“Que no me pille la gripe este año”. Esta oración se eleva hasta los cielos y se puede escuchar entre los fieles seguidores de la prevención de la enfermedad, pero como los profesionales de la salud recomendamos y administramos a nuestros parroquianos la vacuna, ¿predicamos nosotros con el ejemplo?
Según buenos y nuevos estudios publicados recientemente, no. ¿Por qué no? Los que cumplen la penitencia de la vacunación alaban la protección de su salud, la de su familia y la de los pacientes.
¿Por qué sí? Los impíos que no se vacunan reniegan de los efectos derivados de la administración, no creen que la gripe sea una enfermedad grave y dudan sobre su efectividad.
Tras examen de conciencia, apenas un 25% de los profesionales sanitarios deciden vacunarse.
Quizás con el mero hecho de exponer una serie de recordatorios se consiga la concienciación de algún profesional reacio a la vacunación y dejemos en el olvido a la picaresca española que resulta tan evocadora en este caso: “Haz lo que yo te diga, pero no hagas lo que yo hago”.
Tenemos mayor posibilidad (casi el doble) de contraer enfermedades: en la comunidad y en nuestro puesto de trabajo, ya que solamente unos pocos cuentan sólo con clientes sanos; los demás debemos lidiar con estas y muchas otras enfermedades contagiosas a diario.
Nos podríamos ver como ejemplificadores en la propia vacunación, aportando confianza entre la población y obteniendo así mejores coberturas vacunales. El personal sanitario que se vacuna es mas proclive a recomendarla a sus pacientes.
Recordar que la vacuna de la gripe tiene la menor tasa de notificaciones de acontecimientos adversos tras más de 1.000 millones de dosis administradas, representando una de las vacunas disponibles más seguras.
La mejor protección es la prevención; cuando los centros asistenciales se colapsan, no por otras especies ajenas a la humana, sino por nuestros propios allegados, nos deberíamos ver como fuente transmisora de la gripe, ya que mientras trabajamos podemos actuar como foco de infección para pacientes y compañeros. Y no olvidemos a los familiares al llegar a casa, cuando acabamos la jornada.
Un aliciente más a tener en cuenta es la posibilidad de enfermar y precisar unos días de reposo, que aunque de corta duración, suponen un recorte sustancioso en la nómina que podemos intentar evitar con un pequeño pinchacito.
Algunos países están comenzando a obligar al personal sanitario a vacunarse de la gripe, alegando principalmente motivos sanitarios (perdón, creí haber escrito por error económicos), llegando a tasas de vacunación cercanas al 95% y, eso sí, reduciendo sustancialmente la incidencia de esta epidemia en la población. La OMS no recomienda la obligación de vacunarse (y es que esta feo eso de obligar).
O se toma la decisión de vacunación de la gripe como dogma de fe y nos reclinamos ante la derrota en la promoción de la salud hacia profesionales sanitarios, o quizá no… La decisión es tuya.
Y en caso de duda sobre su estado de salud, también puede acudir a su enfermer@.
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