El grupo británico de investigación en salud Nuffield Trust ha elaborado un estudio sobre las personas que han fallecido en el hogar antes y durante la pandemia de covid y analiza el impacto que este hecho ha tenido para pacientes, familiares y para el sistema de salud británico en general, con especial atención a las desigualdades sociales en salud.
Según el informe, que evalúa las consecuencias de morir antes, durante o después de la pandemia de covid, la atención al final de la vida puede entenderse como la atención y cuidados que se brindan a las personas que fallecerán durante los siguientes 12 meses, y buscan ofrecer confort y la mejor calidad de vida posible hasta el final, así como una muerte digna.
Tal y como se señala en él, “los cuidados paliativos tienen como objetivo hacer que el individuo se sienta lo más cómodo posible, aliviar el dolor y otros síntomas angustiantes, brindar apoyo psicológico, social y atención espiritual y brindar apoyo a las familias, cuidadores y personas cercanas a la persona”.
Morir en casa, una tendencia que se acelera tras la pandemia de covid
Y es que, tal y como reflejan las estadísticas más recientes, la proporción de personas que expresan su deseo de morir en casa es cada vez mayor. Así, en los últimos años el número de personas que mueren en su hogar en Inglaterra sigue una tendencia al alza, con incrementos del 18% al 24% entre los años 2004 a 2019. Esta tendencia se ha visto acelerada con la irrupción de la covid, superando las cifras de muertes en el domicilio previstas para el año 2030 y, según los datos más recientes, esta tendencia continua en ascenso.
Si bien la covid en sí misma no ha sido la principal causa de este incremento, existen otros factores indirectos que están incidiendo en el incremento de muertes en el hogar. Entre estos, el informe destaca “las preocupaciones de pacientes y familiares por morir lejos de sus seres queridos (…), las restricciones de visitas vigentes en ocasiones en hospitales y residencias, así como la preocupación por el riesgo de infección por covid-19”, como elementos que acrecientan el deseo de morir en casa.
El incremento de la voluntad de morir en casa, las medidas de contención puestas en marcha durante la pandemia (reducción de consultas presenciales, minimización de ingresos hospitalarios, descenso de derivaciones a servicios especializados, etc.); junto con la reducción de las solicitudes de acceso a centros residenciales tras la pandemia; han añadido una importante presión al sistema de atención de salud y cuidados, especialmente, en el entorno comunitario, planteando la necesidad de reformular los servicios de atención al final de la vida de prestación domiciliaria.
Garantizar el acceso a los cuidados paliativos también en casa
En este contexto, el esfuerzo de las políticas de salud inglesas se ha centrado en “fomentar la planificación individual de la atención al final de la vida, y permitir que más personas sean atendidas en el lugar de su elección”; y en este esfuerzo, es necesario hacer frente a las desigualdades sociales a fin de garantizar un acceso universal a los cuidados paliativos, con independencia del lugar de prestación.
Tal y como evidencia el estudio, existe una relación entre las condiciones socioeconómicas y el acceso a los servicios y la elección del lugar de muerte. Así, es más probable que las personas que pertenecen a grupos desfavorecidos mueran en el hospital. Esta desigualdad se traslada también al acceso a la atención personalizada, siendo las personas pertenecientes a minorías étnicas quienes presentan más dificultades en el acceso a una adecuada atención al final de la vida.
Con la irrupción de la pandemia de covid-19 las desigualdades sociales en salud se incrementaron. La proporción de personas que morían en casa también aumentó mas las condiciones en las que morían no fueron en muchos casos, positivas ni dignas.
Más no significa mejor calidad
Durante la pandemia las visitas a los servicios de emergencias aumentaron significativamente entre los pacientes que fallecieron en su hogar, en parte debido a la dificultad de las consultas en remoto. También se prescribieron más medicamentos para el control de síntomas que para aquellos que fallecían antes de la pandemia (pasando de 1,3 a 1,5 medicamentos recetados por persona).
Sin embargo, como señaló el grupo de pacientes participantes en la investigación, “un aumento en la cantidad de atención puede no reflejar un aumento en la calidad. Por ejemplo, durante la pandemia, se realizaron más contactos de práctica general pero estos fueron remotos (…), lo que puede haber afectado la calidad de la atención que recibieron las personas”.
El nivel de prestación de servicios y la calidad de la atención proporcionada al final de la vida son claves para dar respuesta a las necesidades de las personas que se encuentran en la etapa final de sus vidas. Asimismo, la mejora de los cuidados paliativos en el hogar contribuiría a aligerar la carga para el sistema sanitario en particular, para el servicio de urgencias.
En este sentido, una adecuada atención al final de la vida pasa por estrechar la coordinación de los diferentes servicios sanitarios y sociales involucrados, procurar una comunicación directa y comprensible entre profesionales y paciente, cuidadores y familiares; así como activar medidas de alivio del dolor y de una asistencia continuada 24 horas al día los siete días de la semana.
Adicionalmente, entre las conclusiones del informe se destaca la importancia de construir planes de cuidados sólidos para la atención al final de la vida que impliquen al sistema de salud y a los servicios sociales y faciliten el seguimiento de la atención prestada en el domicilio favoreciendo el acceso de equitativo de todas las personas.
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