Las cosas se pueden decir de muchas formas. Hay mil maneras de expresar que uno está más cabreado que una mona. O que algo te importa un pimiento. Se puede hacer con delicadeza o de modo burdo y soez. Con sutileza o desde la vulgaridad.
A grandes rasgos, esta es la idea que hace unos días quiso transmitir el traductor médico Fernando A. Navarro durante la presentación en Salamanca del sexto volumen de Medicina en español, una obra “que bebe directamente” de la sección Laboratorio del lenguaje de Diario médico, “florilegio de recomendaciones, dudas, etimologías, errores, anglicismos y curiosidades varias del lenguaje médico” que ofrece desde 2006 esta publicación de Unidad Editorial.
En un brillante y divertido discurso, Navarro echó mano de los éxitos más recientes de la era del “Youtube, el Spotify, los pódcast y Neflix” —como El baño, de Enrique Iglesias, o el último bombazo viral de Shakira, BZRP Music Sessions #53— para construir una descacharrante comparativa con los textos de los autores clásicos. El objetivo: recordar “que todo cuanto decimos —desde un manual de piensos porcinos hasta el parte de quirófano por una fístula anal— se puede expresar de modo ramplón, sin gracia, o de forma elegante, limpia y clara, primorosa”.
Porque no es lo mismo escuchar la invitación oculta en los versos «Vámonos pal’ baño, que nadie nos está viendo / si no me conoces, nos vamos conociendo», incluidos en el pegadizo “poema actual” que Iglesias grabó junto a Bad Bunny, que hacerlo en palabras de Homero, “quien expresaba eso mismo diciendo: «Dirijámonos al interior de la cóncava cueva a deleitarnos con el amor en mutua compañía», que suena bien distinto”.

Fueron cuantiosos los ejemplos que enumeró “el médico de las palabras”, a cuál más certero e hilarante, pero en su ánimo no estaba demostrar con ello “que solo los poetas, las lingüistas y la gente de letras saben expresarse con donaire”, sino “justo lo contrario”: poner de manifiesto que la abundancia de posibilidades que se abren mediante un correcto manejo de las palabras “es algo que hemos de tener muy presente todos cuantos hacemos un uso profesional del lenguaje”, incluidos “traductores, médicos, divulgadores científicos o periodistas biosanitarios”.
“Escribir lindo no va de letras o ciencias. El lenguaje de la medicina, de hecho, es de una riqueza y de una belleza que embelesa y maravilla a cuantos se acercan a él. Hay poesía, sí, en los grecolatinos tecnicismos de nuestra habla especializada”, subrayó Fernando A. Navarro, quien hace de su libro un verdadero y placentero homenaje a las palabras médicas bien dichas y escritas.
Como ya es tradición, y tras su presentación en Madrid, el sexto volumen de Medicina en español, editado por la Fundación Lilly en colaboración con Diario Médico, también tuvo su puesta de largo en la tierra de su autor. El acto, celebrado en el Colegio de Médicos de Salamanca, logró un lleno casi total. Moderado por el Dr. Santiago Santa Cruz, presidente de la institución colegial, tuvo como padrino al profesor José Ramón Alonso, neurobiólogo, director del Laboratorio de Plasticidad Neuronal y Neurorreparación en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León (INCyL) y ex rector de la Universidad de Salamanca (USAL). También intervinieron José Antonio Sacristán, especialista en farmacología clínica y director de la Fundación Lilly, y el periodista Miguel G. Corral, director del Área de Salud de Unidad Editorial.

Todos ellos coincidieron al destacar la talla profesional y humana de Navarro, que abandonó el ejercicio de la medicina —es especialista en farmacología clínica— para dedicarse a diseccionar palabras con máximo tino. También al subrayar su espléndida capacidad de “transmitir conocimiento” desde “la humildad, el sentido común” y un inconfundible y jocoso estilo cargado de ingenio.
En este sentido, Miguel G. Corral recordó que Fernando Navarro “ha hecho del lenguaje médico su vida”, y “del humor, la ironía y la agudeza”, las “señas de identidad de su forma de contarnos la medicina y de ver el mundo”. Según el director del Área de Salud de Unidad Editorial, Medicina en español es “la obra que está escribiendo la historia de la medicina a través de sus vocablos”.
Medicina en español… y con humor
Al igual que en los cinco tomos anteriores, el lector puede encontrar en ella fragmentos de “etimología, historia, dudas léxicas y gramaticales, literatura, problemas de traducción, chascarrillos médico-lingüísticos y lo que se tercie”, según explicó el propio autor.
Barbie y los barbitúricos, Hipócrates e hipopótamo, Daniel Elmer Salmon y las salmonelas, Beatriz y el colirio desaparecido, Médicos que cantan y bailan o El color más repulsivo salva vidas son algunos de los títulos que pueden disfrutarse en este compendio de textos escritos “por un sabio, un erudito”, tal y como definió a Navarro el director de la Fundación Lilly, quien animó a los presentes a leer el libro, pero también los dos prefacios incluidos en sus páginas: Deshaciendo galimatías y babelismos, del periodista José Ramón Zárate —de quien partió la idea de crear el Laboratorio del lenguaje en 2006—, y Mirar al cielo, de José Ramón Alonso, catedrático de la USAL y consejero científico de la Fundación.

Este último fue, precisamente, el encargado de apadrinar la presentación, y lo hizo con un vibrante discurso en el que defendió la comunicación con los pacientes como “la esencia de la medicina” y resaltó la calidad de Fernando Navarro como escritor, “su rigor como investigador del lenguaje” y su “magnífico sentido del humor”. Tras asegurar que el traductor médico es “un verdadero referente personal y profesional para sus estudiantes”, Alonso puso en valor la decisiva contribución a la defensa del español de este salmantino “que traicionó a la medicina para reforzarla de otra manera”.
“La obra de Fernando es monumental, porque con ella está construyendo un edificio sólido y necesario”, agregó el neurobiólogo. Durante su intervención, también recordó que, en el año 2016, se realizó una nueva parcelación del cerebro humano, localizándose 180 áreas funcionales, más del doble de las descritas hasta entonces. El papel de muchas de ellas todavía es desconocido, según reconoció José Ramón Alonso, “pero sí se sabe que hay una, la 55B, que se activa cuando alguien nos cuenta una historia“.
“Fernando Navarro es un gran contador de historias que cristalizan en nuestra sinapsis para poder compartirlas. De sus libros hay muchas cosas que quiero contar, no solo a mis alumnos, sino también a mis futuros nietos”, afirmó.
Toda una declaración de intenciones con la que el autor de Medicina en español debió de sentir que tenía un poco más cerca el horizonte que anhela para su obra: “Si consiguiera que apenas un puñado de lectores, al devolver el libro a la mesilla de noche o a la repisa junto a la mesa camilla, después de haber leído algún pasaje suelto de acá o de allá, alzaran los ojos hacia lo alto y suspirasen «¡Dios mío, pero qué hermoso es el lenguaje de la medicina!», ya me daría yo con un canto en los dientes”.

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