En octubre de 2018, Verónica Casado fue reconocida como la mejor médica del mundo por la Organización Mundial de Médicos de Familia (WONCA) por lograr la excelencia en la asistencia sanitaria.
Antes había sido nombrada Mejor Profesional de Europa y de Iberoamérica. Es difícil que esta doctora en Medicina y Cirugía que ejercía en el centro de salud Parquesol de Valladolid antes de ponerse al frente de la Sanidad de Castilla y León acabe siendo galardonada como la mejor consejera del mundo. Más que nada, porque no hay noticias sobre la existencia de galardones que ensalcen la excelencia política –si es cabe la posibilidad de alcanzarla–. Pero lo cierto es que Casado ha iniciado su mandato con la firme intención de poner toda la carne en el asador. Aunque haya momentos en los que no entienda por qué le llueven las críticas.
Asegura que le “vuelve loca hacer Política Sanitaria”, así, “con mayúsculas”, aunque no comparte “la politización de la Sanidad”. Por eso admite que en sus primeros siete meses como consejera ha vivido “situaciones de mucha tristeza y fragilidad”, pero está tan convencida de que es necesario y urgente “hacer algo” para que el sistema sanitario no naufrague, que enseguida supera el desánimo, según cuenta. “Soy como los juncos: me empujan y vuelvo a la posición inicial. Tendremos marejadas, marejadillas, grandes tempestades, nos tumbarán el velero, lo volveremos a poner… Pero sabemos dónde vamos”, sostiene.
En esta (larga) charla, Verónica Casado marca en el mapa algunos de los puertos a los que quiere llegar durante esa travesía: “ordenar” la Atención Primaria en los pueblos; alcanzar un Pacto por la Sanidad; poner freno a las listas de espera; diseñar un nuevo modelo de Atención Continuada, Emergencias y Urgencias Hospitalarias; evitar que los mejores profesionales se marchen porque en la región no ven futuro; eliminar la incertidumbre del personal de Área… En el trayecto, se ha topado con el inesperado ataque pirata del temido COVID-19. Ella afirma que es algo que no la inquieta en exceso, aunque también es verdad que eso era cuando acababan de confirmarse en Castilla y León los dos primeros casos. Y ahora suman 11.
¿El coronavirus le quita el sueño?
No demasiado, tengo mucha confianza en nuestro sistema sanitario y en nuestros profesionales.
¿Los centros sanitarios de la Comunidad están preparados para hacer frente a un potencial aumento de casos?
Están todos preparados, pero también es verdad que tenemos que ir adaptándonos a la evolución de la situación. Seguimos en la fase de contención, en la que estamos intentando acotar mucho los casos para que no se extiendan, y si empiezan a aumentar y entramos en la fase de mitigación, lo que tendremos que intentar es que haya menos impacto y establecer las medidas apropiadas para ello. Disponemos de un gabinete de crisis, y a diario hacemos una revisión de cómo están los protocolos, de las necesidades de ajuste, de si tenemos que contratar a más personal para atender el teléfono o más profesionales que vayan a recoger las muestras a los domicilios… Nuestro objetivo es que las personas se muevan lo menos posible. En este sentido, me gustaría recordar que lo adecuado es que los ciudadanos llamen a los teléfonos habilitados cuando existe sospecha de coronavirus y se cumplen ciertos criterios: el clínico, es decir, cuando hay tos, fiebre, sensación de falta de aire…, y el de la zona de procedencia o vínculo con casos confirmados.
¿Qué balance hace de estos primeros siete meses como consejera de Sanidad?
Ha sido muy duro, muy difícil, y a veces he tenido la sensación de que no se entendía o no se quería entender lo que nosotros queríamos hacer, pero lo cierto es que tenemos bien establecidas las líneas estratégicas, sobre todo por un objetivo final: tenemos un gran sistema sanitario, de los mejores del mundo, y una Atención Primaria también de las mejores del mundo, y lo que debemos hacer es conservarlos y que sean sostenibles. Si tenemos una organización que fue muy buena hace 35 años, pero la situación ha cambiado –por la despoblación, la fragilidad, la pluripatología, las nuevas tecnologías…–, o hacemos una adaptación a las circunstancias en las que estamos ahora o realmente no lo estaremos haciendo bien. Además, lo que queremos hacer es algo que ha estado siempre entre las grandes demandas de muchas sociedades científicas y de muchos colectivos que decían: “Hay que ordenar la Atención Primaria, la Atención Continuada, la Atención Hospitalaria en algunos casos…”. Estamos intentando establecer un orden para buscar los mayores niveles de efectividad, es decir, los mejores niveles de salud de nuestra población, la equidad y también la eficiencia: que lo que pueda resolver un auxiliar administrativo no lo resuelva una enfermera, lo que pueda resolver una enfermera no lo resuelva el médico y lo que pueda resolver Atención Primaria no lo resuelva Atención Hospitalaria.
Suena lógico…
Pues esto, que parece muy elemental, no lo estamos haciendo, y es muy importante. Como también lo es recuperar tiempo clínico para el médico, porque si está ocupado en tareas muy burocráticas o recorriéndose las diferentes zonas, al final tiene más tiempo de desplazamiento que tiempo clínico. Debemos idear con nuestros profesionales y con nuestros alcaldes cuáles son las mejores formas para garantizar que la atención sea diaria, para que la población sepa dónde está el médico de Familia y pueda contactar con él, implantar la cita previa en toda la Comunidad…
Ha empezado fuerte su mandato, intentando poner un cascabel al gato que otros gestores no se habían atrevido a poner por las repercusiones que podía tener eso de “quitar un médico a un pueblo”…
No se trata de quitar al médico…
Es lo que afirman quienes critican el proyecto…
Yo creo que eso es porque hay desconocimiento o mala intención. En esto sí que no ando con medias tintas. Lo normal es que los médicos de Familia tengan asignadas entre 500 y 1.500 tarjetas sanitarias; en España hay 1.500 médicos con menos de 500 tarjetas sanitarias; de ellos, 700 están en Castilla y León. Esto quiere decir que, aunque debemos seguir manteniendo las ratios, porque en nuestra Comunidad existe mucha despoblación y dispersión, es preciso organizar el sistema. Eso no quiere decir que nadie pierda su médico, ¡solo faltaría! Significa crear estructuras intermedias para acercar el modelo de centro de salud a zonas que estén más dispersas. El objetivo es que yo sepa que mi médico siempre estará ahí, que le puedo ir a ver todos los días de la semana, aunque me desplace a 8 o 10 minutos, que es lo que tardas en llegar a tu centro de salud en cualquier punto de una ciudad.
Y luego hay un elemento importante, que es la cita previa. No podemos tener a nuestros médicos yendo a los pueblos como el pescadero los viernes, porque a lo mejor ese día no es cuando sus pacientes le necesitan… Se da la circunstancia de que muchos profesionales, después de recorrer muchos kilómetros, llegan a determinada población con cuatro, diez o doce habitantes y ese día ninguno les necesita. Entonces esperan sentados en su coche o en un consultorio helado, y el alcalde les dice: “A lo mejor no tendría que venir si no se le necesita…”. Eso es ordenar. Ordenar significa que, si es necesario, siga habiendo médicos con 500 tarjetas asignadas, pero mejorando la accesibilidad de los usuarios. Con la situación de ahora nadie está bien; no están bien los médicos y no están bien los pacientes, porque también tienen la sensación de que no tienen médico. Yo quiero transmitir la seguridad de que el médico no lo van a perder.
Y en este escenario existe, además, el obstáculo de la falta de profesionales…
Es verdad que estamos en una situación de falta de profesionales, y también por eso los tenemos que organizar, porque si no, al final el sistema se nos cae. Uno de los grandes motivos por los que yo di el paso de dejar lo que más me gusta en la vida –que es la clínica y la docencia– para venirme a la Consejería a hacer gestión y planificación es porque tengo miedo de que, si no hacemos algo, nuestro sistema sea inviable en cinco o diez años. No lo podemos seguir manteniendo.
¿Quería contribuir a buscar soluciones desde la primera línea del frente?
Efectivamente. Quería mejorar la equidad, la accesibilidad… Estar como estamos ahora no es garantizar una buena accesibilidad, por mucho que tengamos tanto médico con tan pocas tarjetas sanitarias asignadas. De hecho, hay muchas zonas básicas de salud (ZBS) que ya lo están haciendo porque se han organizado ellas mismas, no han esperado a que yo llegara… Y hay que hacerlo en la atención rural, pero también en la urbana, que está muy sobrecargada, con listas de espera… Y que conste que yo no me empeño en ordenar la Atención Primaria porque venga de Atención Primaria.
¿Pero le ha servido de alguna manera conocer lo que estaba sucediendo en este nivel asistencial?
Claro, me ha servido para conocer el sistema y porque tengo absolutamente claro que cuando la Atención Primaria funciona, los demás niveles asistenciales funcionan muchísimo mejor. Si tenemos una Primaria muy resolutiva, que toma decisiones y asume más funciones, porque está preparada para hacerlo, todo mejora. Eso se ve claramente, porque cuando hay zonas más atascadas, como puede ser la de Burgos, donde faltan muchos médicos de Familia, el hospital está desbordado y las Urgencias también. Por eso hay que ordenar.
Para poner toda esta estrategia de reordenación en marcha, se ha iniciado en Aliste el plan piloto. Si en principio todos los médicos y todas las enfermeras seguirán en su puesto, ¿cómo se va a desarrollar todo lo que, según el proyecto, se quiere hacer?
Los médicos y las enfermeras seguirán en su puesto, pero ordenados. Por eso digo que no voy a quitar médicos. Además, es que en algunos sitios hay muy pocos, como en determinadas zonas de Burgos, por ejemplo, en Villarcayo, en Quintanar de la Sierra… Allí existe un problema importante, porque tienen muchísimos menos médicos que otras zonas. Insisto: ordenar no significa que vayamos a cambiar a profesionales de un lado a otro. Primero, vamos a organizar a los que hay para que ofrezcan una atención lo más correcta posible. Por otra parte, vamos a fidelizar a los profesionales, porque cuando formamos a excelentes médicos de Familia, les tenemos que ofrecer contratos estables. Pero no solamente vamos a hacer eso, sino que ya hemos iniciado concursos de traslados y concursos oposición que queremos que tengan una periodicidad de al menos cada dos años. Porque cuando faltan profesionales, lo que más solidez da al sistema es tener un empleo más o menos estable. Eso de “te contrato este fin de semana, pero no sé si te voy a volver a contratar” con nosotros ya se acabó.
Durante muchos años los profesionales sanitarios y sus representantes han asegurado que las condiciones laborales en Castilla y León no eran atractivas, ¿por qué no ha sido posible tomar antes ese tipo de medidas?
Yo puedo hablar desde el 17 de julio, que es desde cuando yo soy responsable. Y lo que yo tenía muy claro es que debemos hacer todo lo posible para fidelizar a los profesionales, porque como tutora veía que las mejores cabezas se me iban fuera.
¿Estas medidas supondrán más inversión?
Claro, pero si yo formo a profesionales y luego me permito el lujo de que se marchen, esos cuatro o cinco años de inversión los he perdido. Yo no me imagino a ninguna empresa privada que forme a sus ingenieros y que, pasado el tiempo, vea que los han formado para que se vayan a otro sitio. Esto no puede ser. La retención de talento se hace ofreciendo contratos estables. También tenemos zonas que están vacantes. No vamos a mantener ninguna. Lo que hemos hecho ahora en los concursos oposición es ofertarlas todas. Primero, a los propietarios; luego estos hacen concurso de traslados y lo que resulte de ese proceso, es lo que sale a oposición. Y recomendamos que cojan esas plazas, porque no va a haber comisiones de servicio.
Su antecesor en el cargo llego a decir que si alguien le enseñaba un contrato por horas de un médico en Castilla y León presentaba su dimisión. ¿Puede usted ahora mismo jugarse el puesto y asegurar que eso no existe?
Yo quiero creer que no existe, estoy casi segura de que no existe y hemos transmitido la orden de que no exista. Lo que sí pueden existir son contratos para cubrir la atención continuada en sitios donde se necesita, pero contratos para jornadas ordinarias… Ahora, jugártelo todo a esto… Si luego alguien me viene con una fotocopia de un contrato así, quedo fatal. Pero también he de decir que el gerente regional de Salud está mandando instrucciones al respecto, al igual que desde la Dirección General de Profesionales. Y prueba de que queremos acabar con la eventualidad es que también estamos regulando al profesional de Área.
¿Cuál va a ser el futuro de esta figura del profesional de Área en Atención Primaria?
Parte de los profesionales de Área van a pasar a formar parte de las plantillas de los equipos, y la parte que se necesita para la Atención Continuada va formar parte de plantillas estables, organizadas y con calendarios de atención continuada.
¿Entonces será el mismo profesional el que va a estar siempre asignado a la atención continuada o de urgencias dentro de la plantilla?
Para hacer la atención continuada sí. Ahora mismo estamos elaborando un plan del que todavía no puedo hablar, el Plan Integral de Atención Continuada, Emergencias y Urgencias Hospitalarias. No lo vamos a discutir de manera interna hasta el 11 de marzo, pero estamos diseñando un modelo, porque necesitamos organizar también la atención continuada convenientemente. De hecho, el cuello de botella que tenemos muchas veces tiene que ver con la atención continuada, y no tanto con los médicos de los pueblos, que están sobredimensionados precisamente para mantenerla; por eso hay que ordenarla.
En ese proceso, ¿acabará desapareciendo entonces la figura de los profesionales de Área?
Acabarán integrándose en las plantillas. La figura de Área nunca me gustó, porque me pareció que era un parche. Yo lo que creo es que tenemos que formar a más profesionales, convocar en la oferta MIR más plazas en las especialidades que están en precario, que son diez a día de hoy, aunque tenemos otras 15 que, con la tasa de envejecimiento que existe en la profesión sanitaria, sobre todo en la médica, va a ser importante en breve tiempo. Ahora mismo estamos haciendo estudios prospectivos para determinar cuántos profesionales necesito para taponar la situación de hoy y la que se prevé a cinco o diez años como consecuencia de las jubilaciones: cuántos pediatras, cuántos Médicos de Familia, ginecólogos, traumatólogos… Y estamos haciendo el diseño para que, cuando pidamos plazas de formación MIR, sean para abordar las necesidades reales del sistema.
Los médicos presentaron en las Cortes de Castilla y León un estudio demográfico de la profesión que recoge que en 10 años se jubilará la mitad de las plantillas ¿Trabajan con esos mismos datos?
Sí, el 53% de las plantillas, trabajamos con esos datos. El problema es que, por desgracia, ha habido muchos datos y no se les ha hecho caso. Y ya no solamente en esta Comunidad, los estudios se han hecho en todas las comunidades autónomas y desde el Ministerio de Sanidad. El primero que encargó un estudio sobre necesidades de especialistas fue Bernat Soria, ya ha llovido. Y luego Elena Salgado lo volvió a hacer. La Organización Médica Colegial presentó su estudio, y también están los de las catedráticas Barber y González López-Valcárcel, que ya hace años avisaron de qué especialidades iban a ser deficitarias, cuáles serían estables y en cuáles habría superávit. Y se ha cumplido. ¿Por qué? Porque no se hizo caso.
¿No se quería ver? ¿Preferíamos ignorar el problema?
No lo sé, porque nunca lo he entendido. Yo en ese momento estaba en el Consejo Nacional de Especialidades en Ciencias de la Salud y ya pedía este incremento de plazas. Me decían que eran las comunidades autónomas las que lo deciden. No sé si no pensaban en clave de futuro o qué ocurrió, pero la realidad es la que tenemos ahora mismo: un déficit de profesionales. No obstante, con los cálculos que estamos realizando y las ofertas que estamos convocando, creo que podremos taponar el problema si somos capaces de fidelizar a nuestros profesionales. La primera orden que yo di cuando llegué es: “Necesito incrementar las plazas en las diez especialidades en precario ya”.
Y en eso la Consejería de Sanidad ha tenido cierta guerra con el Ministerio de Sanidad…
En la última etapa, María Luisa Carcedo sí fue muy sensible a este tema, al igual que su director de Ordenación Profesional. Yo creo que a veces la clave no son los colores políticos, sino las personas. Yo soy independiente, no estoy afiliada a ningún partido y soy básicamente técnico, y agradezco que haya políticos con criterios técnicos. El director general de Ordenación Profesional, que se mantiene ahora con el nuevo ministro, tiene criterios técnicos; por lo tanto, es sensible a este tema. Nosotros lo que pedimos es que haya más plazas, pero también más centros acreditados. Y en relación a esto, hay algo que yo estoy defendiendo mucho en esta Comunidad, y es que haya más centros de salud rurales acreditados para la docencia –también en zonas lejanas y dispersas–, porque en el medio rural se aprende una barbaridad: aprendes a manejar la incertidumbre, a hacer frente a problemas tiempo-dependientes que debes resolver, porque el recurso puede que tarde…
Además, quiero que se incremente la formación docente en nuestros hospitales pequeños y comarcales, porque me interesa que los profesionales conozcan esa Medicina. Hace poco veía al jefe del servicio de Traumatología de Aranda de Duero; es el presidente nacional de su sociedad científica, investiga, publica… Y está en Aranda, porque le gusta mucho la Traumatología que hace allí. Tú no te enamoras de lo que no conoces, y si yo no conozco el trabajo que puedo hacer en estos sitios, difícilmente lo voy a elegir. Y al final se termina concentrando la selección de plazas en los grandes hospitales. En este sentido, una cosa que también pido en relación a los hospitales es, no la competitividad entre ellos, sino la complicidad, de manera que se pueda crear una súper red de hospitales que sean cómplices en asistencia, cómplices en docencia y cómplices en investigación.
¿El mensaje que lanza no es, en el fondo, un poco utópico?
Nunca consigues la utopía si no vas hacía ella. Yo utilizo mucho una frase de Séneca que dice que no hay viento favorable para el que no sabe dónde va. Nosotros sabemos a dónde vamos, hemos fijado el rumbo. Sí que es verdad que tendremos marejadas, marejadillas, grandes tempestades, nos tumbarán el velero, lo volveremos a poner… Pero sabemos dónde vamos. Y para ello queremos tener una herramienta importante, que es el Pacto por la Sanidad. Ya hicimos la primera parte de pacto político; por desgracia, PSOE, Podemos y UPL nos dijeron que no, no se sentaron en ningún momento a escuchar proyectos, líneas estratégicas… Están en contra de la reforma que quiero hacer en el medio rural, pero no la han oído de ninguna de las maneras. La segunda parte es el pacto social. Nos hemos sentado con representantes de 21 asociaciones de pacientes –una de ellas es una plataforma nacional que reagrupa, a su vez, a 29 asociaciones de pacientes–, y ellos han dicho que están a nuestro lado en el Pacto por la Sanidad, así que hay un gran sustento social. La semana pasada estuvimos con los 15 colegios profesionales, y todos ellos apostaron por el Pacto por la Sanidad, aunque tenían que estudiar el documento para hacernos llegar sus aportaciones y sugerencias. Y seguiremos con las sociedades científicas y con los sindicatos. Una vez que tengamos todo esto, haremos un Pacto por la Sanidad global y consensuado por todos.
¿Por qué cree que la oposición ni siquiera quiere escuchar este pacto? ¿Es una cuestión solo política?
Creo que es una cuestión básicamente política, algo que a mí no me gusta en absoluto. Yo creo profundamente en la Política Sanitaria con mayúsculas, me vuelve loca hacer política sanitaria. No soy política, pero desde siempre me han encantado la planificación y la gestión sanitaria. Una cosa es la política sanitaria y otra es la politización de la Sanidad. Es completamente distinto. No puede ser que tú digas esto y yo, solo porque lo dices tú, esté en contra. Todas nuestras propuestas se han hecho desde el consenso.
Dicen que soy soberbia y autoritaria; nada más lejos de mi realidad. Soy absolutamente consensuadora. Hemos ido con el Plan de Aliste a los pueblos, hemos hablado con los alcaldes, los alcaldes han hecho concejos abiertos –lo que tiene una riqueza comunitaria extraordinaria– y nos han movido nuestro plan, que no se parece al que diseñamos en un principio, porque hemos incorporado todas las propuestas que nos decían los profesionales y los alcaldes. Al final, el diseño es su diseño; es el plan de todos nosotros. Además, se trata de un plan piloto que vamos a evaluar; habrá errores y problemas que tendremos que solucionar, pero si tenemos a la gente buscando antes de tiempo dónde está el problema y el fallo, lo sacamos en prensa y lo demonizamos, perderemos una oportunidad estupenda de haber hecho algo absolutamente consensuado, algo bueno que nos va a permitir mejorar la ordenación de nuestros recursos.
¿Qué horizonte se ha establecido para extender el modelo, una vez depurado, a toda Castilla y León?
En tres meses empezaremos a tener datos, pero todos los gerentes están haciendo ya sus análisis de las posibles zonas que, por su dispersión y características, van a necesitar que hagamos la ordenación. Ahora no puedo decir qué se piensa en León o en Burgos, pero todos y cada uno de los responsables provinciales ya lo tienen diseñado.
Es decir, que la implantación del nuevo modelo no se va a dilatar en el tiempo…
No, no vamos a tener un año de plan piloto. El tema ya está estudiado. Además, hay otra medida importante, que es la cita previa, como he comentado antes, y que se va a extender a toda la Comunidad, independientemente de todo lo demás. Porque para ordenar los recursos disponibles un profesional tiene que saber quién le necesita, no puede ir a un sitio y esperar. Es algo muy lógico. Además, es que la gente que nos escucha, sea de derechas, de izquierdas o de lo que sea, lo entiende.
A mí me gustó mucho el apoyo de la Plataforma de Salamanca, porque, independientemente quien esté gobernando en este momento y de todo lo demás, a mí me escucharon. Y cuando lo hicieron, me dijeron: “Te entendemos y te apoyamos”. Es algo que yo agradezco enormemente, igual que se lo agradezco enormemente a los alcaldes de Aliste, que son todos del PP, menos dos, y lo apoyan; también los dos del PSOE lo apoyaron en su momento… Esto va más allá de la política; es política sanitaria, y la Sanidad es algo que hemos hecho entre todos. Llevamos 40 años trabajando por este sistema sanitario, y tenemos que seguir apuntalándolo y fortaleciéndolo.
¿Los médicos también han hecho ese proceso de cambio? Porque lo primero que dijeron los colegios profesionales es que el proyecto era improvisado y que no se les había escuchado…
En ese proceso de cambio tuvimos nuestras reuniones, nos escuchamos, y cuando uno hace escucha activa puede entender a todas las partes. El viernes se constituyó en las Cortes regionales el Consejo de la Profesión Médica de Castilla y León y en rueda de prensa anunciaron que estaban de acuerdo, que había que hacer un Pacto por la Sanidad.
Del Pacto por la Sanidad se habla en Castilla y León, pero también en España…
Es que se tiene que hablar en España. Yo lo quiero desencadenar en Castilla y León porque creo profundamente en ello, pero esto son vasos comunicantes: si yo propongo un Pacto por la Sanidad y en la comunidad de al lado no lo hay, nos vamos a pisar, porque todos tenemos los mismos problemas. Y son fundamentalmente dos: La financiación y la falta de profesionales. O hay una coordinación intensa entre todos o tendremos problemas. Una vez que consiga el Pacto por la Sanidad en Castilla y León, quiero conseguir el Pacto por la Sanidad en España.
Ahora uno de los principales focos sanitarios de atención en Castilla y León está en la Atención Primaria rural, pero antes ha mencionado un problema que también preocupa a la población: hay listas de espera en los centros de salud que en algunos sitios superan la semana o los diez días, y esto es algo que no había ocurrido nunca…
No ocurría porque, entre otras cosas, no había agendas. Así, se daba el caso de que en épocas de gripe no había esperas en Atención Primaria, pero había médicos viendo a 60 y 70 pacientes diarios, y eso no es bueno. Eso había que racionalizarlo, ¿y qué pasó? Que se empezó a ordenar el problema implantando agendas y comenzó a aparecer la lista de espera. ¿Que tenemos que hacer ahora? Trabajar también en la organización interna de los centros de salud urbanos. ¿Cómo se hace? Por ejemplo, con la desburocratización de las consultas, favoreciendo que determinadas cosas que hace el médico las pueda hacer la enfermera o el administrativo, si es una labor burocrática; o con la gestión a la demanda por parte de Enfermería…
Tenemos una Enfermería absolutamente preparada, ahora las enfermeras son graduadas, y muchas de ellas especialistas, también en Atención Familiar y Comunitaria. La gestión a la demanda permite ver si lo que necesita un paciente es promoción y prevención o cuidados y guías asistenciales, si es una consulta que puede resolver Enfermería o es un problema médico que necesita un diagnóstico y un tratamiento. La gestión a la demanda por parte de Enfermería nos parece clave, sobre todo a la hora de regular las consultas de las personas que llegan sin cita, por ejemplo.
Pero muchas veces los médicos se oponen a que las enfermeras asuman determinadas competencias…
No todos los médicos…
Los colegios y las organizaciones que les representan a menudo se han pronunciado en ese sentido…
Institucionalmente, se pronuncian en contra de que la Enfermería haga de médico. Pero es que yo quiero que la enfermera haga de enfermera, y la enfermera tiene una cualificación muy alta para muchas cosas. Existen numerosas tareas que estamos haciendo los médicos, por ejemplo, el control programado del pie diabético, cuando Enfermería lo hace magníficamente bien. Los médicos de a pie están totalmente de acuerdo con la gestión a la demanda. En Atención Primaria no puedes tener siete días de tiempo de espera porque no se esté organizando bien, porque al final el paciente acaba yendo al hospital, que es el sitio más caro y el peor, donde, además, si vas con una gripe puedes contagiarla o cogerte tú otra infección.
¿Entonces que debería hacer un paciente si se encuentra mal y en su centro de salud le dan cita para dentro de diez días, como está ocurriendo en algunas zonas?
Hay que recuperar la atención continuada dentro de los centros de salud, es decir, que puedas ir a tu centro de Atención Primaria y esté organizado de tal manera que algún profesional te pueda ver y resolver el problema. A mí eso me parece clave. Por otra parte, gestionar la demanda y liberar a cada profesional de las tareas que no debería hacer. Una vez más, se trata de ordenar, y estamos trabajando mucho en ello. Luego hay que mejorar las ratios, porque lo cierto es que a nivel urbano sí hay cupos por encima de las 1.500 tarjetas. Todo eso lo tenemos que organizar. Vosotras me estáis pidiendo la solución para mañana, pero todas las medidas que son estructurales tardan tiempo; además, las tienes que llevar a Mesa Sectorial, las tienes que negociar y discutir con mucha gente… Esos procesos son largos, pero la idea es que es preciso trabajar en la Atención Primaria rural y urbana, en la Atención Continuada –también en los pueblos y en la ciudad, porque son completamente distintas– y en la Atención Especializada.
Hablemos de la Atención Especializada…
En Atención Especializada hay dos cuestiones que son importantísimas: unas carteras de servicios bien desarrolladas y homogéneas según el nivel que tiene cada hospital, con una clave de complicidad entre hospitales, y las esperas.
Otro cascabel que hay que poner…
Otro, sí, no hago más que crearme fuegos a mí misma…
Sí, porque llegaron al Gobierno autonómico y sacaron a la luz miles de pacientes sin contabilizar en los datos oficiales sobre listas de espera. Dijeron: “No es que estemos mal, es que estamos mucho peor de lo que pensábamos”…
Si nosotros hubiéramos medido la lista de espera de consultas externas de la misma manera que se midió en el año 2018, habríamos reducido las cifras… Por ejemplo, en Salamanca habría disminuido en 28 pacientes en diciembre de 2019 en relación a 2018, con una disminución de la espera media de 29,4 días. Pero nos dio por no medir de la misma manera… ¿Por qué nos dio por ahí? Porque conocíamos la realidad, y por eso no podían decirnos que había 15 días o 30 días de espera cuando el paciente que iba a verme me decía: “Me han dado cita para dentro de tres meses… o de cuatro”. Había cosas que no estaban bien contabilizadas, y a veces no por mala intención, sino porque determinada agenda no estaba abierta y, al no dar la cita, la dejo en el cajón. No ha sido en todos los sitios, sino en algunos más que en otros.
Sorprendió que en una de las primeras ruedas de prensa sacaran a la luz estos miles de pacientes sin contabilizar, pero lo cierto es que siempre ha existido una sensación generalizada de que se maquillaban las listas de espera, porque los datos oficiales no se correspondían con la realidad que ponían de manifiesto los ciudadanos…
A lo mejor algo de maquillaje podía haber, porque hemos visto que la evolución funcionaba en forma de dientes de sierra, cuando hacíamos el corte la lista de espera disminuía, y luego volvía a crecer.
¿Han sacado todo a la luz?
Todo.
¿Los datos actuales son totalmente reales?
Hombre, si ahora me preguntas si me juego la mano te contesto que no. Pero la orden de transparencia está dada. Yo no sé resolver un problema si no conozco su envergadura; que no me diga nadie que soluciona las listas de espera si resulta que lo que está solucionando es un iceberg. No puede ser que trabaje solo con la punta del iceberg y que lo del fondo no lo acabe de resolver. Ahora han empeorado las listas de espera, es verdad –por cierto, han empeorado en todas las CCAA, y no todas están haciendo lo mismo que nosotros–, ¿y qué nos hace pensar eso? Pues que ha disminuido la actividad que realizamos, que se ha incrementado la necesidad o que tenemos problemas en algunos sitios. Por eso estamos haciendo un análisis hospital a hospital y servicio a servicio, porque no es lo mismo un hospital como el de Medina del Campo, que en un momento determinado empeoró su lista de espera quirúrgica porque se inundó la parte de arriba y fue necesario clausurar una zona durante algún tiempo, que otro con lista de espera porque no tiene anestesistas. Por eso el análisis tiene que ser hospital por hospital, porque queremos ver qué carteras de servicios ofrecen, qué plantilla tienen y cuál es su lista de espera. Si un hospital tiene la misma cartera de servicios y los mismos profesionales que otro del mismo nivel y resulta que su lista de espera es muchísimo mayor…
¿El hecho de que el hospital de Salamanca sea el de mayor nivel de toda la Comunidad y tenga muchos servicios de referencia basta para explicar que no vea la luz en cuanto a las listas de espera?
No, no basta solo con eso. Creemos que no basta solo con eso.
Es que de los 35.000 pacientes que aguardan una intervención quirúrgica, 6.500 son de Salamanca. Si hasta ahora había miles de pacientes que no estaban contabilizados y no se habían podido reducir las demoras, ¿qué van a hacer ahora, que hay muchísimos más?
Pues analizar zona a zona y servicio a servicio, ver si las esperas son estructurales y evaluar qué se puede hacer. También si hay falta de algunos profesionales. Nuestros directores y nuestros técnicos están yendo a los hospitales, porque el problema no se entiende hasta que no estás allí.
Sin ánimo de focalizar el problema de las listas de espera en Salamanca, lo cierto es que registra una y otra vez las demoras más abultadas de toda la Comunidad. Y mientras en el balance se ve una evolución muy favorable en los hospitales de Valladolid, por ejemplo, sobre todo en algunas especialidades, en los de Salamanca eso no ocurre en ninguna especialidad, salvo en algunas muy referentes…
Habrá que ver qué está pasando.
¿Cuándo esperan disponer de la radiografía de la situación a partir de ese estudio hospital a hospital?
Tardará, porque es una labor complicada… Seis meses, seguro. Pero a lo mejor hay actuaciones puntuales cuyos resultados se pueden ir viendo. En este ámbito, van a ser muy favorables la telemedicina y las consultas no presenciales. Como médico de Familia, a veces derivas a un paciente al hospital, pero te gustaría no hacerlo, porque ya has realizado las placas y las analíticas, y lo que necesitas es una consulta para saber cuál es el siguiente paso. Si tengo acceso a una consulta no presencial y el otro especialista mira la exploración que le he hecho al paciente, la analítica y las radiografías, puede contestarme: “Vete pidiendo esto y haciendo lo otro, que yo voy solicitando una gammagrafía y le citaré cuando se la hagan para verle yo”. Eso nos va a permitir tener mucho más orden interno.
Y otra medida que también puede tener impacto son las consultas de alta resolución, dirigidas a esos pacientes que tienen que ir cuatro veces al hospital por un solo proceso: primero a que le vean, luego a una analítica, luego a la radiografía, a otra prueba… Y así se tiran meses y meses. Lo que queremos es que, si es posible, todo eso se resuelva en un solo acto clínico. Ya tenemos un 20% de consultas de alta resolución, pero queremos que haya más. Se van a priorizar en todos los casos, pero especialmente en las nuevas consultas de personas que viven lejos, a más de 50 kilómetros.
Habla de la telemedicina, y con ella los procesos asistenciales se acortarían mucho, pero eso exige un desarrollo tecnológico adecuado, interconexión entre centros… Y a día de hoy desde el hospital de Salamanca, por ejemplo, no se puede ver la historia de un paciente del Virgen de la Concha de Zamora…
Esa es otra de las acciones en las que estamos trabajando: mejorar Medora en Atención Primaria, instaurar en todos y cada uno de los hospitales Jimena 4 y hacer que los dos estén interconectados.
Casi dan ganas de cambiarle a Medora al menos el nombre, porque parece que no ha hecho más que crear problemas. ¿No se han planteado empezar de cero con esta herramienta de gestión de Atención Primaria?
Empezar de cero no se puede, porque ya está montada toda la estructura, la arquitectura del sistema.
Pero usted misma sufriría Medora en su consulta…
Yo llevaba una chapa en la bata que decía: “Medora me demora”.
¿Ese sistema no funcionó mal desde el principio?
Empezó mal porque en este país existe una tendencia muy curiosa a que haya 17 sistemas de información, 17 historias clínicas informatizadas… Lo que sí es verdad es que se está trabajando en la arquitectura de Medora para que sea más estable y también en su formato.
¿Y en la conexión entre el hospital y los centros de salud?
También, pero para eso tenemos que extender Jimena 4 y hacerlos interoperables. Y luego que el Jimena 4 funcione entre hospitales, porque no vale que me atiendan hoy en Zamora y pasado mañana en León y los profesionales no puedan ver la cantidad de pruebas que me han hecho en el primer hospital.
¿Qué proyectos contemplan para potenciar la investigación en la Comunidad?
Apoyamos firmemente la investigación y queremos seguir respaldando a nuestros investigadores. El Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL) funciona, y funciona bien, y APISAL, que es la parte de Atención Primaria del IBSAL, funciona magníficamente bien, tienen un rendimiento absolutamente extraordinario. La idea es ir creciendo en la Comunidad en el ámbito investigador. Lo que estamos analizando en este momento es a partir de qué fórmula, si sería a través de diferentes institutos o de uno solo potente del que dependan los demás.
En este momento, ¿qué le pediría la Verónica Casado médico –la mejor médico del mundo– a la actual consejera de Sanidad de Castilla y León?
Que resista.
¿Que resista?
(Risas) Sí, sí, y además me lo pido todos los días. Ha habido momentos complicados, muy difíciles; En estos siete meses, probablemente ha habido cuatro o cinco días que han sido muy muy complejos.
¿Qué le quita el sueño?
Me quita el sueño la incomprensión, que el Pacto por la Sanidad no pueda salir adelante… Esas cosas son las que realmente me preocupan. O que se lancen críticas que no sabes a qué vienen, a qué se deben. Pero aguanto mucho, soy como los juncos: me empujan y vuelvo a la posición inicial. Así que lo que le pide la Verónica Casado médico a la Verónica Casado consejera de Sanidad es que si ha dado este paso por compromiso, mantenga el compromiso con ganas, con fuerza y con energía.
¿En algún momento se ha llegado a arrepentir de haber dicho que sí a la propuesta de ser consejera?
Arrepentirme no. Y llegar a pensar en dejarlo tampoco. Pero vivir situaciones de mucha tristeza y de fragilidad, ¡pues claro! En estos primeros meses ha habido diferentes momentos que han sido más complejos, pero también soy cicladora rápida, y al día siguiente reunía a mi equipo y decía: “Adelante, esto tiene que salir, porque tenemos criterios”. Nos tumbarán nuestras propuestas, pero no será porque no están estudiadas con criterios científicos, con criterios demográficos… Cualquier cosa que hacemos la basamos en evidencias”.
¿Echa de menos la práctica asistencial?
Echo de menos a mis pacientes, echo de menos la investigación, la docencia… A mí enseñar me apasiona, me lo paso muy bien. Y que conste que también es complejo ser médico de Familia, implicarte en la salud de la gente, en la resolución de sus problemas, acompañarles durante toda la vida… Al ser un profesional muy cercano, como médico de Familia sufres todo lo que les pasa a esas personas, te importa su familia y lo que les ocurre… Darles una mala noticia o que les pase algo también es complicado. Pero como he dicho antes, la gestión y la planificación sanitaria me vuelven loca; lo que no me gusta tanto es la politización que se hace.
¿Qué tal se trabaja dentro de un Gobierno de distintos colores?
Pues magníficamente bien. Porque es lo que he comentado antes: todo depende de las personas. A mí me oirán hablar bien de personas de diferentes colores, y es algo que además se ve, porque las personas que yo he seleccionado para mi equipo son técnicos, y me da lo mismo lo que piensen, no sé si son de derechas, de izquierdas o mediopensionistas, no tengo ni idea. Lo único que sé es que son grandes técnicos, grandes profesionales, personas de las que me fío. Cuando de alguien se dice: “Este es un buen jefe, pero está rodeado de idiotas”, yo pienso que entonces es un mal jefe. Yo creo que un buen jefe se tiene que rodear de los mejores, de los que sepan en su materia más que él.
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