo explica muy bien, aunque en inglés y con la amable traducción del periodista de La Sexta Iñaki López, este inglés de inconfundible aspecto y profundas convicciones. Aunque no sea de forma literal, asegura que “personalmente no me preocupa ni es especialmente interesante si yo quiero vivir 150 años, lo que pretendo es dar la opción de elegir” vivir más y vivir sano.
Aunque, de momento, no existen esas terapias, “no me las puedo aplicar, y tampoco querría ser el primero”, añadió a otra pregunta personal de los periodistas, pero matizó que “todos estamos a tiempo”. Pueden ser 10 o 20 años, dependiendo en gran medida de que las grandes farmacéuticas se pongan de su lado, porque en la actualidad sigue siendo más rentable tratar las enfermedades tan prevalentes como el cáncer o las demencias; o de que los gobiernos entiendan que será mucho más provechoso “mantener a la gente activa y trabajando” y evitar así los billones que cuesta la atención a las personas que padecen las complicaciones propias del envejecimiento.
¿Pero de qué terapias estamos hablando? ¿Estarían realmente al alcance de todos? En este punto, Aubrey de Grey lo tiene claro. Si el dinero público se invierte en investigar cómo lograr este tipo de tratamientos y no tanto en curar enfermedades, toda la población mundial podría acceder a ellos, sólo hace falta “tomarse en serio un problema que no es irresoluble”. Los mecanismos para frenar el envejecimiento, que no la muerte, pasarían por intervenciones quirúrgicas, inyecciones o píldoras, dependiendo de las células o de los órganos que queramos ‘reparar’.
Filosofía para la “polémica”, como apuntó el periodista televisivo, pero también, como ya va reconociendo la comunidad cientítica internacional, filosofía que camina “en la dirección correcta”. Estaríamos, como añadía Iñaki López en su presentación del gerontólogo, ante la “muerte de la propia muerte”, a vivir bien “150 años o 1.000” porque será más fácil lo segundo si se alcanza lo primero.
En definitiva, “técnicas revolucionarias para prolongar la vida, últil, próspera y con calidad”, que, sin embargo, plantean numerosos interrogantes como “si nuestro cerebro también se actualizaría con esas terepias, y cuáles serían las posibles políticas y medidas sociales ante la superpoblación” que se generaría. Preguntas que lanzó Iñaki López y que se debatieron en esta primera conferencia de Las Conversaciones de Salamanca, puestas en marcha por el CENIE, centro liderado por la Fundación General de la Universidad de Salamanca (FGUSAL) como socio principal, la Fundación General del Consejo Superior de Investigaciones Cientíticas (FGCSIC), la dirección general de Salud de Portugal (IDGS) y la Universidad del Algarve (UAlg).
El objetivo común es sentar las bases frente a esta nueva realidad social, tal y como explicó el director de la FGUSAL, Óscar González Benito, quien enmarcó estas conferencias en el amplio proyecto que supone el Centro Internacional como agente activo en el diseño de varios proyectos psicosociales, biosanitarios y económicos que den respuesta ante el fenómeno del envejecimiento que está cambiando el mundo.
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