
Nuestra pirámide de población se ha convertido en una hucha… sin fondos; uno de cada cuatro niños vive en riesgo de pobreza; el fracaso y abandono escolar supera el 23% (reciente informe de UNICEF La infancia en España 2014). Y, sin embargo, los gobiernos y las organizaciones sociales (incluidas las femeninas) dedican prioritariamente sus esfuerzos a deshojar la margarita con reformas y contrarreformas de la ley del aborto, en lugar de promover medidas en apoyo a la maternidad y la infancia que mejoren las condiciones vitales poblacionales actuales.
Cierto que vivimos una profunda crisis de empleo y de recursos de todo tipo, pero parece que estamos olvidando que el recurso básico y el final de todo el proceso social son las personas, la población. El cuadro estadístico es pavoroso: han bajado por quinto año las tasas de nupcialidad, fecundidad, natalidad e inmigración. Pero el cuadro vital cotidiano es aún peor: serias dificultades en muchas familias para mantenerse y el consiguiente aumento de la pobreza y del riesgo infantil de exclusión social. Se tienen menos hijos y a mayor edad. Los jóvenes emplean un tercio de sus vidas en encontrar trabajo y además, en el caso de las parejas, deberán trabajar ambos para poder independizarse y así poder hacer frente a los gastos corrientes, los impuestos y a las necesidades de consumo a las que les hemos acostumbrado.
La receta neoliberal para superar la actual crisis de empleo es ser competitivos en la producción y aumentar el consumo. Esto se traduce para nuestros jóvenes en una demanda laboral de trabajadores cualificados, trabajando por horas, con bajos salarios y con mínimos en protección social (incluida la ayuda familiar). ¿Podrán llegar algún día a tener los 40 años cotizados para poder jubilarse?
En este panorama, ¿quién se anima a tener familia? ¿Qué hacen otros países desarrollados para mantener su relevo generacional?
Francia tiene las tasas de fertilidad más altas de Europa: dos hijos por mujer (España: 1 y Castilla y León, 0,72). Su tasa de natalidad es del 12,6‰ (España: 7,36 ‰, CyL: 3,5‰). No parece casual, cuando comparamos los planes de ayuda a la natalidad y a las familias. En Francia: 900 euros por nacimiento, 180 al mes por hijo, el 80% de la guardería, planes de conciliación vida laboral-familiar, periodos de tres años de cuidados por hijo compensados con 300-600 euros, ayudas para alquileres, escolares, fiscales…
En España: 291 euros anuales por hijo a cargo de la Seguridad Social y los días de descanso maternal; rebajas fiscales. En el País Vasco: 400-900 euros por nacimiento del primer hijo, 1.100 euros anuales para los sucesivos hijos los cuatro primeros años; luego, 400 euros el quinto y el sexto año. En Castilla y León, con los índices de crecimiento vegetativos más bajos de España, no hay ayudas económicas por maternidad.
UNICEF, Comité Español: “LOS NIÑOS IMPORTAN, su valor social va mucho más allá del ámbito doméstico; son un asunto de sus familias, pero también de todos. Porque sin ellos no hay futuro”. En su página web, proponen realizar un Pacto de Estado por la Infancia, y presentan una propuesta inicial que convendría leer y firmar para estimular la sensibilidad de los políticos sobre este tema (http://www.unicef.es/pactoinfancia).

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