Si dos burros se reúnen ¿qué hacen? Supongo que rebuznar más fuerte. Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados sin tratar de abrirlos jamás.
Nuestra Sanidad (y digo nuestra, porque somos millones los trabajadores españoles que hemos pagado, los que continuamos haciéndolo, grandes sumas de dinero a la tesorería de la Sanidad Social -lo de social viene de gratuidad y a los currantes auténticos nadie nos ha regalado nada- para cubrir los gastos sanitarios el día que lo necesitemos) ha llegado a un punto en el que los contribuyentes nos encontramos luchando contra un mar de confusiones, en una batalla en la que no sabemos quienes son los jacobinos y quienes son los girondinos.
¡Quiero que la vida pase despacito para que me de tiempo a terminar esta contienda!
Desde que el Gobierno Central optó por el traspaso de funciones de la Sanidad Publica y la Educación de este país (esta España mía, esta España nuestra) a las comunidades autónomas, vamos para atrás como los cangrejos. Sí, cada día vamos más de glúteo como diría el poeta.
Las listas de espera han llegado a límites insospechados y a no ser que el paciente se esté muriendo, son años los que puedes estar esperando para que te operen y a que se produzca esa llamada que te invita a pasar por el hospital para hacerte la prueba de la anestesia.
Falta personal sanitario
Concretamente en Salamanca, el personal sanitario, tanto el de los hospitales como el de los Centros de Salud, se encuentra totalmente agobiado por el exceso de trabajo, porque se necesitan más profesionales y no contratan. Es mentira el alegato manido que vienen aplicando los consejeros de Sanidad de la Junta de Castilla y León en cuanto a que no hay médicos ni enfermeras en España para cubrir las vacantes.
El actual consejero de la Junta de Castilla y León, al igual que el presidente, justificaban tiempo atrás la supuesta carencia a que los profesionales sanitarios se les forma en Salamanca y en el resto de España y que luego se marchan a Alemania, a otros países de la vieja Europa. Y yo les pregunto a ustedes: ¿Por qué se van? Porque allá se le valora su trabajo, porque allá se les paga un sueldo decente, porque allá se les valora su profesionalidad, porque allá no hay cargos a dedo, cargos políticos, sino que se tiene en cuenta su valía, porque fuera de nuestras fronteras la Sanidad no se politiza.
¿Qué no hay médicos ni enfermeras? Señor Fernández Mañueco, señor consejero de Sanidad de la Junta de Castilla y León, doctor Alejandro Vázquez: Acá lo que no hay es vergüenza, lo que no hay es conciencia, lo que no hay es humanidad por parte de los que ocupan cargos políticos y colocan en los despachos de las jefaturas a verdaderos incompetentes, malos gestores: “A Dios rogando y con la tonfa dando”, que se diría en términos policiales.
¿Qué se puede esperar de un país cuyo presidente del Gobierno pone a cargo de la Sanidad Pública a un filósofo (yo solo sé que no sé nada), a una licenciada en Derecho por la Universidad de La Laguna (Tenerife) con un nivel tan bajo (corrían los años ochenta) que no querían a nadie para trabajar, ni siquiera como muchachitos de los recados?
Listas de espera
Ahora, este hombre de la verdad única (al que yo llamo el maestro ciruela que no sabía leer y puso una escuela) acaba de fichar a una médica anestesista (ferviente seguidora del marxismo-leninismo), pero mucho me temo que su “patrón” Sánchez va a aprovechar la coyuntura para sacar una nueva ley que acabe con las listas de espera de los hospitales públicos de manera fulminante, como hizo con la ley de la eutanasia, con la amputación total de dedos.
En traumatología y en urología, por ejemplo, del hospital de Salamanca las esperas son de auténtica vergüenza (tres años para una operación de fimosis de un niño adolescente, un niño “especial”, y cuatro inviernos para intervenir metatarsianos y los dedos deformados del pie de una fémina, sobreviviente de cáncer de páncreas, para que al final la paciente se quedara casi coja y sin sensibilidad alguna en dichos apéndices). Ojo al parche y mucho cuidado, pues “cosas peores veredes amigo Sancho”.
Síndrome de Dunning Kruger
Pienso que los políticos tienen el Síndrome de Dunning Kruger (los que se creen listos y son idiotas) porque la ignorancia engendra más confianza que el conocimiento, no le demos vueltas. Sirva de ejemplo lo poco que duró como consejera de la referenciada Junta castellano-leonesa, una mujer que sabía muy bien el asfalto por donde pisaba, además de ser la médica mejor valorada del mundo, pero que no debía de ser del agrado del presidente Mañueco y, como decimos los canarios (canaria de adopción y de corazón), en muy poco tiempo la “mandó a mudar”. Ella lo agradeció, pues como dijo Descartes: “La convivencia de un genio con una persona con pocas luces, puede convertir al genio con futuro en una pobre persona con pasado”.
Y volviendo al estado lastimoso en el que actualmente se encuentra la sanidad pública de nuestro país -mi gran respeto a los profesionales de esta tierra charra porque Salamanca tiene grandes profesionales de la Medicina y con verdadera vocación y puedo decirlo yo por propia experiencia porque ellos fueron los que hace una década me salvaron la vida cuando no había ningún tipo de esperanza-, varada y bien varada, es hora de que la ciudadanía de estos pagos castellanos se levante contra los políticos, contra la pésima gestión, contra este gobierno central (asesino de sueños) que dilapida millones y millones de euros en la presuntas compras de voluntades, en lugar de inyectar nuestra plata en la Sanidad (porque vivir es lo único cierto y morir es el fin), que ya está bien que mantengan en las jefaturas a personas que saben menos de gestión que yo de productos cárnicos, porque toda mi vida he sido vegetariana. Zapatero a sus zapatos. En este país todos mienten. ¿Será que la mitomanía es una enfermedad que se contagia más que la gripe de pollo? Pues aunque estemos físicamente y kilométricamente muy lejos de China… no nos va a quedar otra que vacunarnos.
Los millones del separatismo
A vos, ministra de Sanidad, Mónica García (que pese a ser médica con varias especialidades lleva más de dos décadas en el negocio político), que acaba de agarrar, con frenesí, la cartera de piel de vaca, espero que esta palanca no se lleve la supuesta vocación que tuvo en su día a la hora de decidirse por la Medicina y no se olvide nunca que una rana en un estanque no sabe que existe el mar.
Voy a contarle algo:
Érase un país separatista donde había un comanche que inyectaba millones y millones de billetes de vellón para que gozaran de unas excelencias que el resto de los pueblos unidos no tenían ni por soñación. Por encima de la culturización estaba la plata y cuando la ciudadanía trabajadora y contribuyente enfermaba, la falta de conocimientos de los “rophes” (así llamaban a los médicos en la antigüedad) provocaban muertes continuas y amalgamadas.
En aquel ambiente irregular un muchacho sano, deportista, trabajador… de manera sorpresiva tuvo que ser operado de vejiga y en un par de días ya estaba en su casa haciendo vida normal y sin ningún tipo de tratamiento por seguridad.
Tres años después de la intervención en un hospital de Barcelona, en un reconocimiento rutinario, le detectaron un tumorcito en el pulmón y después de varios estudios determinaron que venía de las células cancerosas escapadas durante la operación de vejiga, que al no aplicar tratamiento posterior de quimioterapia se había propagado a otras zonas del cuerpo.
Cuando el dedo apunta a la luna… el bobo mira el dedo.
Promesas de curación, sistemas novedosos con extraordinarios resultados, complejos vitamínicos y la leyenda de Colón: “Todo aquello que parece imposible hasta que alguien demuestra que no lo es”.
Ya era demasiado tarde, pues aquel muchacho sano, deportista, trabajador, atlético, motero, amante de su esposa, de sus ocho hermanos y de sus tres hijos, en dos meses y medio se apagaba.
Siempre en el recuerdo
Ese joven lleno de planes de futuro, con muchos años de vida por delante, era mi hermano del alma, nuestro hermano del alma. Y el pasado día 15… de repente supimos, con honda desazón, que Tito Orgaz Botejara embarcó en una balsa con velas de luto Mediterráneo adentro. Nos engañaron, no nos cegaron.
Hoy, con lágrimas en los ojos y en los corazones de toda la familia le digo a vos, nueva ministra de Sanidad, licenciada en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, le insto, no precisamente a enseñarme a poner una tirita en un dedo lastimado, sino a investigar como se hace el reparto de la plata de todos los españoles decentes que sale de su departamento-Ministerio. No se olvide que no hay vergüenza en no hacer algo. La vergüenza es no investigarlo luego.
Jamás podremos olvidarte, querido hermano, y pido que esos galenos del Hospital de Barcelona (que tanto dinero embucha), los que cambiaron las rutas de tu destino, no puedan volver a dormir tranquilos el resto de sus días y de sus noches.
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