Hace casi una década, Celia Sendra de la Ossa comenzó a trabajar como enfermera en la planta de Oncología del Hospital Universitario de Salamanca, al tiempo que se vinculó como voluntaria a la Unidad de Cuidados Paliativos de Los Montalvos. Las dos experiencias instensificaron su contacto “con el dolor y la muerte”, una realidad que, como la mayoría de personas, también había estado presente en su historia personal.

“Comenzó a interesarme lo del duelo al ver que estamos muy solos en este proceso vital por el modo en el que asumimos las pérdidas. Antiguamente era algo distinto, igual porque la sociedad era más comunitaria, las familias más grandes o porque quizás teníamos más permiso para expresar el sufrimiento y la pena. Sin embargo, ahora la sociedad no quiere mirar la muerte y el dolor, porque le dan miedo y no tiene respuestas”, explica.
Hace unos meses, y tras un intenso proceso formativo que ha incluido un postgrado de asesora y experta certificado por el Instituto de Psicoterapia Integrativa-Relacional en Pérdidas, Duelo y Trauma, esta enfermera decidió crear una asociación desde la que brindar apoyo a los afectados por patologías graves y a quienes pierden a un ser querido y necesitan ayuda para afrontar el dolor. LunaNueva nació el pasado enero y cuenta ya con una treintena de socios, la mayoría, “familiares de pacientes oncológicos” que han entendido que para superar una pérdida es necesario trabajarla. Justo lo contrario de lo que hemos interiorizado.
“Hemos crecido con un modelo que nos inculca que las dificultades de la vida se asumen apretando los puños, que el dolor se aborda huyendo de él, que si lloras eres un cobarde, que no quieres afrontar las cosas, sino tirar la toalla. Esto va fabricando una coraza emocional y vamos dejando dentro una mochila de sufrimiento, de forma que, cuando estamos presentes en una realidad de dolor, nuestras propias pérdidas se hacen presentes y esa mochila se abre, porque las pérdidas que no hemos elaborado, las que no hemos trabajado, van con nosotros y en algún momento se despiertan“, asegura.
En este sentido, Celia Sendra de la Ossa sostiene que mensajes del tipo “Tienes que poder, no tires la toalla” pueden resultar “demoledores” para una persona que sufre una enfermedad grave y para sus cuidadores, que no sólo se enfrentan al temor de la muerte y el dolor, sino también a las “pérdidas secundarias” que suelen asociarse a este tipo de procesos: laborales, económicas, de relaciones sociales, de costumbres…
Muchas veces, esta manera de afrontar el problema deriva en lo que los especialistas denominan la conspiración del silencio, una situación que hace que tanto el enfermo como sus seres queridos se esfuercen por mostrarse mutuamente fuertes, cuando la realidad es que todos están sufriendo de forma callada… y en soledad. “En estos casos, con la intención de proteger al otro y no proporcionarle más sufrimiento, levantamos un muro tremendo que nos aísla de las personas que más queremos y que son las que más nos pueden ayudar en esos momentos”, destaca la presidenta de Lunanueva.
El duelo “complicado”
Para ayudar a los afectados en el difícil reto de asumir el drama que están viviendo, la entidad pone a disposición de los socios un servicio de atención individualizada a partir de una primera consulta en la que se determina qué necesitan, porque, como explica la fundadora de la asociación, no todas las personas viven de igual forma los procesos de duelo o enfermedad grave. “Aquí no hay nada bueno ni malo. Hay quien cree que una persona presenta un duelo patológico porque después de cinco años tiene las cenizas de su ser querido en casa, pero todo depende de lo que significan esas cenizas para cada afectado y cómo se relaciona con ellas. No es lo mismo que alguien se niegue a salir de casa porque no quiere dejarlas solas que mantenerlas en el hogar porque le reconfortan. Igual con las visitas al cementerio; no hay que ir ni que no ir, todo está en función del significado que las cosas tengan para cada persona”, sostiene la experta, que prefiere hablar de duelo “complicado”, y no patológico.
Éste se puede sospechar, afirma, “cuando pasa el tiempo y la persona no es capaz de llevar una vida adaptada” a la pérdida, cuando no puede retomar “el equilibrio emocional”, las relaciones laborales, sociales y afectivas “sin conflicto”. Conseguirlo, por tanto, es signo de recuperación, una recuperación que llega “cuando la pérdida no le bloquea” y puede salir de esa especie de paréntesis de duelo.

Alcanzar esa meta, sin embargo, no es fácil, como reconoce la presidenta de Lunanueva. “En este proceso es muy importante que la persona sienta la necesidad de ser ayudada porque crea que así no puede vivir. Tiene que pedir ella la ayuda, porque el proceso exige volver los ojos hacia uno mismo y desgranar tu dolor, y eso es muy duro”, advierte. Se trata, entonces, de hacer “justo lo contrario” de lo que suele aconsejar el entorno con mensajes como “sal, distráete, vete de viaje, no pienses en ello…”.
De este modo, el papel de la asociación -con la que se puede contactar a través del número de teléfono 619 18 71 10 o del correo redlunanueva@gmail.com– es facilitar al afectado “las herramientas para que pueda integrar el dolor en su vida”.
“En estos momentos la vida se pone patas arriba, por lo que se trata de reconstruir el puzle, aunque en la mayoría de los casos las piezas no vuelven a ponerse donde estaban antes. Con una enfermedad grave o con la muerte de un ser querido las cosas imporantes se tambalean y hacen que te replantees trabajo, relaciones, motivaciones… El objetivo es ayudar a la persona a saber dónde quiere poner esas piezas y también ayudarla a hacerlo”, señala indica esta enfermera del servicio de Oncología.
Para ello, Lunanueva sigue el denominado “modelo integrativo-relacional”, basado en una concepción “humanista en la que el centro es la persona” y que está guiado por tres consideraciones fundamentales: “Que la relación terapeuta-paciente es fundamental en este proceso; que el duelo es un proceso integral, que abarca lo cognitivo, lo emocional, lo comportamental y lo somático, y que las respuestas las tiene la propia persona”, que es qjuien marca “el ritmo” del proceso en función de sus necesidades.
Poco a poco, esta nueva Asociación de Apoyo al Duelo y Enfermedades Graves irá ampliando los servicios destinados a acompañar a los afectados en su dolor, como la creación e grupos terapéuticos formados “por personas que han sufrido pérdidas similares” o la puesta en marcha de un programa de voluntariado formado en este modelo de atención. “No puedes ayudar a personas en duelo si antes no has resuelto tus propios duelos, porque si no siempre vas a verla a través de esa pantalla”, apunta Celia Sendra de la Ossa, que el próximo lunes, a las seis de la tarde, presentará en el Colegio de Enfermería de Salamanca los objetivos de Lunanueva, una entidad que ha asumido como lema unos versos de William Shakespeare:
Poned palabra al dolor. La pena que no habla murmura en el fondo del corazón hasta que no puede más, hasta que lo rompe.
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