Los expertos alertan desde hace tiempo de la relación bidireccional existente entre el sueño y la salud mental.
Por un lado, los mismos genes que predisponen a ciertas enfermedades psiquiátricas, como la ansiedad o la depresión, marcan también la susceptibilidad de padecer insomnio. Por otro, los mecanismos fisiopatológicos de ambos tipos de trastorno están íntimamente relacionados y se retroalimentan.
“Los pacientes con insomnio tienen mayor riesgo de desarrollar depresión o ansiedad. El insomnio se asocia con problemas de comportamiento (hiperactividad, agresividad, reducción de la motivación, etc.) y es, en sí mismo, un factor de riesgo para el abuso de sustancias”. Así lo explica la doctora Rybel Wix, miembro del grupo de trabajo de insomnio de la Sociedad Española de Sueño (SES), quien añade que el insomnio “se asemeja en sus consecuencias a un estado de ansiedad: los pacientes experimentan falta de control, de amabilidad, neuroticismo, fatiga, peor respuesta al estrés, perfeccionismo e incapacidad de experimentar sensaciones placenteras o felicidad”.
La importancia de un buen descanso
Partiendo de esa estrecha relación bidireccional, no es de extrañar que el sueño sea un factor fundamental para ayudar a las personas a gestionar sus emociones. “Un sueño adecuado favorece un buen estado de ánimo y contribuye a la correcta regulación de las emociones”, argumenta la portavoz de la SES, quien señala que un periodo de sueño consolidado produce una menor activación de la amígdala, lo que se traduce en una menor respuesta emocional ante circunstancias estresantes.
En concreto, la fase REM, que representa el 25% del ciclo de sueño y es durante la que se tienen sueños más vívidos, juega un papel fundamental en la correcta gestión emocional. De hecho, explica la doctora Rybel Wix, diversos estudios han demostrado que los pacientes que han sufrido adversidades importantes durante la infancia (abandono, abusos sexuales, pobreza extrema), un periodo crítico de plasticidad cerebral, presentan un mayor estado de excitación tanto en la vigilia como durante el sueño y una mayor fragmentación del sueño REM que es proporcional al estrés.
“Después de una experiencia emocional adversa, el sueño, y especialmente el sueño REM, es muy importante para un recuerdo adecuado del evento. El sueño REM se asocia con la activación de la amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal, todos ellos circuitos claves para el procesamiento emocional y la consolidación de la memoria”, afirma la experta.

Un buen descanso promueve la sensación de bienestar al despertar
En este contexto, durante los últimos años han proliferado las publicaciones que señalan las horas de sueño recomendadas según el rango de edad. A este respecto, la National Sleep Foundation norteamericana recomienda para la población adulta (entre 18 y 65 años) un rango de entre siete y nueve horas diarias de descanso. Sin embargo, Rybel Wix aclara que, siendo importante este dato, los últimos estudios dan cada vez una mayor relevancia a la calidad de las horas dormidas.
¿Qué determina entonces la calidad del sueño? “La calidad se mide sobre todo por cómo se siente el sujeto después de dormir. Si se encuentra recuperado al despertarse y de buen humor durante el día, eso significa que ha descansado bien. Una mala calidad del sueño, por el contrario, se va a ver reflejada en un fallo de los procesos cerebrales que tienen lugar durante el sueño y que promueven la sensación de bienestar al despertar”, afirma.
Buenos hábitos de descanso
Para favorecer ese buen descanso, la representante de la SES recomienda tener unos buenos hábitos de sueño, que pasan necesariamente por mantener horarios fijos para acostarse y levantarse, dormir en una habitación libre de ruido y sin luz o por hacer ejercicio de manera regular. “Actividades como el yoga, la meditación y otros enfoques cognitivos que se usan en el tratamiento del insomnio pueden alterar la corteza prefrontal de tal manera que también resulten beneficiosos para los pacientes con insomnio”, añade Wix.
Una falta de descanso generalizada
Pese a la importancia de un adecuado para la salud, más de la mitad de la población en España duerme menos horas de las recomendadas. Así lo han puesto de manifiesto los resultados de la última encuesta IMOP-BERB?S, que constatan que solo el 44,2% de los ciudadanos duermen siete horas diarias todos los días de la semana, lo mínimo recomendado por los expertos en sueño.
Según los datos obtenidos en este análisis –realizado mediante 702 entrevistas a personas de 14 años o más–, el 24,8% de la población asegura que duerme el mínimo aconsejado entre cuatro y seis días a la semana, el 18,4% lo hace entre uno y tres días y el 12,6% no lo hace nunca.
No obstante, a pesar de la falta de descanso generalizada, el 83% de los encuestados perciben que su calidad de sueño es muy buena, buena o normal, en oposición al 17% que la califica como mala o muy mala.
En cuanto a los factores que más influyen en la calidad del sueño, la mayor parte de los participantes se refiere al estrés como principal problema (50,9%), un porcentaje que aumenta al 92,7% en las personas desempleadas. En segundo lugar, con mucha diferencia, se encuentran la enfermedad o la edad (16,3%), la falta de tiempo (9%), los malos hábitos o falta de rutinas (6,8%) y la exposición a pantallas (1,5%).

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