La encefalitis es la inflamación del tejido cerebral. Cuando esta inflamación también afecta a las meninges, se denomina meningoencefalitis. Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), esta enfermedad deja secuelas en más de un 20% de las personas que logran sobrevivir.
Cada año se diagnostican en España unos 1.200 nuevos casos de encefalitis, una patología con un alto índice de mortalidad, ya que entre un 5 y un 20% de las personas afectadas fallecen, según se explica desde la SEN con motivo del Día Mundial de esta enfermedad, que se conmemora el 22 de febrero.
“La encefalitis es una emergencia médica, y aunque sus manifestaciones clínicas son variadas, la presencia de fiebre, dolor de cabeza, aparición brusca de somnolencia, alteraciones del comportamiento, desorientación, trastornos del lenguaje o crisis convulsivas son los síntomas más habituales”, explica la Dra. Marta Guillán, secretaria del Grupo de Estudio de Neurología Crítica e Intensivista de la sociedad científica. Como recuerda la especialista, se trata de una enfermedad “muy grave que puede causar secuelas neurológicas importantes“. Por esa razón, subraya, “ante la sospecha de que se esté padeciendo una encefalitis, se debe acudir con urgencia a un centro hospitalario”.
La encefalitis, una enfermedad infradiagnosticada
Cuando la encefalitis se detecta precozmente, la probabilidad de que el paciente evolucione favorablemente es mayor. Gracias al desarrollo e implantación de nuevos métodos de diagnóstico microbiológico multiparamétricos, cada vez son más los casos en los que se puede identificar el agente causal, lo que permite ofrecer el tratamiento precoz más adecuado. Sin embargo, sigue siendo una enfermedad infradiagnosticada e infradeclarada. Según las estimaciones actuales, en más del 40% de los casos no se llega a obtener un diagnóstico causal preciso.
En este sentido, los especialistas de la SEN explican que la encefalitis se produce por causas muy diversas: puede ser infecciosa, originada por el ataque de un virus, bacteria u hongo; estar causada por un agente tóxico o ser de tipo autoinmune, en ocasiones asociada a tumores y/o a proteínas que atacan el interior o la superficie de las neuronas. “En todos los pacientes se tienen que considerar estas diferentes causas, ya que el tratamiento es diferente y, en muchas ocasiones, debe iniciarse antes de tener disponibles todos los resultados de laboratorio”, destaca la Dra. Marta Guillán.
En los últimos años, gracias a los programas de vacunación infantil y de adultos y a la cada vez mayor implantación de medidas de higiene y salud pública, el número de encefalitis de causa infecciosa está en marcado y progresivo descenso. “Por el contrario, cada vez se identifican y se tratan más casos de encefalitis autoinmune, en la que la predisposición genética y las causas ambientales —como las infecciones víricas previas e incluso la contaminación— son los posibles factores de riesgo que más se han estudiado”, explica la representante de la SEN. “En todo caso, e independientemente de que se estén incrementando los casos por otros tipos de causas, el virus del herpes simple, el de Epstein-Barr, el VIH y los virus de la varicela, sarampión, paperas, polio y rubéola (en personas no vacunadas) continúan siendo la causa más frecuente a nivel mundial”, agrega.
Por esta razón, desde la sociedad científica se insiste en recordar la importancia de la vacunación, sobre todo en niños, personas mayores y personas con afectación del sistema inmunitario o que estén en tratamiento con fármacos inmunosupresores, ya que son los grupos de población que presentan un mayor riesgo de padecer una encefalitis grave. Igualmente, debe revisarse la vacunación necesaria antes de viajar y tratar de evitar picaduras de mosquitos y/o garrapatas en áreas en las que estos sean transmisores potenciales de virus que causan esta enfermedad.
“Aunque la encefalitis puede aparecer a cualquier edad, su incidencia es mayor en la población infantil y adolescente: 10 de cada 100.000 niños padecerán encefalitis este año, y aún será mayor la proporción entre menores de 1 año, con 20 de cada 100.000 niños”, estima la Dra. Guillán. “Estrategias poblacionales como el calendario de vacunación para toda la vida —en el que desde el año pasado se incluye la vacunación sistemática frente a herpes zóster en adultos de entre 65 y 80 años—, así como las medidas de higiene reaprendidas durante la pandemia, son las mejores herramientas que tenemos en la actualidad para prevenir esta enfermedad”, destaca.
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