El pasado día 20 de mayo, aproximadamente a las 23:00 de la noche, sufro un desvanecimiento con pérdida de consciencia de aproximadamente 4 o 5 minutos. Al llamar al 112 para solicitar ayuda, se indica a mis familiares que no existe ninguna ambulancia disponible y que solucionemos el problema como nos parezca.
Gracias a Dios, la Policía Local, único cuerpo de protección y seguridad que actuó como verdaderos profesionales, acudieron en nuestra ayuda y me trasladaron al Hospital de Salamanca en su vehículo, y de forma humana y rápida.
Al llegar a Urgencias del Hospital Universitario, ese del que tan orgullosos nos sentimos y publicamos en los medios, el recibimiento y posterior trato fueron denigrantes. A mi marido le vocearon, porque eso no fue hablar, que allí no se entraba sin mascarilla, cosa igual de lógica como el que él no la llevara, ya que nadie sale de casa pensando que tiene que terminar en un hospital.
En esos momentos, yo empecé a recobrar la consciencia, aunque mi estado era horroroso, ya que podía escuchar todo lo que se hablaba a mi alrededor, pero mi cabeza no me permitía reaccionar ni abrir los ojos ni mover ninguna de mis articulaciones.
Me rodeaban varios profesionales, por llamarlos de alguna forma, ya que su actitud fue todo menos eso, y empezaron a reírse de mi estado, comentando: “¿Y a esta que le pasa? Dice el otro (supongo que refiriéndose a mi marido) que se ha tomado una caña… con limón (risas y cachondeo ). Sí, sí, ahora veremos el limón que lleva la caña, como el otro que ha ingresado con una hemorragia, hasta el culo iba… ¿tú te lo crees? Yo lo dudo…”. Podría continuar con las frases que se intercambiaban y, mientras, yo sentía la impotencia de no poder responder y el miedo por mi situación, ya que no era capaz de articular palabra, abrir los ojos ni moverme.
Intentaban que reaccionara, supongo que con las prácticas habituales, pero desde luego de una forma poco humana. Escuché cosas como “ya verás como ahora sí se espabila”, mientras me pasaban el puño fuertemente por el esternón o me apretaban las uñas de mis manos y pies en el nacimiento de las mismas, cosa que efectivamente me molestaba bastante –hoy en día todavía tengo resentido todo mi cuerpo–, pero por mi estado no era capaz de moverme.
Yo estaba bañada en sudor, ya que se me ha dicho, y quiero pensar, que solo fue un fuerte golpe de calor, y se me dejó en una camilla en un box, prácticamente sin tapar. Al poco rato, mi cuerpo empezó a quedarse helado y yo seguía sin poder reaccionar, solamente mi cabeza funcionaba. Gracias a Dios, entre tanto inhumano, todavía queda gente que SÍ es profesional y merece todos esos aplausos que hace meses dimos todos los ciudadanos, y dos ATS se dieron cuenta de que estaba tiritando y me taparon con una manta.
Poco a poco fui recobrando mis fuerzas, llegaron los resultados de los análisis y se pudo demostrar que sí era una caña con limón, como había dicho el “otro”, lo único que tenía en mi organismo. Pero yo digo, aunque no hubiera sido así, ¿no merece una persona que acude a un hospital un trato humano y profesional? ¿Es necesario que se rían de nosotros y nos traten como basura porque un viernes noche vas a “molestar” al servicio de Urgencias? ¿De verdad es necesario que yo tenga que saber que ha llegado un hombre con una hemorragia y que estaba “hasta el culo” (palabras textuales)?
Ahora mismo me encuentro dolorida, física y psicológicamente, quiero pensar que, efectivamente, solo fue un golpe de calor. La situación de oír a tu alrededor y no lograr que tu cuerpo reaccione no se la deseo a nadie, pero también, como persona, me han hecho sentir de todo menos auxiliada y respetada. Es vergonzoso y patético llegar a pensar y temer el tener que acudir a un hospital, sabiendo el trato tan denigrante e inhumano que vas a recibir. Y solamente pido y realizo esta reclamación o denuncia, porque creo que llegaré a ello, para que nadie tenga que pasar por este trance, el de sentirte como una mierda y el payaso de circo de unos cuantos indeseables, a los que hemos aplaudido sin merecérselo, cuando vas muerta de miedo porque tu salud, lo más importante de este mundo, te ha jugado una mala pasada.
Señores, ustedes estudiaron no sólo para cobrar a fin de mes ni para sentirse los héroes de un país en la situación por la que hemos pasado estos dos años, sino creo que también para saber tratar con personas y tener un ápice de humanidad, aunque, bien pensado, el ser humano y profesional no se estudia, se nace y se demuestra.
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