Las altas temperaturas de la época estival también pasan factura a los pies, tal y como explican los profesionales del Ilustre Colegio Oficial de Podólogos de la Comunidad Valenciana (ICOPCV), que han querido recordar algunas medidas sencillas para prevenir las afecciones más comunes.
Entre los problemas que afectan con más frecuencia a la salud de los pies durante las épocas de calor están el exceso de sudoración (hiperhidrosis); la hinchazón de los pies y los tobillos, porque los vasos sanguíneos se dilatan con el calor, y es más costoso el bombeo de sangre desde las extremidades hasta el corazón; la aparición de infecciones por hongos o bacterias y las grietas en los talones, que aparecen porque hay mayor sequedad en la zona debido a las temperaturas y el uso de un calzado abierto.
“También debemos tener en cuenta que otra de las consecuencias del calor es que, al usar un calzado abierto, las personas que utilizan habitualmente tratamientos ortopodológicos como las plantillas no los pueden colocar en las sandalias. Esto hace que tiendan a reproducirse las patologías que tenían”, explica Maite García, vicepresidenta del ICOPCV.
Consejos para mantener la salud de los pies frente al calor
En épocas de calor, los podólogos valencianos aconsejan utilizar un calzado fresco, transpirable y que sujete el pie, que debe ser hidratado a diario, pero evitando el espacio interdigital, porque si lo hacemos, puede macerarse la zona y propiciar la aparición de hongos.
“Es útil que las personas que padezcan problemas de sudoración usen medios preventivos, como antitranspirantes y astringentes, para evitar que se altere el pH de la piel y que comiencen posibles infecciones por bacterias u hongos, que acaban siendo un problema al final de verano y requerirán ser tratadas”, indica la vicepresidenta de la institución colegial.
Además, los podólogos afirman que, después de caminar un rato, “es interesante sentarse y levantar los pies por encima de la cintura para favorecer el retorno venoso”.
También se recomiendan los baños fríos en los miembros inferiores al acabar el día, aunque “solo son aconsejables en personas que sientan hinchazón o quemazón en la zona porque tienen una retención de líquidos o trastorno de circulación leves”. Sin embargo, advierte Maite García, se desaconsejan “en personas con trastornos de la circulación más severos, porque tienen alterada la sensibilidad, y al contacto con mucho frío se pueden quemar”.
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