
Generalmente, en las sesiones de musicoterapia utilizamos música improvisada por el/la paciente, es decir -a grandes rasgos-, la persona toca los instrumentos musicales que tiene a su disposición y, en base a lo que suena, trabajamos diferentes aspectos musicales y emocionales.
Pero también se puede utilizar lo que se llama música envasada o enlatada. Se llama así a aquellas melodías compuestas y/o cantadas por otras personas que se graban y se reproducen mediante dispositivos de audio y que no son ejecutadas en vivo. Podemos encontrarla en varios soportes, como CD, discos de vinilo, mp3, etc.
Otra de las acepciones de este término se usa para denominar a aquellas canciones que tienen un sonido muy artificial y distorsionado que se manipula a través de programas informáticos o instrumentos electrónicos. En esta ocasión me voy a referir al primer significado, y os detallaré brevemente cómo este tipo de música puede ayudarnos.

Las canciones tienen los ingredientes necesarios para el análisis y la reflexión de la realidad humana y los hechos sociales. Muchas veces permiten la concientización, la relación e identidad de la persona con los elementos y valores socio-culturales que la representan. En musicoterapia, la canción se convierte en un recurso lúdico, didáctico y terapéutico de primer orden, siempre y cuando se elijan canciones que contengan características específicas que estén en consonancia con los objetivos y/o temáticas planteados en el tratamiento.
Por otra parte, el trabajo a partir de la lectura e interpretación de las letras de las canciones resulta muy significativo a nivel emocional. En general, esas letras cuentan historias, describen personajes, lugares, sentimientos… que son atractivos para invitar a reflexionar, exteriorizar emociones y reflejarse en el contenido.
Es necesario realzar el valor de esta herramienta de gran impacto motivador a la que se le puede sacar un alto rendimiento. Es importante no reducir su utilización al mero entretenimiento, ya que las mismas pueden actuar como disparadores motivacionales de algún tema en especial para su reflexión posterior, para la sobre-instrumentación (tocar instrumentos mientras suena la canción), o también para ejercitar la voz, la respiración y la postura corporal al cantar.
La práctica de la audición y la entonación de canciones mejoran la concentración y potencian la memoria; aumentan la seguridad emocional y la confianza. El canto grupal es un medio maravilloso para expresar sentimientos comunes y, además, favorece el desarrollo del oído musical, posibilita reconocer y diferenciar sonidos vocales e instrumentales. A identificarlos e identificarse. Cantar beneficia la búsqueda y el encuentro con uno mismo y con los demás, desde lo sonoro.
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