En la cárcel de Pademba nadie tiene prisa. Poder comer es lo único que mantiene vivos a muchos, pero el resto es monotonía y anonimato. A partir de las 16.30 horas es como si de repente se hiciera de noche, porque a esa hora todos los reclusos deben volver al hacinamiento de sus celdas y, sin volver a comer, no saldrán de ellas hasta la mañana siguiente.
En medio de esta falta de esperanza y de sueños trabaja a diario Don Bosco Fambul con acciones concretas desde hace cuatro años que no sólo han mejorado la situación de muchos reclusos dentro de la cárcel, sino que los han hecho sentir personas y han conseguido que muchos puedan demostrar su inocencia y regresar a la vida en libertad. “Dios no existe dentro de la cárcel, es imposible verlo”, asegura un antiguo recluso que pasó cuatro años en la cárcel, con todo lo que ello conlleva: abusos, hambre, agresiones, soledad…
Es difícil pensar lo contario cuando ves las miradas perdidas de súplica a tu paso; cuando todos quieren pedirte algo, quejarse de algo, contarte su historia, que intercedas por él, solicitar entrar en el grupo de Don Bosco… Todo es impotencia y resignación…
Los presos no son nada ni nadie dentro de los muros de Pademba Road y sólo el color de su uniforme delata su situación judicial (condenados, color crema; en espera de sentencia, color gris y azules, en espera de juicio), pero Don Bosco Fambul, a través de su director, Jorge Crisafulli, les repite una y otra vez que “son criaturas de Dios y para Él ellos son una obra maestra y por eso no importa su pasado, sino su presente y su futuro y Don Bosco está para ser los brazos y las piernas de Dios y ayudarlos”.
Lo más grave de la cárcel son los abusos de todo tipo: abusos sexuales a los más jóvenes, a los recién llegados y a veces consentidos para conseguir comida. “He visto morir a varios compañeros de celda de los repetidos abusos que sufría”, relata otro ex presidiario, y es que las enfermedades de transmisión sexual acaban con sus vidas ante la falta de tratamiento médico y de una enfermería en la que sólo hay un médico los sábados.
Pero el día a día deja otras atrocidades, como los reclusos que, ante la imposibilidad de encontrar una soga o un cuchillo para quitarse la vida, simplemente dejan de comer para morir de inanición y dejar de sufrir…
“Sufrir una enfermedad infecciosa en la cárcel, sida o tuberculosis, es vivir recluido dentro de la reclusión, peor que los leprosos en tiempos de Jesús, porque significa estar aislado y que nadie quiera entrar en el pabellón para llevarte la comida”, asegura Jorge Crisafulli.
La locura dentro de la cárcel puede llegar hasta el caso extremo de un recluso que enloqueció y comenzó a comer sus propios excrementos. “Dejó de hablar y entró en el programa Don Bosco Fambul cuando era piel y huesos. Iba todos los días y le dábamos comida extra y lo lavábamos, porque nadie quería estar con él y conseguimos que recuperara peso, aunque nunca volvió a hablar”, recuerda Crisafulli.
La redención de Don Bosco Fambul llega con el ‘reclutamiento’ de los más vulnerables en la cárcel para atenderlos, ayudarlos, darles una comida suplementaria, ofrecerles ayuda psicosocial y apoyo jurídico.
Entre todos ellos hay casos significativos, aunque destaca la mayoría por la desproporción entre el delito o falta y la condena; de ahí que uno piense al verlos que la cárcel está llena de inocentes.
Ibrahim es un joven de 17 que compró un teléfono móvil robado sin saberlo, y al localizar la tarjeta del teléfono le atribuyeron a él el robo y le cayeron cinco años de cárcel.
Alfred es un joven campesino que también cumple una sentencia de cinco años por matar una vaca: él tenía sus plantaciones de maíz en la aldea donde vivía, y un vecino siempre ponía a pastar la vaca en su campo y arruinaba lo sembrado o la cosecha, así que decidió matar a la vaca…
William es un adolescente de 16 acusado de reincidencia en andar solo y sin destino por las calles de Freetown por la noche…, lo que se denomina ‘Frequency’ y cumple cinco años en Pademba Road.
No hace falta seguir… Hay muchos casos por violencia, peleas, asesinatos y abusos sexuales… en los que Don Bosco Fambul no interfiere y deja actuar a la Policía y la investigación judicial, aunque sí ayuda a los reclusos si lo necesitan dentro de la cárcel.
El trabajo salesiano en Sierra Leona. Misiones Salesianas
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