En la Edad Media, el envejecimiento reproductivo masculino y femenino fue visto como procesos similares que operaban en paralelo. Los escritores médicos medievales sabían que la fertilidad terminaba, especialmente para las mujeres, pero veían menos urgencia en torno a ese declive.
En lugar de ver la fertilidad como algo que declina lentamente con el tiempo, los textos de la época presentan el envejecimiento reproductivo como un proceso variable que dependía del equilibrio de los humores de una persona, pero terminaba repentinamente, con la menopausia para las mujeres o en una “vejez” más tardía y menos definida para los hombres. Por lo tanto, su visión era diferente de las imágenes modernas del “reloj biológico”, que ven la fertilidad, en particular la de las mujeres, declinando mucho antes de la menopausia.
Así se recoge en un estudio publicado en la revista Journal of Aging Studies, que muestra cómo se pensaba que los hombres seguían siendo fértiles durante más tiempo que las mujeres, y también qu había más flexibilidad a la hora de definir la vejez masculina: 60, 70 o 90 años, frente a los 45-50 de la mujer.
En la investigación, la profesora Catherine Rider, de la Universidad de Exeter, examinó los debates sobre el envejecimiento reproductivo de mujeres y hombres en una serie de textos médicos de Europa occidental escritos en el periodo comprendido entre 1100 y 1300. Este tipo de obras se escribían como libros de referencia para la enseñanza de la medicina en la universidad, pero también las leían los predicadores, con el fin de encontrar datos y anécdotas interesantes para sus sermones. También los compraban las familias de élite.
La enciclopedia de Tomás de Cantimpré, un fraile dominico que escribió entre las décadas de 1240 y 1250, afirmaba que los hombres podían engendrar hasta los 70 años, mientras que las mujeres podían concebir hasta los 50 años. Tomás también especificó qué tres tipos de hombres no podían engendrar: los enfermos, los jóvenes y los viejos. Extrajo esta información de los nuevos textos médicos y filosóficos disponibles, y era compatible con lo que decían los escritores médicos de la misma época.
Entre los textos analizados por la investigadora figuran dos traducciones de Constantino el Africano (m. 1099): el Pantegni (basado en una enciclopedia médica árabe escrita en el siglo X por Ali ibn al-Abbas al-Magusi) y el Viaticum (traducido de una obra del siglo X de Ibn al-Yazzar).
‘Puntos de corte’ para la fertilidad
Ya en el siglo XI, el Viaticum de Constantino el Africano situaba la menopausia en torno a los 50 años, y también señalaba que la vejez podía impedir la fertilidad en los hombres, que tal vez dejaran de ser fértiles a partir de los 70 años.
La traducción de Constantino el Africano de los Pantegni establecía unos puntos de corte definitivos para la fertilidad, tanto de hombres como de mujeres, señalando que éstos dependían de la cantidad de calor en la tez, y no de que fueran iguales para todos: “Se entiende que una mujer concibe hasta que se detiene la menstruación, y un varón hasta los 60 años, y a menudo hasta los 70, según la fuerza del calor natural en cada persona, y según el calor en los testículos”. Constantino dijo: “Los hombres que tienen una complexión fría y húmeda en los testículos no generan mucho antes de haber llegado al final de su juventud (iuventutem). Pero después son aptos para la generación, porque su calor natural se fortalece y sus testículos se calientan”.
También en los Pantegni, Constantino el Africano explicaba que una “mala complexión” del útero impedía la concepción: demasiado calor quemaba la semilla; demasiado frío impedía que una mujer produjera mucha semilla, y también cerraba sus órganos reproductores para que la semilla no pudiera moverse libremente; demasiada humedad significaba que la semilla no podía permanecer en el útero; y demasiada sequedad hacía que su semilla fuera gruesa y dura.
Para las mujeres, el final de la menstruación se consideraba generalmente el final de la fertilidad. El Libro de las condiciones de la mujer, de principios del siglo XII, era uno de los muchos textos que destacaban la importancia de la menstruación regular para la fertilidad femenina: “La gente común llama a la menstruación las flores, porque, al igual que los árboles no dan fruto sin flores, las mujeres sin sus flores quedan defraudadas de la capacidad de concebir”. Pero no se tenía mucha idea de que la fertilidad de la mujer pudiera declinar antes de la menopausia final.
Gilbertus Anglicus, conocido como Gilbert el Inglés, que escribió una enciclopedia médica hacia 1250, afirmaba que las edades anteriores a los 12 años y posteriores a los 50 no eran épocas “naturales” para la menstruación, sino que “el tiempo intermedio es para la concepción, y los periodos se designan naturalmente como purgaciones”.
“Los Pantegni, el Viaticum, el Libro de las condiciones de la mujer y muchos otros textos médicos de los siglos XVII y XVIII subrayaban la importancia de la menstruación regular para la fertilidad e incluían muchos remedios para que volviera la menstruación si había cesado, así como para reducir los periodos excesivamente abundantes”, explica la profesora Catherine Rider.
“Por tanto, la edad se presentaba como uno de los muchos factores que afectaban al equilibrio humoral y a la menstruación y, con ello, a la fertilidad. Veían la fertilidad como variable a lo largo de los años reproductivos, y potencialmente amenazada por problemas humorales o menstruales en cualquier momento, pero sólo con el final de la menstruación en las mujeres —o a una edad más avanzada en los hombres— terminaba definitivamente”, concluye la autora del estudio.
Referencia científica:
Catherine Rider. ‘The medieval biological clock? Gendered reproductive aging in medieval western medicine’. Journal of Aging Studies, 2022. https://doi.org/10.1016/j.jaging.2022.101071
Fuente: Universidad de Exeter
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